El Correo de Burgos

TOROS / MUERTE DE IVÁN FANDIÑO

«Sentí impotencia de ver como se le iba la vida a mi amigo»

El subalterno burgalés Roberto Martín ‘Jarocho’ toreó el sábado en Aire Sur L’dours a las órdenes de Iván Fandiño

El maestro pasea la oreja que cortó a su primer toro en la trágica corrida en Francia.-ECB

El maestro pasea la oreja que cortó a su primer toro en la trágica corrida en Francia.-ECB

Publicado por
ÍÑIGO CRESPO
Burgos

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Roto de dolor. Sin poder articular palabra alguna, Roberto Martín ‘Jarocho’ atiende a EL CORREO DE BURGOS entre sollozos. La vida y sus destinos le llevaron a ver como su amigo y su jefe de filas Ivan Fandiño perdiera la vida en la plaza francesa de Aire Sur L’dours, como la perdió hace justo once meses su también íntimo amigo Víctor Barrio. En ambas tragedias, Jarocho fue testigo directo al ser hombre de confianza de ambos héroes.

«Sentí impotencia de ver como se le iba la vida a mi amigo Iván», recuerda Jarocho que se encuentra «hundido y destrozado». El de Huerta de Rey llegó a donde Iván según se levantó del suelo y le llevó junto a otros subalternos a la enfermería. «Estaba consciente y hablaba con dificultad, pero hablaba. Entró diciendo que le dolía mucho el pecho y que no podía respirar. Le pusieron una mascarilla con oxígeno y dijeron que lo mejor era llevarle al hospital de Mont de Marsan». En la enfermería permaneció durante casi una hora, tiempo por donde el bravo torero vizcaíno perdió el hilo de vida que le quedaba. «Comentó que quería que le hiciesen algo porque se iba el cuerpo», sostiene Jarocho envuelto en lágrimas. «Nosotros tuvimos que continuar en la plaza, banderilleamos nuestro segundo toro. Sabíamos que la cornada era grave pero nunca nos podíamos imaginar que pasase lo que ha pasado», subraya.

Sobre la cornada, el burgalés recuerda que «fue en un quite en el toro de Juan Del Álamo, el toro se le vino encima y en el suelo le pegó una cornada, fue en el costado y ha viajado hacia el estómago, los cirujanos se miraban unos a otros…En sus casas sentí la impotencia que sentíamos todos», afirma Jarocho.

Roberto Martín ‘Jarocho’ llevaba toreando a las órdenes de Iván Fandiño desde 2006, pero eran amigos de toda la vida. Aunque de una generación anterior, Jarocho y Fandiño, al igual que Víctor Barrio, compartían la pasión y los sueños de ser toreros en una tierra no muy proclive a estos menesteres. No les importó nunca. Eran David en un mundo gobernado por Goliat. «Nos movía la ilusión, el querer abrirnos paso, el luchar por cumplir un sueño. Víctor e Iván era mis referentes, mi vida no tiene ahora ningún sentido sin ellos. Esto es muy duro, demasiado para entenderlo», expone Jarocho.

Iván Fandiño estuvo siempre muy vinculado a Burgos y a sus plazas, no sólo por lo amigos personales que tiene en esta tierra sino por los triunfos cosechados y el esfuerzo derrochado. Debutó como matador de toros en plazas como El Plantío de la capital, donde toreó en cuatro ocasiones y paseó dos orejas. En Aranda de Duero toreó tres tardes, una en la portátil el año aquel de agrío recuerdo y otras dos en septiembre de 2014 y 2015. Las tres, salió a hombros. Toreó y triunfó en Briviesca y Medina de Pomar. La gloria eterna de cortarle las orejas a los toros.

Tentó y se preparó mucho en la ganadería del burgalés Antonio Bañuelos, hombre de bien, amigo de sus amigos, y dispuesto siempre ayudar a todos aquellos toreros que se lo piden. En La Cabañuela, Fandiño tentaba año tras año.

Con Morenito de Aranda mantuvo estrechas relaciones y notable rivalidad en el ruedo. Dos toreros con carácter y fuerte personalidad que nunca escatimaron esfuerzos por ganarse la pelea frente al toro pero también en admirarse fuera del ruedo. «No somos amigos pero la admiración es tremenda», declararon ambos días antes del mano a mano que dirimieron en Las Ventas el Domingo de Ramos de 2016. Fueron un ejemplo de rivalidad sana y torera.

El mundo de los toros esta de luto. Oda para Ivan Fandiño y los toreros. La muerte que tanto ronda en el toreo se ha hecho presente en carne propia en un torero muy unido a esta tierra, como también lo estuvo Víctor Barrio. «Nunca jamás los podré olvidar. He perdido mucho más que dos amigos. Me dejan un vacío irreperable», concluye Jarocho.Más información en la edición impresa

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