El Correo de Burgos

Valores compartidos

El IES Diego Marín Aguilera ‘presume’ de equipo de convivencia en la XX Operación Bocata / Los alumnos se sumaron a una cita que este año superaba los 13.000 participantes

Varias alumnas se comen su bocata mientras participan de las actividades que programó el centro.-SANTI OTERO

Varias alumnas se comen su bocata mientras participan de las actividades que programó el centro.-SANTI OTERO

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Hambre de solidaridad y de «brindar soluciones de vida». Hambre de justicia y empatía. Valores compartidos. He ahí solo unos ejemplos de las más que evidentes coincidencias que hallaban las representantes del equipo de convivencia del IES Diego Marín Aguilera entre su labor de mediación y la trayectoria de Manos Unidas.

En las similitudes entre ambos trabajos, más allá de sus distintos campos de acción y trayectorias -pues la organización cumple este año seis décadas de actividad-, se detuvieron precisamente Sara Martínez, Raquel López, Paula Blanco y Sara Padrones, alumnas del centro de segundo de ESO y primero de Bachillerato. Ejercían de anfitrionas ante autoridades y representantes de la entidad culpable del revuelo que reinaba en el polideportivo.Asistían a su discurso -además de sus compañeros y profesores- el alcalde, Javier Lacalle, el portavoz socialista en el Ayuntamiento, Daniel de la Rosa, el vicario general de la Diócesis, Fernando García Cadiñanos y la presidenta de Manos Unidas en Burgos, Cristina Romano. Todos se confesaban sorprendidos por el ejercicio de reflexión tras las palabras de estas jóvenes y Romano, incluso, reconocía su «gran emoción» por el estudio en profundidad de las razones de ser de Manos Unidas que compartían micrófono en mano.

«Lleva 60 años trabajando por un mundo mejor y más justo. A ello queremos contribuir nosotros con los proyectos que llevamos a cabo en el instituto contra el bullying, por la paz, de fomento de la igualdad y en favor del diálogo y la escucha activa», recordaron las portavoces, para subrayar que no solo comparten valores con la entidad social, tales como la solidaridad, la tolerancia y el compromiso, si no que coinciden incluso hasta una parte de sus logotipos: «En ambos aparecen dos manos que se agarran», indicaban antes de recibir la ovación de los presentes.Mientras ellas, sonrientes luchaban con los nervios sobre el escenario, el público daba cuenta de un almuerzo diferente. No en la forma, pues poca novedad representa un bocadillo de embutido. Sí en el fondo. Y es que tras él, un año más, reside un gesto de solidaridad. A razón de tres euros por almuerzo cada participante en la iniciativa envía a Togo mucho más que sus buenos deseos. En suma la recaudación de las más de 13.000 aportaciones logradas en todos los centros educativos de Burgos se destinará a la construcción de un centro de Formación Profesional en Kara que, ubicada al norte de Togo, es una de las más pobres del país africano.UN ENTORNO DURO

«El suelo es muy pedregoso con tierra poco profunda y, en consecuencia, los resultados de los cultivos son bastante deficientes. En ciertos momentos del año, en el periodo que antecede a las lluvias, se viven momentos difíciles para comer día a día. Los jóvenes vienen a la ciudad en busca de una salida para su futuro, estudios, trabajo, pero debido al coste de la enseñanza y la vida, muchos se ven incapaces de salir adelante y malviven en la ciudad con riesgo de caer en la delincuencia. Muchas de las familias que viven en la ciudad no pueden mantener a todos sus hijos con los pocos ingresos que tienen, entonces el cabeza de familia abandona a los que van siendo mayores para que se desenvuelvan por ellos mismos, haciendo entrar a sus propios hijos en situaciones verdaderamente difíciles», relatan desde Manos Unidas a modo de presentación del proyecto.Conscientes de estos problemas, la comunidad salesiana abrió en la zona hace 25 años un centro de Formación Profesional en albañilería, electricidad, carpintería e informática, que ha ido creciendo en importancia y en número de alumnos. El deterioro del edificio, no obstante, ha limitado mucho su capacidad y es ahí donde ‘actuará’ la solidaridad que los jóvenes burgaleses desplegaron ayer, de la que se beneficiarán de forma directa 200 jóvenes e indirectamente hasta el millar que estudia en las mencionadas instalaciones.

«Somos afortunados y además tenemos que ser conscientes que con muy poco, como comer un bocata, podemos transformar el mundo. El de hoy es un paso pequeño pero un gesto de gigante», recordaba en este sentido García Cadiñanos.

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