El circo, una tradición artística que se ha transformado con el paso del tiempo
El Gran Circo Wonderland, con 40 años de historia, llega a Burgos con una función renovada centrada en el Libro de la Selva y en el circo más tradicional / Una compañía, entre otras muchas, que ha tenido que adaptarse a un espacio sin animales
Corría el año 1978 cuando dos familias, una de payasos, los Forgione, y otra de acróbatas, los Macaggi, se unieron para crear el Gran Circo Wonderland. Aunque la compañía nacía en Italia, tan sólo pasaron unos meses en el país vecino y es que, en 1979 llegaron a España de la mano del empresario circense Alejandro Bañuelos. A partir de esa fecha, el circo comenzó su andadura por tierras españolas, un periplo que ya ha alcanzado los 40 años, convirtiéndoles en el más antiguo de España, y que «ha supuesto tener que adaptarse a los nuevos tiempos», tal y como explica Enrico Macaggi, director de publicidad y marketing del circo.
«El circo ha cambiado mucho, además de en la forma de hacer el espectáculo, que ahora está más teatralizado dando especial importancia a la danza y a las buenas coreografías, en el aspecto técnico, es decir, todo lo que tiene que ver con la iluminación, el sonido, vestuario y maquillaje», explica Macaggi, «años atrás un artista habilidoso no necesitaba nada más que su arte para atraer al público».
Otro de esos cambios que han transformado el día a día de los artistas de circo tiene que ver con la propia infraestructura. «Antes se podía tardar en montar una carpa de circo entre dos y cuatro días», comenta, «ahora se hace en una mañana, además, ya no hay bancos de madera sino butacas y las carpas, por ejemplo, son de un material ignífugo».
Pero sin duda, lo más complicado para los artistas circenses ha sido adaptar los espectáculos a un circo sin animales. «Lo más difícil para nosotros ha sido tener que deshacernos de nuestros animales, que llevaban toda una vida con nosotros», explica Macaggi, quien denuncia que «no hemos tenido ninguna ayuda por parte de asociaciones protectoras de animales a la hora de encontrarles una nueva ubicación, nosotros hemos costeado y gestionado todo». Así, el circo Wonderland ha ubicado en parques o espacios especializados a casi una treintena de animales.
Macaggi asegura que ha sido «muy complicado» porque «son animales que se han criado con nosotros» y explica que «no es cierto que haya maltrato animal en los circos, son parte de nuestra familia». Denuncia en este sentido que «nunca se nos ha dado voz en esta situación, no se nos ha escuchado» y asegura que «los espectadores que quieren ver circo tradicional siguen viniendo preguntando por los animales que podrán ver y eso ha repercutido en la taquilla». Asevera que seguirán «luchando por volver a tener animales en el circo, como ya ha ocurrido en países como Francia, Alemania o Italia, allí se prohibieron los circos con animales pero al final los gobiernos han rectificado al ver que en los circos no hay maltrato animal».
Mientras tanto, el nuevo espectáculo, dirigido a todos los públicos y que han estrenado este año, se divide en dos partes. Una primera, de 55 minutos, «se basa en ‘El Libro de la Selva’ donde los espectadores disfrutarán de acróbatas, equilibristas y trapecistas, entre otros, personificando el cuento». Un espectáculo «en el que hemos invertido mucho tiempo y dinero tanto en los escenario y vestuario como en coreografía». Mientras, en la segunda parte, «nos centramos en el circo tradicional, con payasos, patinadores, malabaristas o ciclistas acrobáticos».
Lo que no cambia es la esencia circense, con 40 años de experiencia y cinco generaciones de artistas sería imposible. «Tenemos la suerte de haber contado con los mejores maestros, que poco a poco han formado a nuestra cantera». Entre esos nuevos talentos destaca Cristian Catenato, el único malabarista del mundo capaz de lanzar 12 cilindros, y que ha sido nominado por la Unión de Profesionales y Amigos de las Artes Circenses, a Mejor Joven Artista de Circo español.
En el otro lado de la balanza de la vida, Macaggi destaca la figura de Berto Forgione, uno de los dueños del circo. «El ha dedicado toda su vida al circo, a su profesión de payaso, con 75 años se acaba retirar pero hoy en día sigue saliendo de vez en cuando a la pista». Para quitarse el ‘mono’ explica Macaggi y es que «el circo se lleva en las venas y es difícil despegarse de él».
La escuela en el circo
Desde hace ya varios años, los niños que viven en los circos tienen acceso a la educación de una forma adaptada a su manera de vida, y es gracias, esencialmente, al aula itinerante, que les permite compaginar su formación educativa con su ilusión diaria y a buen seguro, su profesión de futuro, la de artista circense. Precisamente el Gran Circo Wonderland fue el primero en tener escuela propia. «Nuestro circo tenía muchos niños y dimos los primeros pasos gracias a la escuela de circo ‘La ciudad de los Muchachos’ del Padre Silva, tras unos años pagando los profesores de nuestro propio bolsillo, después conseguimos una subvención del Ministerio de Cultura gracias a la ayuda de Eduardo Rodrigo, marido de Teresa Rabal».
El Gran Circo Wonderland podrá visitarse hasta el próximo 23 de octubre en la Plaza San Juan de los Lagos, con una función de lunes a viernes a las 19 horas, dos los sábados, a las 18 y a las 20.30 horas, y dos los domingos, a las 12 y a las 18.00 horas.