El Correo de Burgos

La accesibilidad, clave en la educación inclusiva

La Plataforma de padres para una educación de inclusión y sin barreras asegura que «la inclusividad no existe» y plantea alguna pautas para lograrla

Fernando Pino y Fernando Garro posan con la cuenta de Twitter de su plataforma, en la que cuelgan información y noticias sobre inclusividad y accesibilidad.-ISRAEL L. MURILLO

Fernando Pino y Fernando Garro posan con la cuenta de Twitter de su plataforma, en la que cuelgan información y noticias sobre inclusividad y accesibilidad.-ISRAEL L. MURILLO

Publicado por
V. MARTÍN
Burgos

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En el año 2014 un grupo de padres de niños con discapacidad motora pusieron el foco sobre la falta de inclusividad que el colectivo sufre desde edades tempranas y en diversos ámbitos de su vida, entre ellos el escolar, poniendo el foco de una forma especial en el Ceip Francisco de Vitoria, centro al que acuden los niños, siendo este uno de los dos colegios preferentes de integración de niños motóricos de la capital burgalesa junto al Ceip Fernando de Rojas. A pesar de que «hemos conseguido alguna mejora», comenta Fernando Pino, padre de una niña con discapacidad motora, «la realidad es que la inclusividad real no existe en la sociedad actual».Tras observar que «muchas situaciones que se producían en el colegio no nos parecían correctas y quejarnos de forma individual, nos dimos cuenta de que lo mejor era unir fuerzas», explica Fernando Garro, padre de mellizos, uno de ellos con dificultades motoras. De esa forma surgía la Plataforma de padres para una educación de inclusión y sin barreras compuesta por una veintena de familias. «No queremos que a nuestros hijos se les aísle sino que puedan compartir con el resto de los alumnos», añade Pino.Precisamente «esa diferenciación llega cuando como padre no tienes la posibilidad de llevar a tu hijo al colegio que consideras mejor o el que más te conviene por motivos laborales o de cercanía», explica Pino, quien considera que para hablar de inclusión «debería existir la posibilidad de elegir porque eso significaría que todos los centros son accesibles y están preparados para acoger a alumnos motóricos».En su momento, los padres señalaban como ejemplo claro de esa diferenciación en el Francisco de Vitoria que «los niños motóricos tengan que entrar por una entrada distinta al resto de alumnos, ese simple gesto ya está haciendo una diferenciación entre unos y otros cuando el objetivo es conseguir la plena inclusividad», añade Pino, «a eso hay que sumar que no salían a los recreos o que se les saque antes de clase para prepararlos para la vuelta a casa».Los padres explican que «la excusa que siempre hemos recibido para negarnos nuestras iniciativas es que es un edificio viejo, pero tampoco se hace nada por solucionarlo». Y es que cuando surgieron los centros preferencia de integración motórica «este era el único que contaba con ascensor», comenta Garro. En el edificio «no se han realizado mejoras desde entonces, a excepción de la inversión desarrollada en 2015 con el adecentamiento del patio, el revestimiento de la fachada y la adaptación de los baños del colegio, algo que resulta curioso, que un colegio para niños con dificultades de movilidad no hayan contado con baños adaptados hasta hace dos años» y recordaba que «desde el año 90 se han creado en Burgos muchos colegios, adaptados a las necesidades de estos niños y no se ha incluido como preferente motóricos».Con el cambio de dirección, «consideramos que había que darles tiempo y que podrían realizarse cambios significativos, especialmente a nivel humano, que no se trate a los niños como bultos o paquetería». Para ello desarrollaron una comisión de diversidad que «a nuestro parecer no sirvió para gran cosa, en la que les entregamos unas ideas de cambio que permitirían a nuestros hijos ser más independientes y, sobre todo, sentirse incluidos como el resto de niños».Entre los pequeños cambios, los padres apuestan por «juegos colectivos en recreos dirigidos en lugar de dejarles en fila ‘tomando el sol’; bajar los percheros para que ellos puedan dejar su abrigo o las pizarras para que puedan escribir y se sientan igual de capaces que los demás; desarrollar excursiones a las que puedan ir todos y ellos no se sientan excluidos y no tengamos que oír continuamente eso de que ‘por unos pocos no vamos a fastidiar a todos’; o desarrollar un convenio con taxis de Burgos para evitar que algunos niños estén hasta una hora dando vueltas en el autobús escolar y que, al contrario de lo que pueda parecer, no sería más caro que el transporte escolar», comenta Pino.Académicamente lamentan, como cualquier padre, que «cada año cambien los criterios de enseñanza» porque «los niños, especialmente nuestros hijos ya que algunos requieren un mayor apoyo en este sentido, necesitan continuidad y nosotros como padres la mayor sinceridad para buscar apoyo fuera del colegio en las materias que sea necesario», asevera Garro.Por otra parte, señalan que esa diferenciación entre alumnos continúa a la hora de pasar al instituto. «A cada colegio le corresponde un instituto, en el caso del Francisco de Vitoria es el IES Diego Porcelos, pero a nuestros hijos se les lleva al IES Comuneros de Castilla- centro preferente motórico- de tal forma que se les separa de todos sus amigos y compañeros de Primaria y se les aísla de nuevo».Aseguran que «nunca nos hemos sentido apoyados por la dirección provincial de Educación, es más, hemos recibido repuestas muy duras». Ponen como ejemplo a seguir la dirección vallisoletana donde «cuentan con un equipo específico de motóricos, que se encarga de «ir visitando los colegios preferente motóricos y dan pautas a profesores y a los auxiliares técnicos educativos para adaptar mejor el día a día de estos alumnos y en Burgos hay una falta de voluntad enorme de poner algo así en marcha». En este sentido, consideran que «sería necesario crear la figura de un coordinador de centros para la capital y la provincia que se encargue de vigilar si se siguen o no las pautas de inclusión».Aseveran que «cada año es como jugar a la lotería, no sabes si te va a tocar un tutor o tutora comprometido con sus necesidades o todo lo contrario».

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