Don Rodrigo sigue conquistando

«Ayer por la tarde (por el viernes) casi ni se podía andar por el Espolón. Ahora por la mañana es otra cosa, mucho mejor». No le faltaba razón a Carolina, frustrada en cierto modo porque no le quedó más remedio que abortar misión junto a un grupo de amigas para que sus hijos pudiesen jugar a gusto en un parque alejado del bullicio. Como ella, muchas familias se sumaron ayer al Fin de Semana Cidiano desde el principio para no tener que aguantar largas colas en los juegos infantiles en la ludoteca medieval de la Plaza Mayor. De entrada, la chaqueta se antojaba imprescindible porque el sol no quería calentar lo suficiente. Al final, Lorenzo se desperezó y, como siempre ocurre en Burgos, las calles comenzaron a llenarse de vecinos y turistas con ganas de viajar en el tiempo hasta el siglo XI.Mientras cientos de personas deambulaban por los puestos de artesanía ubicados en el Espolón y la plaza del Rey San Fernando, otros tantos aguardaban expectantes el paso del desfile medieval por la calle Fernán González, que en teoría debía partir del Solar del Cid, en dirección al Arco de Santa María, a las 12 del mediodía. Como si de una competición ciclista se tratase, los asistentes se apostaban a ambos lados de la calle para dejar hueco a la comitiva. Y para amenizar la espera, algún que otro pequeño caballero, de corta edad y estatura, desenvainaba su espada para batirse en duelo con sus amigos y hermanos. De eso se trata, de meterse en el papel y retrotraerse a una época sin móviles ni tablets.Todo el mundo se dio cuenta de que el desfile arrancaría con retraso al ver que los aguerridos soldados de la Escuadra Mig Cid de Alcoy (Alicante) subían por FernánGonzález para reencontrarse con el resto de asociaciones en el punto de partida. Entretanto, varios invitados de una boda en el Palacio de Castilfalé se preguntaban si la ceremonia, prevista a las 13 horas, podría coincidir con el desfile y chafar a los novios el día más importante de su vida. Por suerte, la comitiva pasó a tiempo mientras niños, jóvenes y mayores se dejaban llevar por una mezcla de solemnidad y ritmos celtas -danzas medievales inclusive- que emanaba de una larga corte de reyes, reinas, nobles, clérigos, caballeros y pueblo llano que a priori parecía interminable.Mientras a orillas del río Arlanzón se exhibían aves rapaces, máquinas de asedio, instrumentos de tortura o armas medievales; los más acérrimos seguidores de la leyenda delCid se turnaron, mañana y tarde, para recitar con la mayor de las pasiones los versos de aquel épico Cantar cuya autoría continúa siendo un misterio. Y como el saber nunca ocupa lugar, el Museo de la Evolución Humana (MEH)quiso sumarse a las celebraciones con una serie de talleres muy bien traídos sobre confección de pergaminos, pisado de uva y realización de mosto o confección de vestimentas cidianas.Había expectación por la tarde con la boda medieval, entre el público y entre los organizadores del Fin de Semana Cidiano. No es para menos, ya que Burgos aspira a convertirse en destino de referencia para la celebración de esta clase de enlaces. ¿Una ceremonia nupcial al uso? Mejor una fiesta como la que ayer contemplaron atónitos centenares de curiosos que disfrutaron de la espectacular comitiva que partió desde el Teatro Principal en dirección a la plaza de Santa María.Con tanto donde elegir, resultaba prácticamente imposible estar al tanto de todo. Lo que muy pocos perdonaron fue el espacio de Gastronomía Creativa en el paseo de Atapuerca. Quienes ayer se lo perdieron aún están a tiempo. El Fin de Semana Cidiano encara hoy su última jornada con un sinfín de propuestas y un evento que merece la pena:la conmemoración del 925 aniversario de la entrada de Rodrigo Díaz de Vivar en Valencia, en la sala Polisón del Teatro Principal, a las 11 y cuarto de la mañana.