El Correo de Burgos

ENTREVISTA A JAVIER HERRÁN / Presidente de Javier Herrán Construcciones.

«El cliente, sea quien sea, es Dios. Hay que ayudarle antes, durante y después»

Llegó al sector «por casualidad» y a los veintipocos ya había fundando su propia empresa. Hoy recibe el FAE de Oro por su trayectoria, marcada por la cautela y la búsqueda sensata de oportunidades

Javier Herrán.-RAÚL G. OCHOA

Javier Herrán.-RAÚL G. OCHOA

Burgos

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Más vale proyecto en mano que ciento volando. Bien lo sabe Javier Herrán, incapaz de ver la crisis del ladrillo que se avecinaba pero siempre prudente, inclusive en la época dorada de créditos a troche y moche. No le quedó otra que apretar el cinturón, aunque salió reforzado. Ahora, su constructora sigue creciendo en la misma línea. Paso a paso y con capacidad de respuesta ante posibles adversidades.Pregunta.- Su empresa logró sobrevivir a la crisis del ladrillo. ¿Qué receta aplicó para salir indemne?Respuesta.- La principal fue la prudencia, la misma que aplicamos en la época de bonanza. Entre el año 2000 y 2006 había una bonanza tremenda, pero no caímos en la ‘droga’ del endeudamiento abusivo. Era muy fácil obtener un crédito, ibas por la mañana a un banco y al día siguiente lo firmabas ante un notario. Nosotros actuábamos con fondos propios para nuestras promociones de vivienda y nuestros proyectos. De hecho, en las cuentas de resultados de Javier Herrán los beneficios siempre se destinaban a reservas para posibles inversiones.Cuando empezó la época de crisis, que no vimos venir porque no somos más listos que nadie, empezamos a ver que algo sucedía porque en la última promoción que estábamos construyendo tres compradores se echaron para atrás. Entonces paralizamos el inicio de otras y empezamos a replegarnos. Esa fue la receta, replegarnos, vivir de nuestros fondos propios y seguir trabajando, sobre todo en obras para la Administración pública, que era un cliente muy importante antes, durante y después. Y también con clientes privados industriales que teníamos. Lo que hicimos fue abrir nuevos mercados.P.- No les quedaría más remedio que apretarse el cinturón...R.- Hubo que apretarse mucho el cinturón. Creo que fuimos la primera constructora en hacer un ERE. Estaba muy mal visto, fue muy duro y la gente que hoy está aquí padeció el ERE. También hubo despidos incentivados porque se dio la opción, al que quería marcharse, de indemnizar con más dinero en vez de con 20 días. Se habló con todo el mundo sobre cómo estaban las cosas y se dijo que la empresa tenía pulmón suficiente para aguantar, que no se iba a dejar de pagar salarios ni a proveedores. Eso fue lo que se hizo, nos replegamos un poco y se salió fuera. Aprovechamos para deslocalizar definitivamente la empresa. Salimos a mercados nacionales y dos internacionales: Colombia y Marruecos.P.- ¿Salió fortalecida la compañía una vez superada la época de vacas flacas?R.- Sí, ha salido fortalecida. Sobre todo porque ha aprendido que no se puede centrar en una sola cosa ni en un solo mercado. También porque en esos años de crisis, en los que quedaron muy pocas empresas constructoras tanto en nuestra ciudad como en todo el territorio nacional, aquellos mercados donde íbamos, especialmente Madrid, Toledo o Baleares; los clientes o las administraciones que contrataban con nosotros veían que éramos una empresa seria, capaz, tremendamente solvente y sin ningún problema con proveedores. No dábamos ningún problema, cumplíamos los compromisos porque está en nuestro ADN, y tanto los clientes privados como las instituciones han confiado y siguen confiando en nosotros.P.- Fundó la empresa siendo un veinteañero...R.- Llegué al mundo de la construcción por casualidad. A finales de los 70 yo era un chavalín. Con 15 años participaba en un partido político y había mucho movimiento estudiantil. Formaba parte de la Coordinadora Nacional de Estudiantes, cursaba Bup en el Mendoza, en el diurno, y a cuenta de las manifestaciones hubo unas detenciones y posteriormente se me echó del instituto. Hubo un movimiento para que se me volviera a admitir, pero solo en el nocturno. Entonces me puse a trabajar de peón y tuve un jefe al que le extrañaba verme estudiando a la hora del bocadillo. Rápidamente me cogió y me empezó a enseñar todo sobre la construcción. A partir de ahí seguí estudiando y trabajando.P.- ¿Cómo ha cambiado el sector desde sus inicios hasta la actualidad?R.- Mucho. Antes el sector era muy manual. Cuando fundé la empresa había muy poca mano de obra cualificada. Poco a poco, las obras se empezaron a planificar desde el inicio, tanto en costes como en tiempos o en formas, y la tecnología ha llegado a la construcción; pero en aquella época se hacía todo a ‘calderadas’, demasiado a ojo. Era algo que a mí me chocaba, pero por suerte hoy en día eso ha cambiado. Se ejecuta mucho mejor a pesar de que somos un sector todavía denostado, pero el sector ha mejorado y sigue mejorando. En nuestro país mucho más. Viajo mucho fuera y puedo decir que, exceptuando Alemania, me llevo sorpresas en sitios que tenemos como mitos. Por ejemplo, Noruega o Estados Unidos.P.- Aparte de la prudencia, ¿cuál es la clave de su éxito?R.- Primero, y vuelvo a recalcarlo, la prudencia. También la discreción. Somos una empresa tremendamente discreta, no vamos publicando normalmente lo que hacemos. El compromiso es muy fuerte con el cliente. Sea quien sea es Dios. Hay que ayudarle antes, durante y después del proyecto. No solo hablamos de aconsejarle sobre la obra, sino administrativamente, jurídicamente, en posventa... Lo que llevamos años haciendo es crear marca, de tal manera que nuestro portfolio de clientes, en contra de lo que la gente piensa, no es muy grande. Es pequeño pero muy repetitivo, y es muy raro que el cliente no repita.P.- Javier Herrán está presente en varias provincias de España. ¿Seguirá ampliando sus horizontes geográficos?R.- De momento, queremos asentar los que tenemos. Los vamos a ampliar con aquellos clientes que nos están llevando a los sitios. Por ejemplo, el grupo Mahou San Miguel nos encarga una planta en Córdoba y vamos a estar. O Andbank, un banco andorrano que está entrando en España, nos encarga hacer sus oficinas en Santander, Madrid o Sevilla y vamos a ir con ellos. Si los clientes nos llaman, ampliaremos el mercado, pero queremos afianzar los que tenemos fijos con presencia permanente: Madrid y Baleares.En Baleares trabajamos en Mallorca, Ibiza y Menorca desde hace años. Detectamos un nicho cuando la crisis porque sucedió lo mismo que aquí. Allí las empresas constructoras cayeron y las pocas que quedaron se volcaron en el turismo. Ahora tenemos base permanente con oficina como en Madrid. Esos dos mercados los queremos afianzar. Incluso en las expansiones, la prudencia se va a mantener. No vamos a abrir más allá de lo que podamos digerir. Lo que sí vamos a hacer es acompañar al cliente.P.- ¿Y en el extranjero?R.- No. Hemos tenido dos experiencias en Bogotá y Fez, pero aún yéndonos bien aprendimos que para salir a mercados extranjeros hay que tener mucho tamaño y presencia antes de ir. Dentro de España, a pesar de que tenemos una única Ley de Contratación, en cada Comunidad Autónoma hay una aplicación distinta. Fuera es muy difícil sujetar una estructura constante para empresas de un tamaño como la nuestra. Nos han ofrecido algún otro proyecto en el extranjero y lo hemos rechazado.P.- ¿Dónde factura más la constructora, en casa o fuera?R.- Hasta el año pasado, se facturaba más en Castilla y León. Para 2019, la previsión es reportar más ingresos fuera que en Burgos, pero nuestra base está aquí y queremos seguir trabajando aquí.P.- Uno de los principios de la empresa es la protección medioambiental. ¿Se respeta este aspecto en el sector?R.- Fuimos pioneros en Castilla y León. No nos vamos a poner medallas que no nos corresponden porque uno de nuestros principales clientes, San Miguel antes de ser absorbido por Mahou, tenían como meta allá por los 90 el medio ambiente. Entonces nos obligaron a tener el sello medioambiental y lo aplicamos a rajatabla. Al final esa exigencia se convierte en costumbre. Hemos ganado varios concursos de obra pública por aplicar sistemas medioambientales. Además, desde el año pasado la nueva Ley de Contratos da una importancia tremenda a estos sistemas. En Burgos, ganamos el concurso de rehabilitación del hospital de la Concepción porque propusimos que toda la madera que se iba a emplear, más de 3.000 metros cúbicos, se obtuviese mediante una gestión sostenible de los bosques avalada por el sello FSC, que lo tenemos.P.- FAE de Oro 2019. ¿Lo esperaba?R.- En absoluto. Llevo yendo muchos años a los FAE de Oro y nunca se me había pasado por la cabeza. De hecho, cuando me llamaron estaba en una reunión con el director técnico de la empresa y pensé que era una broma. Llamé y pregunté: «¿Por qué a nosotros cuando si de algo podemos presumir en Burgos es de ser la ciudad industrial de Castilla y León?». Además, tenemos muy buenos empresarios. Nosotros trabajamos en muchas zonas de España y muy pocas provincias tienen una industria como la que hay en Burgos.Después de preguntar nos explicaron el por qué. Nos dijeron que se había analizado nuestra trayectoria dentro de la construcción, donde se había devastado el sector, y que había sido de libro. Desde las épocas de bonanza, cuando no caímos en ‘borracheras’, hasta cómo gestionamos la crisis de una manera limpia y cómo habíamos salido de ella. Entonces decidimos aceptarlo y dar las gracias porque para mí es un gran orgullo que te lo den otros empresarios.P.- ¿Cuál es su gran reto pendiente?R.- Para algunos puede parecer frívolo o pretencioso, pero para nosotros es un reto crear marca, al igual que ocurre con los automóviles, la ropa o la alimentación. Llevamos unos años creando marca y la gente sabe por qué está llamando a Javier Herrán empresa, no a Javier Herrán Andrés.

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