Malla social para prevenir la exclusión

La vida está para vivirla cada uno a su manera. Es una filosofía que aplica la Asociación de Padres y/o Tutores Pro personas con Discapacidad Intelectual Burgos (Aprodisi) a su trabajando diario con los usuarios, personas con gran dependencia asociada a una discapacidad psíquica, física y/o sensorial. «Trabajamos día a día buscando diferentes alternativa soy demostrando que si quieres, puedes», señala la trabajadora social de Aprodisi, Sara Ortega.

La entidad nace en el año 1977 ante la reivindicación activa y valiente de un grupo de padres y madres que reclamaban a la administración servicios especializados para sus hijos con grandes problemas. Tras más de cinco años de denuncias, demandas y trabajo para hacer ver la necesidad de una atención adecuada lograron el proyecto de construcción del Centro d Atención a Minusválidos Psíquicos de Fuentes Blancas. Un centro de titularidad pública que ahora depende de la Consejería de Familia de la Junta de Castilla y León. Y ese mismo año, en 1982, la asociación se constituye como asociación de padres y en 1994, cuando el centro está en pleno funcionamiento, se realiza un cambio de estatutos para integrar a personas de características similares aunque no estuvieran en el centro. Así se llega hasta Aprodisi que, durante cuarenta años, ha trabajando por crear «una malla social que pueda prevenir los riesgos de exclusión de estas personas y de sus familias». Para ello han mantenido durante estas cuatro décadas su compromiso de «canalizar y representar los derechos sociales, de promoción de la autonomía personal, de promoción del voluntariado, sensibilización y participación social» de este colectivo.

Su posición es la de «defender a toda persona que tiene el derecho de desarrollar y potenciar sus cualidad independientemente de sus barreras, rompiendo estereotipos y mitos que se perpetúan en la sociedad por eso no nos cansaremos de buscar alternativas y demostrar que si quieres, puedes», relata Ortega.

La entidad cuenta con 83 socios dirigidos a personas con Dependencia Grado III, es decir, que necesita apoyo indispensable y continuo de otra persona para realizar actividades básicas de la vida diaria. Para ello plantean sus acciones bajo dos planos distintos. Por un lado el favorecimiento de la autonomía personal y, por otro, la atención a las situaciones de dependencia. «Estas personas tienen una doble dificultad para conseguir la plena integración en igualdad de condiciones. Por un lado por su institucionalización y por otro por su dependencia así que reclamamos que merecen una atención integral que vaya más allá del mero apoyo asistencial».

Por ello promueven acciones que permitan desarrollar la capacidad personal de controlar, afrontar y tomar decisiones y facilitar la ejecución de las actividades básicas de la vida diaria. Lo realizan a través de un club de ocio «adaptado a las capacidades individuales de cada persona» y el verano activo con campamentos de verano para que «puedan disfrutar de un ocio adaptado a sus necesidades en entornos accesibles». También realizan un apoyo integral a las familias en información, orientación y asesoramiento continuado pero también con los respiros familiares facilitando ayuda a domicilio con cuidados profesionales o ante las situaciones de emergencia, inseguridad, soledad y aislamiento.

Ser la muleta de las familias en una situación compleja como el día a día con una persona gran dependiente tiene es una labor importante «son nuestro pilar principal a lo largo del año en el club de ocio».

Aprodisi también fía gran parte de la aceptación de las capacidades diversas en los grandes dependientes a la sensibilización. «Es una herramienta imprescindible para promover la solidaridad y la cooperación y lograr así una mayor conciencia respecto alas personas con discapacidad». En el plan de futuro de la entidad ampliar proyectos, realizar más intervenciones y atender a más personas así como concienciar y enseñar a la sociedad la infinidad de cualidades que tienen estas personas», sentencia.