Fallece de cáncer sin lograr una sola cita presencial con su médico
Sonia Sainz-Maza, de 48 años, vecina de Espinosa de los Monteros en Burgos, comenzó a sentirse mal el pasado abril / La familia denuncia una deficiente atención en Primaria, siempre por teléfono
«Mi hermana se moría al otro lado del teléfono y Sanidad nunca le tendió la ayuda que necesitaba». Estas duras y tristes palabras las pronuncia Lydia Sainz-Maza Zorrilla, para contar las vivencias de su hermana mayor, de 48 años de edad, que falleció el pasado agosto por un grave tumor. El médico de cabecera del Centro de Salud de Espinosa de los Monteros no le dio nunca una cita presencial y tras un periplo de tres meses consiguió un diagnóstico cuando ya era muy tarde para ella.
La familia denuncia que la Consejería de Sanidad se ha olvidado de que existen otras enfermedades graves, más allá del coronavirus, y por tanto añade que no todos los pacientes ni todas las dolencias pueden atenderse telefónicamente. «Hemos perdido nuestros derechos sanitarios», sostiene la hermana, que recuerda que Sonia pasó tres meses siendo atendida por teléfono.
El médico de cabecera del Centro de Salud de Espinosa de los Monteros no le dio nunca una cita presencial y tras un periplo de tres meses consiguió un diagnóstico cuando ya era muy tarde para ella.
Un drama familiar que ha encontrado eco en el líder del PSOE de Castilla y León, Luis Tudanca, quien en su cuenta de Twitter aseguró que conocer este caso «conmueve y remueve» y la situación le lleva a afirmar que «esta no es la sanidad pública que merecemos y necesitamos».
Sonia fallece este pasado agosto por un cáncer de colon que sólo dio síntomas en abril a través de un dolor fuerte en la pierna a la altura de la ingle. Su familia se pregunta si Sonia, que trabajaba en una residencia de ancianos, es otra víctima del coronavirus. Dado que achacan a la pandemia la deficiente atención sanitaria recibida, según ellos mismos cuentan.
La atención telefónica es inaceptable e inmoral», afirma con rotundidad Sainz-Maza, que indica que en pleno septiembre, más de seis meses después de declararse la pandemia, se mantiene este tipo de atención médica
«Por teléfono no se puede apreciar el deterioro de las personas ni su sufrimiento y por teléfono no se puede hacer un diagnóstico certero. La atención telefónica es inaceptable e inmoral», afirma con rotundidad Sainz-Maza, que indica que en pleno septiembre, más de seis meses después de declararse la pandemia, se mantiene este tipo de atención médica.
El 17 de abril Sonia llama por primera vez a su médico, en el Centro de Salud de Espinosa de los Monteros, y le refiere sus dolores y que había perdido 5 kilos en unas semanas. Desde ese momento se suceden numerosas llamadas porque las dolencias van a más, la medicación no le sienta bien, sigue perdiendo peso, se nota fatigada casi todo el día y le cuesta andar.
Algunos de estos síntomas ni siquiera se reflejan en la historia médica de Sonia, como ha podido comprobar su familia a posteriori al solicitar esta documentación. «A pesar de las persistentes llamadas su médico de familia nunca consideró verla en consulta, ni explorarla, ni siquiera le mandó una analítica en todas estas semanas», relata Lydia.
Al salir de la consulta, desesperada por sus dolores, entró en urgencias del HUBU, dónde prácticamente le riñeron por acudir al servicio en mitad de una pandemia y allí tras explorarla la mandan a casa
Consiguió cita con el traumatólogo del Hospital Universitario de Burgos (HUBU) el 18 de junio y el especialista la despachó asegurando que los traumatólogos no ven «lumbociatalgias», que es lo que había puesto en el volante su médico de Atención Primaria, y la aseguró que debía esperar a que la viera el rehabilitador. «Dio por cierto un diagnóstico que el médico de cabecera le había hecho por teléfono y ni la revisó», precisa. La cita con el rehabilitador la tiene para marzo del próximo año 2021.
En Vizcaya la atención fue peor, de nuevo la insisten en que no es conveniente ir a un hospital en plena pandemia
Al salir de la consulta, desesperada por sus dolores, entró en urgencias del HUBU, dónde prácticamente le riñeron por acudir al servicio en mitad de una pandemia y allí tras explorarla la mandan a casa con una «tendiditis músculo isquiotibial». Dos días más tarde (20 de junio) se presentó en Urgencias del Hospital de Cruces (Bilbao), dado que al residir en Espinosa, tiene la posibilidad por convenio de ser atendida en este centro. En Vizcaya la atención fue peor, de nuevo la insisten en que no es conveniente ir a un hospital en plena pandemia. El diagnóstico, de nuevo, «lumbalgia» y pusieron en duda que llevara perdidos siete kilos.
La insistencia de Sonia ante su médico de cabecera hace que el 9 de julio le pida una analítica y, a la vez, le citaron en traumatología en el centro médico de Doctor Areilza en la capital bilbaína, donde sí atienden lumbalgias.
Acude de nuevo a Cruces donde se queda ingresada y, por fin, le dan un informe en el que se reflejan todos sus síntomas. En los siguientes días le indican que padece un cáncer de colon con metástasis y Sonia ya no vuelve a salir del hospital.
El lunes, 13 de julio, la paciente llama a su doctor para pedirle los resultados porque no la llamaba para dárselos. Al ver esa analítica, donde muchos de los marcadores daban alterados, le indica su médico que debe ir al hospital porque igual necesitaba una transfusión al ver una anemia grave. Ese mismo día acude de nuevo a Cruces donde se queda ingresada y, por fin, le dan un informe en el que se reflejan todos sus síntomas. En los siguientes días le indican que padece un cáncer de colon con metástasis y Sonia ya no vuelve a salir del hospital. Fallece un 13 de agosto por complicaciones diversas fruto de su grave afección. «Hay otras enfermedades y nos vamos a morir de ellas si no nos atienden», manifiesta Lydia Sainz-Maza.
La familia ha puesto quejas en atención al paciente y está hablando con un abogado para conocer las posibilidades de denunciar lo que consideran una deficiente atención en Primaria que luego se agravó con su paso por el especialista del Hospital Universitario de Burgos. Según indica su hermana, «han sido tres meses en los que al dolor que Sonia padecía se añade el dolor del trato recibido entre abril y julio».
«Sonia tenía ganas de luchar, cuando empezó con el tratamiento decía que se encontraba mejor, pero su cuerpo decía otra cosa»
La cita en el traumatólogo de Bilbao ya no fue necesaria porque ya estaba ingresada en Cruces. Pocas semanas antes de su hospitalización Sonia pidió la baja médica y tuvo la oportunidad de que la viera el médico de la mutua de su empresa en la capital burgalesa. El 2 de julio le hicieron una radiografía y el resultado que le dan es que padecía una «artrosis lumbar y pélvica» y de ahí los fuertes dolores que sentía.
Como dice Lydia, puede que la dolencia de su hermana fuera tan grave que igual no habría podido sobrevivir mucho más allá de agosto, sin embargo quizá hoy, si la hubieran hecho una analítica o una exploración antes, podría seguir estando con su familia recibiendo un tratamiento adecuado. «Sonia tenía ganas de luchar, cuando empezó con el tratamiento decía que se encontraba mejor, pero su cuerpo decía otra cosa», lamenta.