El Correo de Burgos

Bajan en más de la mitad los hogares con todos en paro

En la provincia aún hay 5.300 familias con personas en edad de trabajar que no encuentran empleo En 2015 eran 11.600 las casas con esta situación

El reparto de alimentos permite aligerar la factura de gastos básicos a familias sin ingresos o con nóminas muy bajas.-J.M. LOSTAU

El reparto de alimentos permite aligerar la factura de gastos básicos a familias sin ingresos o con nóminas muy bajas.-J.M. LOSTAU

Publicado por
MARTA CASADO
Burgos

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El drama del paro es un trago más duro cuando en un hogar son todos los activos los que no encuentran empleo. Un tipo de hogar que creció como la espuma durante los peores años de la crisis pero que, en Burgos, empiezan a reducirse aunque ello no traiga consigo que abandonen el auxilio de los servicios sociales y organizaciones asistenciales. En los últimos dos años la cifra más trágica de la crisis, los hogares con todos sus miembros en edad de trabajar pero sin empleo, se ha reducido en más de la mitad. En concreto ha caído un 54,3% con respecto a 2015 cuando había 11.600 hogares burgaleses en esta situación.

Según las cifras de la Encuesta de Población Activa, el primer trimestre de 2017 se cerró con 5.300 familias sin nómina. Pero más de 6.000 en toda la provincia han encontrado empleo en estos dos años. Importante ha sido el tijeretazo dado a esta cifra en el último año. 2016 se inició con 8.600 hogares en esta situación, un año después son un 38,3% menos.

A pesar de esta importante reducción en los servicios asistenciales de Cáritas no notan una caída similar de beneficiarios. «Mantenemos el mismo número de personas atendidas que otros años y, lo que es peor, el 42,20% de los beneficiarios de ayudas carecen de ingresos, no tienen ningún tipo de prestación», aclara el técnico de Cáritas, Alfredo Calvo. Una de las razones por las que las necesidades sociales se mantienen una vez encuentran trabajo es que la carga de deudas no se puede asumir de repente con la primera nómina y que, como denuncian los sindicatos, los trabajos están peor remunerados que antaño. Las organizaciones sociales y sindicales denuncian la cronificación de la figura del trabajador pobre.

El protocolo de atención a este colectivo arranca con la atención básica porque la mayoría llegan en situaciones límite. «La mitad de las que atendemos tienen cargas familiares y lo primero de lo que nos ocupamos nada más llegar es prestar la ayuda de urgente necesidad como alimentos y pago de suministros después enfocamos itinerarios de formación para el reciclaje laboral en ámbitos donde observamos que hay posibilidades de reinserción», explica Calvo.

En la inserción, al contrario de lo que sucedía en tiempos de bonanza, ellas son las que encuentran un empleo más rápido. «La mujer tiene una mayor versatilidad a la hora de reintegrarse en el mercado laboral», señalan desde Cáritas. Las áreas con más demanda son trabajos del hogar con cuidados pediátricos y geriátricos a la cabeza. En segundo puesto la hostelería. En ellos «la inserción es más difícil». De ahí que en las organizaciones asistenciales hay especial preocupación en los parados de larga duración y con más de 50 años de edad. «Son muchos los que acuden a cursos de formación, tratan de reciclarse y lo intentan una y otra vez», señala. En algunos casos necesitan tener nuevas capacitaciones porque son personas que empezaron a trabajar muy jóvenes, generalmente en la construcción, que siempre se han dedicado a lo mismo y ahora se encuentran perdidos porque «en muchos casos nunca se han visto en la tesitura de tener que buscar trabajo». A los cursos de formación hay que unir la atención social. Porque, aunque haya más oportunidades de empleo que han permitido a más de un 50% de hogares abandonar esta precaria situación aún hay 5.300 dramas a los que dar solución.

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