Detenidos 17 grafiteros por daños de 1,3 millones en vagones

BURGOS

No es un grafiti de Banksy pero el valor de los daños generados por un grupo itinerante de grafiteros con residencia en Burgos alcanza las escalofriantes cifras del enigmático artista británico. 1,38 millones de euros es el coste de los daños causados por los grafiteros detenidos por la Comisaría de Policía Nacional de Burgos a Renfe Operadora.

La Operación Tizona, que se ha mantenido abierta desde junio de este año y se cerró el pasado 30 de octubre, se ha saldado con la detención de 17 jóvenes, la mayoría residentes en Burgos, por la autoría de 264 delitos de daños por grafitis realizados en vagones y trenes de todo el norte de España cuyos arreglos han tenido un coste que bien vale un Banksy.

Tras una serie de pintadas tipo TAG(grafitis de escritura de mensaje, letras de estilo propio o el nombre del autor) denunciadas se inicia una operación para identificar a este grupo que actuaba de manera reiterada y sistemática en el norte y que han llegado a estampar su firma en trenes europeos. En una primera fase de la operación se detuvo el 16 de octubre a 11 integrantes del grupo de los que nueve estaban en Burgos, uno en Vitoria y otro en Zaragoza. En una segunda fase se detuvo, entre el 29 y el 30 de octubre, a otros seis individuos enBurgos. Del grupo 15 estaban radicados en Burgos. El daño en los trenes y vagones se realizaron en Burgos, Miranda de Ebro, Valladolid, Medina del Campo,Salamanca, León, Santander, Asturias, Navarra, Vizcaya y Guipúzcoa.

Uno de los problemas que se han encontrado los investigadores de la comisaría burgalesa, que ha trabajado en colaboración con la Brigada Móvil Central, ha sido la enorme itinerancia delicuencial de los detenidos. «Se desplazaban por todo el norte de España, siendo un elemento que dificulta su identificación y la persecución del delito debido al reparto judicial de las denuncias en las distintas demarcaciones judiciales», exponen desde la comisaría de Burgos en una nota de prensa.

modus operandi

El grupo tenía una forma clara de cometer el delito con todas la cautela necesaria para evitar ser atrapados o identificados.En un primero momento realizaban una valoración sobre el lugar donde realizar la pintada. Medían cuestiones como la presencia de vigilantes de seguridad y la existencia de dispositivos técnicos de vigilancia en el lugar elegido. Para acceder a las instalaciones, generalmente finales de vía talleres o cocheras, dañaban las vallas, puertas o tejados para poder acceder a los trenes. Actúan de noche y buscan zonas sin cámara para actuar y cuando las tienen ocultan su rostro para no ser reconocidos. Cuando proceden a realizar la pintada van en grupo de entre cuatro o 20 personas que realizan las pintadas en toda la hilera de vagones del tren. Los puestos son o de vigilancia, de grabación de la ‘hazaña’ y quienes los elaboran los grafitis.