El Correo de Burgos

«He conocido a personas que me han aportado muchas cosas buenas»

Abraham Jiménez cumplió su trabajo en beneficio a la comunidad en el centro de Fuentecillas de Aspanias / Durante un año realizó labores de ocio y acompañamiento

Abraham Jiménez posa en el centro de Fuentecillas de Fundación Aspanias.-RAÚL G. OCHOA

Abraham Jiménez posa en el centro de Fuentecillas de Fundación Aspanias.-RAÚL G. OCHOA

Publicado por
V. MARTÍN
Burgos

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Abraham Jiménez, 37 años, ha sido la última persona en realizar trabajos en beneficio de la comunidad en el centro de Aspanias para personas con discapacidad intelectual y envejecimiento que se ubica en Fuentecillas, una pena que tuvo que cumplir por «el impago de una multa».Esta no es la primera vez que Abraham desarrolla labores de acompañamiento y es que, dentro de su experiencia laboral, trabajó en la Asociación Mil Encinas, que desarrolla terapias asistidas con animales para personas con alguna discapacidad. «Allí estuve con niños y con animales, en este caso, con los trabajos en beneficio de la comunidad, se me planteó la posibilidad de desarrollarlo en el centro de Aspanias para personas con discapacidad intelectual y envejecimiento y me gustó la idea de tratar con otro tipo de personas».Cree que este tipo de pena es «mucho más ‘productiva’ que el pago de una multa porque te permite ayudar a quien lo necesita». Asegura que siempre le ha gustado «ayudar a las personas en la medida de mis posibilidades» y explica que «en muchos casos, las personas a las que ayudas te aportan más cosas a ti que tú a ellos». El programa de Aspanias le vino como ‘anillo al dedo’ y es que Abraham trabaja en un fábrica hasta bien entrada la tarde y «después acudía a Mil Encinas, por lo que solo me quedaban los fines de semana para desarrollar el trabajo».Así las cosas, durante ese año, acudió al centro sábados y domingo, cuatro horas cada día. «Estaba deseando que llegara el fin de semana para estar con ellos y ellos se alegraban mucho de que fuera». Y es que, a pesar de que puede parecer lo contrario, este trabajo en beneficio de la comunidad, le aportó «mucha tranquilidad». Al principio «estaba nervioso, tenía miedo de no saber tratarles o de que ellos no me acogieran bien, pero al segundo día todo fue rodado».La labor de Abraham durante este tiempo consistía en acompañar a los usuarios en los paseos junto a otra profesional del centro, pintar y jugar a las cartas con ellos o ayudar a preparar el almuerzo y darles de comer, una de las labores favoritas del Jiménez. «Era algo que me gustaba mucho hacer, darles de comer, porque veía que estaba dando mi ayuda a alguien que la necesita».Añade que «en esta experiencia he conocido a personas que me han aportado muchas cosas buenas», comenta, pero sobre todo «a las que he cogido muchísimo cariño». Precisamente en este sentido, Abraham reconoce que también tiene su parte dura y es que, «en ese año que he estado por allí, fallecieron tres personas y lo pasas muy mal, igual que si fueran un familiar o un amigo».Si algo destaca Jiménez durante la conversación es que «son unas personas que se dejan querer y son muy atentos y cariñosos con los demás». Recuerda con cariño que «alguna vez que les comentaba que me dolía la espalda por el trabajo y me venían a dar un ‘masajillo’ para que se me pasara» o «cuando me decían que tenía ojeras y que parecía cansado y tenía que explicarles que era porque madrugaba mucho, son muy atentos con los demás y con cómo te encuentras».A pesar del trabajo de la semana, Abraham asegura que «acudía con mucho gusto al centro de Fuentecillas» y que «tampoco importaba si tenía que quedarme un ratito más porque ha sido una labor muy gratificante». Ahora que ha acabado su trabajo en beneficio de la comunidad, Jiménez está deseando «encontrar un ratito para ir a hacerles una visita y saber cómo están».

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