El Correo de Burgos

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El sacrificio de lechazos remonta hasta los 287.000 y supera la crisis

La IGP confía en alcanzar las 59.000 madres con la nueva norma

Publicado por
LORETO VELÁZQUEZ
Burgos

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Aranda

Tras años de preocupación en los que el número de ganaderías adheridas descendió, al pasar de las 1.000 contabilizadas en 2011 a las 800 actuales ,a la vez que el número de sacrificios de lechazos se reducía por la crisis y por la supresión de subvenciones a los ganaderos inscritos en figuras de calidad, la Indicación Geográfica Protegida del Lechazo (IGP) de Castilla y León comienza a levantar cabeza. Y aunque todavía está lejos de alcanzar las cifras registradas en los años de bonanza como 2013, 2014 y 2015, cuando se superaron los 332.000 lechazos sacrificados cada año, el año pasado la cifra llegó a 287.500. Según explican desde el Consejo Regulador, la caída comenzó a notarse en 2016, cuando hubo un retroceso del 7% con respecto al ejercicio anterior y de un 8% respecto a 2013.

Aunque la crisis parece ya cosa del pasado, la marca de calidad sigue teniendo retos pendientes como una falta de relevo generacional que está lejos de estar garantizada y otros problemas como la despoblación de las zonas rurales o los precios poco competitivos.Según apuntan desde el Consejo Regulador, en este cambio de tendencia han incidido sus campañas publicitarias y sus «cada vez mejores sistemas de trazabilidad y control». De hecho «se ha conseguido remontar en 2018 las cifras de sacrificios», celebra su directora, Beatriz Sánchez.

De cara al futuro, asegura que las expectativas están puestas en la modificación del pliego de condiciones con el que la IGP aumentará la zona de protección a toda Castilla y León. «Esperamos que no tardando se apruebe», confía convencida de que este incremento puede suponer un aumento de 59.000 madres. «Esto hace que las previsiones de este Consejo sean optimistas para los próximos años porque al final de lo que se trata es de conseguir que el lechazo de IGP sea reconocido como se merece y esto se traduzca en un precio superior que permita que los lechazos autóctonos (churros, castellanos y ojalados) sigan siendo el emblema gastronómico de nuestra comunidad, y que los ganaderos puedan vivir de esta actividad sostenible que forma parte de nuestra cultura», defiende.Atrás quedó la pretensión de que la IGP amparase también a la raza Assaf, una especie que fue creada por absorción con las razas autóctonas de Castilla y León, a partir de 400 animales vivos procedentes de Israel, hace más de 35 años. La iniciativa no contó con el respaldo del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, que paralizó la inclusión dando la razón a las asociaciones de criadores de ganado ovino selecto de razas castellana (Anca), churra (Anche) y la Federación Española de Asociaciones de Ganado Selecto, que entendían que la ampliación no estaba justificada y que podía dañar a la imagen de calidad de la IGP. «Está descartado por siempre jamás», zanja Sánchez.Proyecto propio

Cabe recordar que, tras comenzar en Valladolid en 1997 y pasar cerca de nueve años en Aranda de Duero, la IGP decidió en 2014 trasladar la sede desde la capital ribereña hasta Zamora. La iniciativa buscó, por un lado, dar visibilidad a la provincia donde se localiza la tercera parte de las ganaderías inscritas y, por otro, desligar el concepto de un marchamo regional que, en su opinión, estaba demasiado ligado a la capital ribereña.

La decisión, no gustó Aranda -principal consumidora de este producto-, y tras este movimiento empezó a reivindicar un proyecto propio. Aunque en principio se barajó la posibilidad de competir con una nueva Indicación Geográfica Protegida, la complejidad de certificar el ganado y las trabas que en su día puso la Administración regional obligó a decantarse por una fórmula más sencilla que además no requiere el visto bueno de la Junta de Castilla y León: la marca colectiva. Bajo el nombre ‘Lechazo Asado de Aranda’, nacerá este mismo año con el objetivo de poner en valor lo que le diferencia: una elaboración artesanal, sin aditivos y en horno de leña. La iniciativa parte de la asociación de hosteleros, Asohar, y cuenta con el respaldo del Ayuntamiento de Aranda de Duero.Aunque el reglamento exigirá lechazos de una de las dos razas amparadas en la región (IGP y Tierra de Sabor), el asador tendrá la libertad de acudir o no a la IGP de Castilla y León. «Nuestro objetivo es identificar y poner en valor el método», explicaba hace unas semanas en este periódico su portavoz, Rafael Miguel.

Pese a que la marcha de la Indicación Geográfica Protegida provocó descontento, Miguel insiste en defender una iniciativa que no busca venganza sino ofrecer un plus a los hosteleros que se asocien a la marca colectiva.

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