El Correo de Burgos

TOROS

Bañuelos, 25 años de bravura en La Cabañuela

La ganadería burgalesa vuelve a San Pedro cuando se cumplen 25 años de la llegada de las primeras vacas al Páramo de Masa

Toros de la ganadería de Bañiuelos en La Cabañuela.-ECB

Toros de la ganadería de Bañiuelos en La Cabañuela.-ECB

Publicado por
ÍNIGO CRESPO / Burgos
Burgos

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El próximo mes de junio se cumplirán 25 años que llegaron a la finca burgalesa de La Cabañuela las primeras 25 vacas viejas del hierro de Maribel Ybarra y otras 75 añojas sin tentar. Así comenzó la andadura de la primera ganadería burgalesa con hierro y titularidad en la Unión de Criadores de Toros de Lidia (UCTL). Una divisa que en este tiempo ha enarbolado la bandera de Burgos por el planeta taurino y ha obtenido numerosa cantidad de triunfos y premios en plazas de la importancia de Bayona, Dax, Bilbao, Zaragoza, Santander y sobre todo Madrid, escenario donde en 2016 se llevó todos los galardones a la mejor corrida de la temporada en Las Ventas.

Para celebrar esta efemérides, Bañuelos será un punto importante de las actividades culturales del Ateneo Cultural creado por la empresa arrendataria del Coliseum, Tauroemoción, y volverá a lidiar en la feria de San Pedro tras su ausencia del pasado año. Su regreso a San Pedro será el próximo 30 de junio en la segunda corrida de abono del serial y con un cartel que se terminará de definir en los próximos días. Hay varios toreros con ofrecimientos sobre la mesa pero falta por definirse las ubicaciones definitivas.

Desde 1993 se encuentra Antonio Bañuelos criando toros en el Páramo de Masa burgalés a poco más de cuarenta kilómetros de la capital y a una altura de más de mil metros. Un paraje cargado de personalidad. Una finca de bravo excelente, divida en monte bajo, tierra quebrada y enriquecida por una flora tan autóctona como diversa. Se ha hecho camino al andar, es una expresión que repite con asiduidad el ganadero. Y es cierto. Lo que pareció hace más de dos décadas una aventura, es hoy una realidad. Una ganadería distinta pero distinguida, fiel a un modo de entender la bravura, un estilo que ha sabido forjar un animal asentado en dos criterios tan fundamentales como las hechuras y el comportamiento.

DEBUT EN 1998

Desde su creación hasta que su debut en Burgos con una corrida triunfal el 30 de junio de 1998, Bañuelos tuvo que fijar y asentar sus animales a su propio contexto. Una ganadería formada en origen en tierras de Cádiz –la casa madre fue el hierro de Torrealta, propiedad de Borja Prado- tuvo que adaptarse al clima duro de esta tierra y fortalecer la selección, acondicionar la finca y la labor más callada y ardua de entonces y de ahora: dotar a la ganadería de personalidad propia en las labores de tienta.

Más de 3000 becerros han nacido en La Cabañuela en este tiempo y la ganadería ha lidiado más de 200 festejos. El primer becerro que nació en tierras burgalesas fue en 1994 y llevó el nombre de ‘Campeador’, todo un símbolo en honor al héroe castellano.

Durante estos 25 años se han tentado más de 1000 hembras y ni un solo torero del escalafón ha dejado de pisar La Cabañuela. «El indulto es la mayor prueba de bravura de un toro. Nada como la prueba de la plaza con el público de testigo para que un animal bravo muestre su potencial», ha señalado Antonio Bañuelos en más de una ocasión al referirse a una de las fechas más transcendentes de su ganadería: 2 de julio de 1999 en que Enrique Ponce indultó al toro ‘Gamarro’ en El Plantío y marcó un antes y un después para la divisa burgalesa y para la propia historia taurina de esta tierra. Después vinieron otros cuatro toros más indultados: Retalero, Zurzido, Derrotado y Desafiador. Cinco indultos que fueron para esta ganadería cinco sementales, sabía genética para la ganadería.

CLAVES DE LA SELECCIÓN

En la actualidad la divisa de Antonio Bañuelos se encuentra formada por cerca de 280 vacas y un total de 14 sementales. En la ganadería burgalesa pastan 650 cabezas de ganado y se vienen herrando al año unos 120 machos que permiten a esa casa estar presentes en unos 14 espectáculos por temporada. Hoy por hoy la ganadería es muy pareja y muy uniforme en cuanto a hechuras lo que obliga anualmente al ganadero a aprobar exclusivamente la excepcionalidad de comportamiento en sus vacas.

Sobre el tipo de toro que se persigue en La Cabañuela, Antonio Bañuelos se refiere a él como un animal bajo, no muy pesador, pero con trapío y presencia. Sobre las claves de la selección que se busca en la ganadería, hablamos con Antonio Bañuelos: «El tiempo nos ha enseñado que donde no se pueden tener dudas es a la hora de la selección. Por muy buena que sea una vaca como no tenga las hechuras que buscamos no la podemos aprobar. Y por muy buenas hechuras que muestre si no es brava, tampoco», precisa. «Sin hechuras no se puede aprobar una vaca por muy buena que sea porque esa hembra será una madre que puede variar el tipo tan definido de esta casa y eso nunca lo podemos hacer», explica antes de abundar en un matiz: «Se pueden variar pesos o volúmenes pero nunca tipos. Además hoy en día estamos viendo una cosa que me parece importante y es que en las plazas de primera se está apostando cada vez más por un tipo de toro más armónico, en torno a los 520 kilos, que se mueve y se entrega mucho más y que por tanto ofrece mayor espectáculo».

TIPO DE TORO

Bañuelos defiende con argumentos un tipo de toro que es el que se impone y el que ha logrado consolidar en su casa. «Esta es una ganadería de sierra, de montaña, donde los toros se están criando en una altitud no habitual para el animal bravo. Nuestro trabajo ha ido encaminado a fortalecer al toro, a que se aclimate a la finca y a las características de la zona pero a la vez hemos ido afinando las hechuras», expone. «Con el tiempo la ganadería en lugar de embastecerse se ha ido afinando de cabos, de mazorcas y sobre todo de esqueleto. En hechuras el de ahora es un toro con marcadas diferencias con relación al de su origen. Ahora es un toro más bajo, un animal que cabe en la muleta, que es muy armónico desde el punto de vista visual pero que luego tiene una movilidad llena de transmisión y de clase».

El punto definitivo es siempre conjugar bravura y tipología. «Por las características de nuestra zona hay que buscar no sólo el tipo sino una musculatura bien conformada que surge de tener a los animales muy bien alimentados durante todo el año», admite al ganadero antes de describir: «Al ser una zona muy fría tenemos que saber conjugar las aportaciones de alimento que hay que dar a los animales en invierno que les aporta energía con otra alimentación que la compense en verano. Pero al final, el objetivo y creo que también el éxito es haber logrado criar un tipo de animal que cuando se remata tiene las características de lo que realmente buscamos».

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