El Correo de Burgos

Autismo Burgos defiende la continuidad de la Educación Especial

La asociación asegura que actualmente no existen los recursos y la formación necesaria en los centros ordinarios 

Imagen del centro educativo El Alba. RAÚL G. OCHOA

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DANIEL MONTES

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En los últimos días se ha reabierto el debate en torno al futuro de la Educación Especial y de los centros que la imparten en todo el país. El proyecto de reforma educativa iniciado por el Gobierno central se ha retomado en los últimos días con el regreso paulatino de la actividad parlamentaria. El ejecutivo plantea la progresiva incorporación a escuelas ordinarias de gran parte del alumnado de Centros de Educación Especial. De forma paralela surgió una plataforma que argumentaba que este cambio acabaría suprimiendo la existencia de estos colegios en 2030 y dejando indefenso a un colectivo con necesidades muy específicas.Desde Moncloa se negó, posteriormente, que esa fuera su intención y explicó que su objetivo es cumplir con lo acordado en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Sin embargo, diferentes asociaciones defienden que los centros, en la actualidad, no están preparados para asumir este cambio. «Sobre el papel es algo positivo, pero los colegios e institutos no tienen los recursos necesarios y el profesorado no está preparado para atender a los niños que llegarían a sus aulas», explica Javier Arnáiz, director técnico de Autismo Burgos. Exponen, igualmente, que no se ha concretado cómo se llevaría a cabo esta transición, lo que provoca incertidumbre en las familias.La presidenta de la asociación, Simona Palacios, lamenta que se haya retomado este debate durante el Estado de Alarma. «Nos ha dejado atónitos que lo hayan sacado en plena crisis. Nos hemos movilizado para que se aumente el plazo de realización de enmiendas y que se pueda debatir cuando el país esté en condiciones de hacerlo», explica. Del mismo modo, creen que el actual sistema no está preparado para dar este paso, el cual podría provocar el abandono de muchos alumnos. «Cada uno debe recibir la educación que necesita. Somos totalmente partidarios de la inclusión, pero hay niños que no se benefician de ella y están mejor en centros en los que se trabaja de una manera más individualizada y personalizada», añade.Desde la asociación defienden que el entorno de un colegio ordinario, sin la ayuda del personal adecuado, puede resultar agresivo para ellos por el elevado número de estímulos. El cambio anual de profesores y la falta de continuidad entre la escuela primaria y la secundaria resulta perjudicial para los alumnos. Se muestran partidarios de que haya una amplia gama de oferta para cada persona, pero creen que el aspecto fundamental de la enseñanza en Educación Especial radica en que estos sean felices y gocen de bienestar social.Exponen que, de forma prioritaria a la adquisición de otros contenidos curriculares o académicos, sus estudiantes desarrollan habilidades comunicativas, sociales y conductuales con las que poder socializar y vivir de la mejor forma posible. «Las familias valoran y entienden las necesidades de su hijo. En los Centros de Educación Especial han visto como ellos aprenden y evolucionan, mientras que en los colegios ordinarios han tenido experiencias negativas», añade Arnáiz.La presidenta de la asociación explica que las personas con trastorno del espectro autista procesan la información de forma distinta y aprenden de forma diferente. Esta condición es mayor si se padece además otras patologías. Al contrario que otros niños, no aprenden por imitación o reconociendo emociones de otras personas. Es por ello que estos centros cuentan con profesionales especializados, con conocimientos sobre la discapacidad. Los planes de desarrollo duran años y no cursos, ya que los objetivos de desarrollo de cada alumno son difíciles de fijar a corto plazo. «Nuestros profesionales llevan muchos años formándose e, internamente, hacen un curso previo con un tutor. Cada día aplicamos en el aula lo que se descubre en los nuevos estudios sobre autismo. Con algunos niños comenzamos cuando solo tienen un año, lo que permite una mejor evolución».En el aula se les provee de habilidades de autocuidado y relacionadas con la alimentación o el vestido, al mismo tiempo que se les proporcionan técnicas de relajación y autocontrol. Igualmente, se realizan talleres de psicomotricidad o matemáticas y se efectúan actividades deportivas, de logopedia o fisioterapia. «No hay horas distintas para cada materia. Trabajamos en cualquier contexto con todos los objetivos al mismo tiempo. Muchos no tienen un lenguaje verbal, ni gran destreza en el sistema alternativo de comunicación. Por ello, les ayudamos a expresar lo que les gusta y lo que no», comenta Palacios.Desde su experiencia personal afirman que una inclusión de estos alumnos en las clases ordinarias sin los medios necesarios les haría sufrir y quedar marginados o sufrir acoso. En los entornos menos estructurados como son el patio de recreo, el comedor o las actividades fuera del aula requerirían de ayuda de sus tutores especializados para adaptarse, comprender las situaciones y socializar. En el Centro El Alba trabajan con una veintena de niños de diferentes edades y situaciones.Sin embargo, también cuentan con las llamadas aulas integradas. Estas mantienen el mismo sistema de enseñanza, pero se encuentran establecidas en el interior de colegios ordinarios. En ellas una quincena de alumnos pueden recibir los cuidados que necesitan mientras comparten un entorno común con otros compañeros de su edad. También pueden compartir con ellos determinadas horas según las necesidades de cada uno, pudiendo regresar a su clase de Educación Especial si lo consideran. Además, para mejorar la su capacidad de socialización desarrollan actividades conjuntas entre ambos grupos.Durante las semanas de confinamiento, la imposibilidad de acudir presencialmente a las clases por la crisis sanitaria ha obligado a llevar a cabo un trabajo online. «Hacemos sesiones por videoconferencia con el profesor o enviamos vídeos con pautas a los padres con las que puedan generar rutinas. En algunos casos los profesionales acuden a los domicilios de los niños». También mantienen el contacto diario con las familias para poder resolver sus dudas y prestarles su apoyo en unos días que son de mayor dificultad. La desescalada planteada por el Gobierno permitirá que reciban terapias de apoyo en la fase uno, antes de la reapertura de los centros en la fase dos.

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