El Correo de Burgos

Frustran tres intentos de introducir droga en la cárcel en lo que va de mes

La Unidad Canina detecta a dos reclusos que volvían de permiso con cerca de 200 gramos de hachís y a una mujer con distintas sustancias para dárselas a su pareja

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De nada sirve la picaresca a la hora de ocultar sustancias estupefacientes si uno se topa con las unidades caninas de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Lo han comprobado a lo largo de este mes tres personas que pretendían introducir drogas en el Centro Penitenciario de Burgos. Confiaban en burlar los mecanismos de control, pero el olfato de los perros ha impedido que cumpliesen su objetivo.El primer caso tuvo lugar el pasado 1 de agosto. Según informa la Subdelegación del Gobierno, un interno que regresaba de permiso fue interceptado a la entrada por la Unidad Canina. A priori no llevaba ninguna sustancia tóxica encima, pero un somero examen en el Hospital Universitario de Burgos (HUBU) reveló que portaba 15 bellotas de hachís con un peso aproximado de 153 gramos.Tampoco tuvo suerte otro recluso que, al igual que su compañero, volvía este lunes de un permiso. De nuevo, los canes demostraron su eficacia al ‘marcar’ al hombre cuando trataba de entrar en las instalaciones del penal. Durante el pertinente registro, los agentes descubrieron que llevaba escondidas cuatro bellotas de hachís cuyo peso rondaba los 40 gramos.El tercer y último intento de introducir sustancias tóxicas en el Centro Penitenciario burgalés tuvo lugar el martes. En esta ocasión, la Unidad Canina no pasó por alto el olor que desprendía una mujer que acudía a la cárcel burgalesa con intención de mantener un ‘vis a vis’ con su pareja.Durante el registro de entrada, los agentes de la Guardia Civil destinados a estas dependencias comprobaron que la mujer portaba 12.5 gramos de speed, cuatro de hachís y 0.7 de marihuana. Dichas sustancias se encontraban, según fuentes de la Subdelegación, perfectamente escondidas en el interior de una mochila e incluso entre su ropa. Las drogas se encontraban embaladas y repartidas en porciones, de ahí la sospecha de que su intención fuese proporcionárselas al recluso al que iba a visitar para su posterior venta en el penal. Una vez decomisado el ‘botín’, la mujer fue inmediatamente detenida por la Benemérita.

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