El Correo de Burgos

Burgos lidera el ranking regional en delitos cibernéticos

Con 81 imputados es la que más imputados registra / Desde 2011 en la Comunidad han crecido un 60%

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Burgos es, junto con Valladolid, las dos provincias que mayor número de ciberdelitos registraron el pasado año encabezando con 81 imputados, cada una, este dudoso honor. Por tipo de de delito, en Burgos, las Fuerzas del Orden registraron 34 imputados por estafa informática; 24 por amenazas y coacciones a través de la red; 7 delitos cibersexuales y 6 contra el honor. El acceso e interceptación ilícita y contra la propiedad intelectual e industrial se registraron 4 imputados en cada subtipo, mientras que dos fueron por falsificación informática.

En Castilla y León, el número de detenidos o imputados por delitos cibernéticos se ha incrementado en los últimos cinco años un 61%, al pasar de los 239 contabilizados 2011 a los 385 del pasado ejercicio, según datos ofrecidos por la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior.

Del total de los detenidos, más del 42% (165), se deben a casos de fraudes y estafas, mientras que el 30,6% (118) está relacionado con amenazas y coacciones. En tercer lugar, pero ya a mucha distancia, aparecen los imputados por delitos sexuales, que representan el 7,5% del total (29), y los casos de acceso e interceptación ilícita, con 23 detenidos. En este apartado se engloban los casos en los que el delincuente accede a una cuenta de correo o un perfil de redes sociales sin consentimiento del titular y difunde la información almacenada, informa Ical.

Por provincias, tras Burgos y Valladolid, con los 81 mencionados cada una, se sitúa León, con 77, y Palencia con 55. En el lado opuesto del ranking figura Soria (5), Ávila y Zamora, ambas con nueve, Segovia (21) y Salamanca (47).

A pesar de este incremento, desde la Policía Nacional se detecta un cambio de tendencia y una mayor concienciación de los usuarios a la hora de utilizar internet y las redes sociales. Para el jefe del Grupo de Investigación Tecnológica (GIT) de la Jefatura Superior de Policía de Castilla y León, Víctor Panizo, las campañas de concienciación puestas en marcha por el propio CNP, en especial las dirigidas a los menores y los padres con charlas en los colegios e institutos, están dando sus frutos.

A pesar de este avance, que el pasado año se tradujo en la Comunidad en un ligero descenso de los detenidos e imputados con relación a 2014 (-9), Panizo reconoce que el crecimiento exponencial en el uso de internet que se viene registrado provoca también un aumento de los llamados delitos cibernéticos, que evolucionan al mismo tiempo que las tecnologías de la información.

En este sentido, asegura que muchos casos lo único que cambia es la forma del engaño y los clásicos timos como los de la estampita o el tocomocho dejan paso ahora a otros que utilizan la red como el conocido como ‘la novia rusa’, en el que a base de paciencia y utilizando el anonimato que proporciona la red se hace creer a la víctima que se ha ganado el cariño de una mujer extranjera que no puede venir a España por falta de dinero. Al final, cuando el timado ha enviado diversas cantidades de dinero, que en algunos casos han superado los 4.000 euros, la ‘novia’ en cuestión desaparece. Esta misma modalidad se utiliza con el anzuelo de una oferta de trabajo.

Además de los delitos en los que hay menores implicados, los principales caballos de batalla de la Policía Nacional en la Comunidad ahora son los casos de ‘sextorsión’, una nueva modalidad delictiva, y los fraudes que se cometen a través de denominado ‘cryptolocker’, cuando el delincuente, mediante un correo electrónico o una aplicación manipulada, logra introducir un virus en el ordenador o el teléfono y encripta todos los archivos, para después reclamar un ‘rescate’ en el caso de que se quiera recuperar la información almacenada.

En el caso de la ‘sextorsión’ el delincuente suele crear un perfil falso en las redes sociales en el que aparenta ser una mujer atractiva interactuando a continuación con las víctimas potenciales. Se empieza entablando una conversación normal para ganarse su confianza y conseguir la mayor cantidad de datos posibles de la víctima como la ciudad en que vive, teléfono, etc. Posteriormente se intercambiar fotos que van subiendo de tono hasta llegar a imágenes de alto contenido sexual, llegando incluso a mantener ‘cibersexo’ voluntario, momento en que el delincuente corta la comunicación. Después, el ciberdelincuente chantajea a la víctima con hacer público en internet las imágenes sino abona una importante cantidad de dinero.

Panizo, reconoce que detrás de muchos de estos delitos hay organizaciones criminales internacionales, pero asegura que muchos casos se podría evitar ser una víctima más con un uso más responsable y racional de la red y con prácticas tan sencillas como emplear en asuntos importantes, como pueden ser recibir información bancaria, una dirección de correo electrónico «menos expuesta y más segura», que no se haya facilitado en múltiples ocasiones para darse de alta en páginas de compras, redes sociales y, por supuesto, tener mucho cuidado con descargar archivos adjuntos de correos que no esperamos o que no procedan de fuentes de confianza.

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