El Correo de Burgos

La Espuela / Basi Román, presidenta de la Asociación Abuelas de Gamonal

«Desde que empezamos, el cuento de Caperucita ha cambiado mucho»

En sentido estricto, ni es abuela ni es de Gamonal. Nacida hace 68 años en el barrio de San Cosme, se trasladó a la Barriada Inmaculada con ocho años. Con 40 ayudó a su madre a fundar la agrupación que preside desde hace dos. Ha trabajado en la venta de fruta, flores, aspiradoras... Está casada, tiene dos hijos y dos nietos adoptivos que viven en Brasil. La risa la lleva siempre al punto y se apunta a un bombardeo, siempre que sea por una buena causa

Basi Román.-Israel L. Murillo

Basi Román.-Israel L. Murillo

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A.S.R.
Burgos

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Pregunta- ¿Véndame a la Asociación Abuelas de Gamonal?

Respuesta- ¡Cómo te la voy a vender! ¡Si no es mía sola! Si fuera mía sola igual te la vendía (ríe).P.- ¿Por cuánto?

R.- No tiene valor.P.- Y si hablamos de otro tipo de venta...

R.- La puerta está abierta para todo el mundo que quiera venir, más jóvenes o más mayores, hombres o mujeres. Tenemos dos categorías, la de abuelas, que antes era solo para las que tenían nietos, pero, visto que nuestros hijos no están por la labor, aprobamos que también entraran las mujeres sin nietos a partir de los 50 años, y la de colaboradores.P.- ¿Qué se encuentra la gente cuando abre esta puerta?

R.- Calor, y no solo el de la calefacción (ríe), amigas, buen ambiente, hablamos de los hijos, los nietos y nuestras cosas, tenemos talleres de memoria, mandalas, manualidades... y hacemos paseos por Burgos.P.- Dice que se puede ser Abuela de Gamonal sin nietos en el libro de familia. ¿Esa condición se lleva en el ADN?

R.- No, dicen que las mujeres siempre tenemos un instinto maternal y cuando vienen los nietos tiene que ser el culmen de todo. Yo no he llegado a esa fase todavía porque mis hijos no quieren (ríe). A mi hija ya le digo que se le está pasando la paella entera, no solo el arroz.P.- ¿Y a usted se le está pasando el arroz como abuela?

R.- Siempre les digo ‘Ay, qué desperdicio de abuela. Cuando tengáis un hijo no voy a valer para nada’.P.- Y ni con esas...

R.- Nada, se mosquean conmigo cuando se lo digo. También se ríen.P.- No tiene nietos de sangre, pero sí adoptados. ¿Cómo lleva ser yaya adoptiva?

R.- Bien, aunque están tan lejos que solo los veo por el teléfono. Son brasileiros. Un niño muy grandote, Wallace, y una niña muy guapa, Mailly.P.- ¿Las abuelas de Gamonal son guerreras?

R.- Sí, pero en el buen sentido de la palabra.P.- ¿Hay uno malo?

R.- Sí, podríamos ser guerreras inaguantables (ríe). No es el caso.P.- ¿A qué plantan batalla?

R.- Llevamos una temporada más calmada, pero nos prestamos a colaborar en todo lo que nos digan. Siempre que sea bueno para nosotras o la gente, allá vamos.P.- Su próxima rebelión será...

R.- Eso viene sobre la marcha.P.- ¿Cuándo se ha sentido una súper abuela?

R.- ¡No lo sé! (Ríe). Siempre que estoy aquí y me siento bien, no sé si súper abuela, pero sí muy a gusto.P.- ¿Qué fantasmas le rondan?

R.- Muchos. El principal es que llegue un día que no tengamos posibles para poder venir, estar y disfrutar de la asociación.P.- ¿Han vivido momentos de vacas flacas?

R.- Gracias a Dios, no, pero llevamos muchos años que ni el Ayuntamiento ni ninguna entidad nos da subvención ni nada de nada, y entonces de aquella manera vamos tirando.P.- Entonces será gracias a Dios y a alguien más...

R.- Aquí tenemos la puerta abierta a quien quiera aportar. Da lo mismo ideas que dineros, aunque tampoco necesitamos mucho, nos basta con tener para cubrir las necesidades y el mantenimiento.P.- ¿Qué tópico de las abuelas derriban desde la asociación?

R.- Antes el tópico era que la abuela no salía de casa, ahora es todo lo contrario, no entra.P.- Así que no entran en casa...

R.- Nosotras estamos en nuestra segunda casa que es esta (la sede), venimos aquí todas las tardes, y no precisamente a jugar a las cartas, hacemos muchísimas más actividades. Desde que empezamos hace 28 años a ahora, el cuento de Caperucita ha cambiado mucho.P.- ¿Cómo es ahora esa abuela del cuento?

R.- Ya no se queda en la cama esperando a que vaya la nieta a verla, ahora es ella la que sale, va a buscar a la nieta al colegio, la prepara la comida, la cuida...P.- ¿Se sienten explotadas?

R.- No diría explotadas, pero sí abusadas por parte de los hijos. Abuelos y abuelas están sometidos al cuidado de los nietos. No son un capricho, que es lo que tendrían que ser, sino una obligación. Ahora, además, deben ayudar a mantener a los hijos y los nietos sin posibles.P.- ¿Admiten a hombres? ¿Aplican la Ley de Paridad?

R.- Sí, pero hay una diferencia, los abuelos cuentan con los mismos derechos y obligaciones, pero no tienen voz ni voto ni pueden pertenecer a la junta directiva.P.- ¿Temen que algún día se levanten en armas?

R.- No ha surgido el caso, aún.P.- Funcionan de forma asamblearia. ¿La presidenta ha dado alguna vez un golpe en la mesa?

R.- Debería haber dado más. Me lo han dicho. Soy muy blanda. Tengo mucha paciencia.P.- ¿A la tercera edad va la vencida?

R.- ¡Qué tercera edad! Aquí no hay tercera edad, ni segunda, ni cuarta, aquí cuenta la edad que lleves dentro de ti. Los años no te hacen vieja. Hay gente joven que piensa más viejo que los viejos de ahora (ríe). ¿O no?P.- Y las abuelas de Gamonal presumen de espíritu joven...

R.- Tenemos muchas ganas, ganas de disfrutar, de pasarlo bien, de ayudar, de estar...P.- ¿Han conseguido quitarles lo bailao?

R.- De momento, no. Y que ni lo intenten.P.- Puntada a puntada, ¿qué realidad quieren tejer?

R.- ¡Hay tantas cosas que querríamos arreglar! Pero no podemos.P.- ¿Qué cosas?

R.- Nos gustaría que todos nuestros hijos tuvieran trabajo y nuestros nietos una mira de futuro más halagüeña. ¿Te parece poco?

P.- ¿Como la cocina de la abuela no hay ninguna?

R.- Ninguna, sin duda. La cocina tradicional es la más rica del mundo entero mundial.P.- ¿Qué tienen el tapete y las cartas que le falta al móvil?

R.- La comunicación directa. ¡Está claro! Eso es lo más bonito y lo más necesario para la humanidad.P.- ¿A quién le cantaría las cuarenta?

R.- No acabaría (ríe). Empezando por los altos mandatarios y acabando por las propias socias de la asociación. Te digo que no acabaría.P.- ¿Qué no entienden del mundo de sus nietos?

R.- La vida que llevan ahora. Vienen con todos los derechos adquiridos, pero sin ningún deber ni obligación. Eso es lo que yo veo.P.- ¿Qué queda de la chamarilera que fue?

R.- ¡Han pasado muchos años! Solo viví 8 años en el barrio chamarilero, pero tengo buenos recuerdos porque mi madre trabajó en el Mercado Sur y yo me lo he pasado muy bien en la calle, cosa que no pueden hacer ahora los críos.P.- ¿Y de los genes ribereños?

R.- Ya me gustaría parecerme un poco a mi madre. En todos los sentidos. Era muy humana, yo creo que también lo soy, pero no tanto, ella removía cielo y tierra cuando alguien necesitaba algo. Luego gastaba mala uva, que yo no la tengo y me da rabia, pero a mí no me sale y algunas veces me hacía falta.P.- ¿Abuelita dime tú cómo terminamos esta entrevista?

R.- (Ríe). Pues animando a toda la gente a que nos conozca, que las puertas están abiertas para todas las personas. Nos pueden pedir todo menos dinero.

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