El Correo de Burgos

TROTABURGOS / OÑA

Reliquias, naturaleza y mucho arte

Visitar el casco histórico de Oña es como contemplar un museo al aire libre, sorprende de primeras e invita a volver para captar con detalle aquellos elementos que se pasan por alto la primera vez

Vista de la localidad desde las escaleras de San Salvador de Oña.-G. González

Vista de la localidad desde las escaleras de San Salvador de Oña.-G. González

Burgos

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Seguro que a San Íñigo, el abad del monasterio de San Salvador de Oña, le entró morriña cuando el pasado mes de mayo abandonó por primera vez en 1.000 años el pueblo que siempre será su casa. Puede que viajase temporalmente a su Calatayud natal, pero seguramente ya se habrá acostumbrado a las calles majestuosas de un municipio cuyo casco histórico hipnotiza al visitante desde el primer momento.

El templo benedictino es, sin lugar a dudas, la joya de la corona. Desde las hornacinas de su fachada del siglo XVII, Sancho García, García Sánchez, Sancho II el Fuerte y Sancho el Mayor de Pamplona contemplan inertes el paso del tiempo mientras reviven la gloria de épocas pasadas que ya nunca volverán.

Si algo caracteriza a los onienses es que han sabido explotar con acierto y buen gusto sus recursos históricos para fomentar el turismo de calidad. De ello se encarga el Cronicón, que se vale del buen tiempo que suele reinar en agosto para recrear los acontecimientos más importantes que sacudieron al pueblo. La iniciativa se puso en marcha en la década de los 80 y desde entonces no ha dejado de crecer, ni en calidad estética ni en número de espectadores.

El Cronicón es la excusa perfecto para quedarse unos días en la villa. La arquitectura religiosa y civil conviven a la perfección. No desentonan, sino que se complementan para ofrecer un conjunto urbano similar al de un museo al aire libre. Ahí están las casas blasonadas de las familias ricas de antaño que contrastan con la calle del agua en el que vivían las clases populares.La escena ha cambiado y allí se ubica hoy el centro de salud, aunque la historia siempre permanecerá intacta para quien desee descubrirla.

Como en tantos otros puntos de la provincia con un templo como cabeza de cartel, Oña cuenta además con otros recursos de arte religioso que no dejan indiferente a nadie. Por ejemplo, la iglesia de San Juan de Bautista y su imponente torre en la que se aloja el Museo de la resina. Consejo para primerizos: el mirador de la última planta es de lo mejor que uno puede ver en la villa condal.

Por otro lado, Oña presume de tener mucho arte, de todo los tipos, disciplinas y colores. El Jardín Secreto, un proyecto indescriptible y único en la provincia, se abre a los principales movimientos de vanguardia para dar la oportunidad a particulares y colectivos entregados en cuerpo y alma a la belleza a través de una muestra que suele rondar los 20.000 visitantes al año.

Buena parte de las piezas de esta singular exposición se ubican en la Casa del Parque de Montes Obarenes. El edificio, propiedad de la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León, es un centro de interpretación del entorno que cuenta con una exposición permanente que incluye juegos digitales interactivos para el disfrute de los más pequeños. Además, sus instalaciones se han diseñado para el desarrollo talleres, charlas o ciclos educativos en sus diferentes estancias. De nuevo, como en la torre de la iglesia de San Juan Bautista, conviene subir al mirador.

Para poner en valor todos sus recursos turísticos y potenciar sus virtudes dentro y fuera de la Comunidad, Oña sumó sinergias con Frías y Poza de la Sal a través de la Mancomunidad Raíces de Castilla, presente en eventos por todo el país con el fin de atraer a aquellos visitantes que buscan la paz del interior peninsular y la cultura religiosa, artística y natural en su máximo esplendor.

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