El Correo de Burgos

Acciones concretas a pie de campo para reducir la huella de carbono

Mónica Ortega se alza con el Premio al mejor Trabajo de Fin de Máster de la Universidad de Burgos y Caja Rural

Manuel Pérez Mateos, Ramón Sobremonte y Mónica Ortega, ayer, antes de la entrega del premio.-RAÚL G. OCHOA

Manuel Pérez Mateos, Ramón Sobremonte y Mónica Ortega, ayer, antes de la entrega del premio.-RAÚL G. OCHOA

Publicado por
D.S.M. / Burgos
Burgos

Creado:

Actualizado:

A la hora de plantear su Trabajo de Fin de Máster (TFM) sobre el ‘Efecto del cambio de manejo del suelo agrícola sobre el secuestro de carbono orgánico en el suelo y la emisión de gases de Efecto Invernadero’, Mónica Ortega se percató de que cada vez más países europeos se preocupan por el «medio ambiente» y por la «contaminación» derivada de la «huella de carbono». También comprobó que muchas empresas miden su impacto, aunque no desde el sector agroalimentario. Partiendo de esta base, trazó un ambicioso plan de acciones concretas para que el campo aporte su granito de arena dada su alta capacidad de «capturar mucho carbono». No imaginaba por aquel entonces que se alzaría con el Premio TFM de la Universidad de Burgos (UBU) y la Fundación Caja Rural de Burgos, que aparte del reconocimiento en forma de diploma también concede una dotación económica de 500 euros.En su proyecto, Ortega aporta soluciones relativamente sencillas y muy efectivas para «compensar las emisiones de las industrias». Por ejemplo, dejando «restos de cosecha en el suelo» o empleando técnicas agrícolas básicas como una «buena rotación de cultivos» o la «fertilización de precisión». Con este compendio de medidas, esta joven estudiante de la UBU espera que el sector agroalimentario se ponga las pilas para agilizar el cumplimiento de una serie de compromisos políticos con muy buenas intenciones pero escaso grado de implementación como el Protocolo de Kioto o el Acuerdo de París.Para Ortega, el principal referente hoy en día, el espejo en el que el resto de países deberían mirarse, es Australia. Según detallaba ayer durante la entrega del premio, la nación oceánica lleva tiempo fomentando la aplicación de prácticas sostenibles en el sector agrario que permiten «calcular el carbono que se secuestra». En función de los resultados, los profesionales del campo obtienen un «beneficio» por su colaboración.«Los estudiantes necesitan alicientes», aseguró previamente el rector de la UBU, Manuel Pérez Mateos, satisfecho por el «mecenazgo que reconoce el trabajo bien hecho» a través de las aportaciones de Caja Rural y de la propia Universidad, que dispone de un «programa propio» que ha incrementado su partida en 145.000 euros para «facilitar la integración» de los alumnos, dado que «los precios públicos de las matrículas en nuestro país siguen siendo bastante elevados».El rector también hizo hincapié en que España se sitúa por debajo de la media -«un poco más del 40%»- de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos(OCDE) en lo que a concesión de becas se refiere. No en vano, recordó que el Ministerio de Educación amplió el año pasado la partida destinada a tal fin en más de 50 millones de euros hasta alcanzar un presupuesto global de 1.275 millones.Al margen de las ayudas que los estudiantes puedan recibir a través de distintas fórmulas, Pérez Mateos reconoció que en el seno de la UBU se palpa «cierta incertidumbre» porque a día de hoy el grado de Ingeniería Agroalimentaria «no tiene mucha demanda». Y es que a pesar de la «oferta» existente en Castilla y León, el «peso» de este sector en Burgos es «más del doble» que el de la Comunidad y «cuatro veces» mayor que la media nacional.En calidad de anfitrión durante la entrega del premio, el director general de Cajaviva Caja Rural, Ramón Sobremonte, destacó la «magnífica relación»de colaboración con la Universidad de Burgos desde hace más de una década y el interés de la entidad por los estudios relacionados con la Ingeniería Agroalimentaria. Asimismo, y en sintonía con el rector, manifestó su preocupación por el «déficit de alumnos» que hace algunos años llegó a poner en peligro la continuidad del grado.Sobremonte aprovechó el acto para remarcar las tres líneas de ayuda, por valor de 6.000 euros, que la entidad bancaria brinda a los estudiantes. En primer lugar, una oferta de becas para 600 alumnos de primer año que sean «hijos de socios» de Caja Rural. En segundo, compensaciones económicas a quienes realicen prácticas en empresas o cooperativas asociadas a Cajaviva. Por último, el premio destinado a incentivar la investigación que Mónica Ortega recogía ayer personalmente.

tracking