El Correo de Burgos

Educación

Cuando nunca es tarde para aprender

El Centro Público de Educación de Adultos San Bruno está a punto de cumplir 25 años en el corazón de Gamonal con una oferta lectiva que se amolda a las dispares necesidades de los alumnos que acuden a sus aulas

Ana María Gutiérrez (i.) ríe en una de las clases en las que ha encontrado una manera de mantener activa la mente y pasar un buen rato.-Raúl Ochoa

Ana María Gutiérrez (i.) ríe en una de las clases en las que ha encontrado una manera de mantener activa la mente y pasar un buen rato.-Raúl Ochoa

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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El Centro de Educación de Adultos San Bruno pasa desapercibido en el corazón de Gamonal. Ocupa la parte baja de altos inmuebles de viviendas en el número 13 de la calle San Bruno desde el curso 1994/1995. Nació como centro segregado del Victoriano Crémer porque el barrio demandaba esta formación. Inicialmente, a sus puertas tocaban las personas mayores de 18 años que querían conseguir el llamado Graduado Escolar. Las cosas cambiaron en el año 2002 tras la aprobación de la Logse. El título a conseguir es el de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), pero los estudios se denominan Educación Secundaria para Personas Adultas (ESPA).Esta enseñanza no sigue el mismo ritmo ni tiempo que la reglada. «Ni tenemos tantas asignaturas ni tantas horas como en un instituto. Es la ESO adaptada a personas adultas, con obligaciones familiares, laborales...», explican la directora, Ana Fadrique, y el jefe de estudios, José Luis Hoyos, y añaden que hay turno de mañana y de tarde. Las asignaturas se concentran en tres ámbitos de conocimiento: científico-tecnológico (matemáticas, ciencias, física y química); comunicación (lengua e inglés); y social (geografía, historia, arte, plástica y visuales, música). Uno de los puntos a favor de estos estudios es que cada materia aprobada queda superada para siempre. Da lo mismo si se abandona y se retoma después de los años que sean.Miércoles. 11.30 horas. El turno de mañana está en el aula. Unas quince personas se sientan en los pupitres. Sus edades son variadas. Cada uno tiene sus circunstancias para estar allí. Jon Rogado cuenta 29 años y quiere sacarse el título para aspirar a más en su empresa y evolucionar en su trabajo, mientras Beatriz Casals no supera la mayoría de edad, pero es bailarina y necesita compaginar los estudios con las enseñanzas artísticas profesionales.Pero la oferta de San Bruno, que acaba de estrenar junta directiva, con los mencionados Ana Fadrique y José Luis Hoyos, más Salomé Reguera, en Secretaría, va más allá. Se erige como una segunda oportunidad para los que dejaron sus estudios de forma obligada o voluntaria, pero también para los que creen que nunca es tarde para aprender por aprender.Se imparte Conocimientos iniciales y básicos, antiguamente denominado alfabetización, solicitada sobre todo por gente mayor. «No acuden tanto para formarse sino para mantenerse activos. Estaría en la línea de la formación a lo largo de toda la vida», comenta Hoyos. «Estos alumnos serían los posibles candidatos a pasar a Secundaria, pero realmente la fuente de ingreso son los institutos», amplía.

Puntuales a estas clases acuden de lunes a viernes un grupo de mujeres. De 9.30 a 11.15 horas atienden a la pizarra en un aula con sus mesas y sillas verdes como las de cualquier instituto de España. Y dan un poco de todo. Ana María Gutiérrez tiene 58 años y confiesa que acude para tener la cabeza y el tiempo ocupados y para socializar. Un café después de las clases o unos bombones en un cumpleaños trufan las horas lectivas sin torpedearlas.La oferta educativa se completa con Español para Extranjeros, que en los últimos cursos «ha caído muchísimo» por la cada vez menor inmigración. Lejos quedan las temporadas en las que llegaba a haber un centenar de personas matriculadas. El año pasado alcanzaron las 40.Se imparten igualmente sendos talleres de Inglés, que se encuentra entre los más solicitados, y Equipos electrónicos, que, aunque este año está flojo, suele tener mucho tirón.No se termina aquí la oferta. En San Bruno se prepara también a las personas que deciden presentarse a las pruebas libres para la obtención del título de ESO -la Consejería de Cultura puede llegar a premiar la asistencia y el esfuerzo con hasta un punto si en el examen saca un 4- y también al examen de acceso al ciclo de grado medio, el que deben pasar aquellos alumnos mayores de 17 años que no tienen el diploma de ESO, requisito imprescindible para estos estudios. Esa prueba se centra en Lengua, Inglés y Sociales porque el ámbito científico-tecnológico se convalida por su experiencia profesional.La matrícula en todos los casos es gratuita y, salvo para ESPA, que se cierra en octubre y se vuelve a abrir en febrero, está abierta durante todo el curso. A fecha de 15 de noviembre, están matriculados 225 estudiantes. «Es una enseñanza muy flexible. Se adapta a los alumnos. Se busca que no abandone. Todo vale», resume Ana Fadrique, que está contenta con las instalaciones que ocupan.

El perfil de la persona que cruza sus puertas es muy dispar y nada tiene que ver el asistente de hoy con el de hace unos años. Ahora dominan los jóvenes veinteañeros que han fracasado en el instituto frente a los más maduros que acudían hace unos años con el título de EGB en la mochila.ANA MARÍA GUTIÉRREZ (Conocimientos básicos): «Tengo la cabeza activa y no pienso en otras cosas»

Ana María Gutiérrez deja el boli sobre el pupitre. Son las diez y media de la mañana y como todos los días de lunes a viernes, de 9.30 a 11.15 horas, está en clase. Tiene 58 años y hace cinco decidió apuntarse al Centro de Educación de Adultos San Bruno. ¿Sus motivaciones? Ocupar el tiempo que tenía libre en algo provechoso. Ha alcanzado su objetivo con creces. «Vengo muy contenta, me lo paso bien. Es una hora y cuarto todos los días en la que estás muy a gusto y aprendes cosas que o no sabías o ya tienes muy olvidadas», observa y confirma que también es una manera de socializar.Dan matemáticas, lengua, lectura... y no padece de titulitis. «Se trata de tener la cabeza activa y no pienses en otras cosas», anota y aconseja a cualquier persona inquieta que se pase por el centro. En el aula todos son mujeres. Ana María Gutiérrez recuerda que el número de alumnos ha bajado de cuando ella empezó a ahora. «Estaba a tope, venía mucha gente joven, antes los daban subvención», señala muy a gusto con estas clases en familia.

JON ROGADO (Educación Secundaria): «Hay más puntos de vista con gente de tantas edades»

Jon Rogado nació en Vitoria, tiene 29 años y lleva 19 en Burgos. Distintos motivos le llevaron a empezar a trabajar a los 18 años sin haber terminado 4º de la ESO. Ahora, con una estabilidad laboral como auxiliar de servicios, quiere obtener el título de vigilante de seguridad, algo para lo que necesita el título de la ESO. Para conseguirlo ha llamado a las puertas de San Bruno, donde ya estuvo hace diez años, pero que tuvo que dejar por no poder cuadrar los horarios con el trabajo.

«Una de las máximas es la asistencia, el interés y atender a las clases», apunta y reconoce que con los años se ha dado cuenta de que los estudios son importantes y no debería haberlos abandonado. «Pero nunca es tarde», añade animoso y destaca que la enseñanza no tiene edad. «Estamos en clase desde gente de 17 a más de 40 años y eso ofrece muchos puntos de vista», aplaude. Una vez retomado el contacto con las aulas y con ese diploma en el bolsillo, su intención es realizar un grado medio de Electromecánica de vehículos en el Padre Aramburu.

BEATRIZ CASALS (Educación Secundaria): «El horario, más flexible, me deja tiempo para la danza»

Compaginar las enseñanzas artísticas con la reglada es uno de los obstáculos que tienen que sortear quienes sueñan con dedicarse profesionalmente a bailar. Es el caso de Beatriz Casals. Este año se ha trasladado de Vinaroz (Alicante) para seguir sus estudios en la Escuela Profesional de Danza. El curso pasado lo intentó con la educación a distancia y no le fue bien. Buscó una solución y la halló en San Bruno. «Aquí recibo una muy buena educación con un horario más flexible que me deja tiempo para el baile, que es a lo que me dedico y que me lleva muchas horas al día», explica muy contenta con el desarrollo de las clases y, sobre todo, con la oportunidad que brinda San Bruno de terminar un curso en un cuatrimestre. «Así en un año puedo acabar dos cursos y tener un título», advierte esta joven de 16 años que está empezando una vida nueva en Burgos.

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