SOCIEDAD
El último día de Bene
Benedicto Gutiérrez levanta hoy, por última vez, la persiana del kiosco de Sagrada Familia que se quedará sin relevo porque nadie quiere seguir con él
BURGOS
Desde el 2 de noviembre del año 1987 las mañanas de Benedicto Gutiérrez empezaban a las seis y cuarto. Desayuno rápido para levantar la persiana del kiosco del barrio de Sagrada Familia todos los días a las siete de la mañana. El 31 de diciembre será el último día de esa rutina porque, como rezaba un cartel en cristal del establecimiento, cierra por jubilación. El 2 de enero no habrá periódico en ese punto de venta.Algún despistado no se daba cuenta. Pedía para otro día, pero les reconocía «mañana es el último día», otros preguntaban por una revista. «No la he podido traer porque la distribuidora me quería cobrar toda la semana, por un día» y se iban con cierto fastidio a la Avenida del Cid. «Tendrás que hacerlo a partir de mañana, que es el último día», respondía sonriente. Otros ya lo saben «el último día Bene, disfrutar». Y había quien tras treinta años comprando el periódico y echando la charla con Bene, como le llaman los vecinos, le recomendaban qué hacer para que esa jubilación no se haga pesada.Ya solo quedan siete kioscos en toda la ciudadCierto es que se despide con nostalgia de los vecinos. «Son 30 años viéndolos casi todos los días, charlando con unos con otros, a mí la vida del kiosco del mostrador para afuera me encanta, me gusta despachar, hablar con la gente, ya lo de dentro no tanto es mucho trabajo y muy pesado». Reconoce que ha habido algún intento de traspaso, pero no se ha materializado. «No son buenos tiempos para el papel», reconoce, tampoco para los madrugones los 362 días del año. Sólo quedan siete valientes con un puesto al que, por el camino, le han salido mil y un competidores. «Es que no vendemos periódicos solo en los kioscos, están en las panaderías, en los estancos, librerías, supermercados y hasta en algunos bares».Él llegó al kiosco porque en una convalecencia en el hospital le comentaron que el Ayuntamiento iba a adjudicarlos y no le parecía mal trabajo. Dos años después levantaba la persiana del kiosco de 7 de la mañana a 15 de la tarde y, durante los primeros 20 años, también por la tarde de 17.30 a 20.30 horas. «El inicio fue duro, el volumen de revistas que había era grande, venían tarde, las distribuidoras daban muchos problemas…». En poco tiempo se hizo con el día a día y desde entonces hasta 2005 «siempre íbamos hacia arriba en ventas, siempre vendías más y en los 90 se vendió mucho… pero ahora desde 2006, la cosa no ha hecho más que bajar».Respecto a quienes abandonan el papel o la cultura de leer el periódico y pagar por ello reconoce que «no hay mucha, la gente no le da valor al trabajo que supone lo que se escribe en el periódico y todo el movimiento que genera hasta que llega a sus manos y que es una maquinaria que se pone en marcha todos los días». Ahora parece que «en internet lo tienen todo, solo con mirarlo, pero no es igual». Respecto a las revistas tienen «menos tirón que antes», de las del corazón dice una clienta que «ya compro menos porque sale todo en la tele, pero a veces me gusta porque al tenerlo escrito, no me pierdo». El goteo de clientes es constante hacia la media mañana del lunes.Pero no son buenos tiempos para la prensa escrita y tampoco para otros artículos que venden en el kiosco que o han desaparecido por ley, como la venta de tabaco que «yo lo agradecí», o los coleccionables o postales que ya no se venden. «No sé si será Amazon, o que cada vez hay menos coleccionistas, pero de aquellas colecciones que se hacían ejemplar tras ejemplar a penas quedan dos o tres, es un producto que ha tocado fondo». Sobre otros artículos que le gustaba vender como las tarjetas navideñas «había algunas muy bonitas, escribías tu mensaje, tenían un encanto» ya no se venden. Estas Navidades solo dos.Bene cierra un negocio, el del kiosco, que parece no ajustarse a la vida del siglo XXI después de que narra la actualidad del mundo cada 24 horas todos los días del año, menos tres. «El papel no creo que desaparezca, pero será de uso minoritario, ahora, no sé si lo que viene será mejor de lo que teníamos», reflexiona. Y con una sonrisa Bene vuelve a despedirse de otro cliente que le felicita. 2020 será el año en el que se acabaron los madrugones pero no podrá dejar de leer las noticias en papel.