El Correo de Burgos

TRIBUNALES

«No hay duda de que David bajó a casa de la víctima con la pistola»

Las llamadas intervenidas hicieron pensar a los agentes que asesinó al escayolista de Miranda de Ebro / Fue necesaria la prueba del Luminol para revelar pequeños restos de sangre en la vivienda

El acusado mira al suelo durante un momento del juicio que se está celebrando en el Palacio de Justicia. SANTI OTERO

El acusado mira al suelo durante un momento del juicio que se está celebrando en el Palacio de Justicia. SANTI OTERO

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Los agentes que participaron en la investigación del asesinato de Fernando Javier Martín, el escayolista de Miranda de Ebro, lo tienen claro. D.D.J., acusado principal del crimen, bajó desde su casa en el piso doce hasta la vivienda de Fernando, en el piso ocho del mismo bloque de viviendas, con una pistola. «No tenemos ninguna duda de que fue así», aseguraba en su declaración uno de los agentes del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga de la Guardia Civil de Segovia. La certeza de los agentes deriva de las conversaciones telefónicas que tanto el acusado como su familia mantuvieron el día del crimen.Y es que la familia del acusado- en concreto el propio D.D.J., uno de sus hermanos y el padre- tenía sus teléfonos intervenidos por la  Guardia Civil de Segovia ante la sospecha de la existencia de una red dedicada al narcotráfico y fue al albur de esa operación como los agentes descubrieron la vinculación del asesinato ocurrido en Miranda con los  miembros de esta organización criminal.  De hecho, en la tercera sesión del juicio por el que D.D.J. se enfrenta a veinte años de prisión por el asesinato con alevosía de su vecino así como por tenencia ilícita de armas, se pudo escuchar una de las llamadas efectuadas el día de los hechos en la que intervienen la mujer del presunto autor del asesinato y la madre de él.En el audio, la esposa de D. hace referencia a que «tiene la ‘chisma’ en la mano» y poco después se escucha de fondo a la madre del acusado comentar que «lleva la pistola». «Se escucha de fondo, en un momento en el que la madre cree que no se la oye», explicaba uno de los agentes.En la llamada, los padres del acusado temían que «hiciera algo a su hermano, ya que pensaba que era él quien le había robado un kilo de cocaína», matizaba otro de los agentes que declaró como testigo. «Siempre estaban discutiendo», apuntaba el agente sobre la relación del acusado y su hermano. De D.D.J. también señalaron que «era habitual que consumiera alcohol y drogas todos los días» y que «era habitual que se pusiera violento con supuetos clientes», añadía el agente. También se pudieron escuchar dos llamadas más. La primera se producía a las 1.31 horas, después de los hechos. En ella se puede escuchar al padre del principal acusado pedir un hule a su mujer. «Pensamos que era para envolver a la víctima o para retirar objetos manchados de sangre», afirmaba el guardia civil.de Segovia. Cerca de las 4 de la mañana, se produce otra llamada «en la que olvidaron apagar los teléfonos durante cinco minutos». En ella «se escucha que están arrastrando o moviendo algo (en referencia al cadáver), pero está claro que no se puede determinar qué es», añadía.En la viviendaDespués de que unos amigos de la víctima dieran aviso a la Policía local de que no lograban contactar con él, los agentes se pusieron en contacto con el hermano de Fernando, que disponía de llaves del domicilio. Sin embargo, la  cerradura había sido forzada con un radiografía presuntamente por la familia del acusado y los otros dos implicados en la desaparición del asesinado.Fueron los bomberos quienes tuvieron que acceder por una ventana y abrir la puerta. «No había indicios de que allí hubiera ocurrido algo, ni había rastros de sangre», explicaba uno de los policías locales que accedió a la vivienda.Tuvo que ser la Policía científica la que revelara restos de sangre en diversos puntos de la vivienda a través del Luminol, una de las técnicas más utilizadas como indicadoras de la existencia de sangre. De hecho, uno de los policías nacionales reseñaba que en otra de las llamadas de aquella noche «se escucha a la madre del acusado decir que tenían que limpiar porque había mucha ‘Fanta’ por el suelo, en clara referencia a la sangre».«Había restos en la puerta de acceso y en objetos del recibidor, así como en el interruptor y en la pared del pasillo y en el suelo de una de las habitaciones», confirmaba otro de los agentes, quien explicó  que «la sangre puede desaparecer si se limpia muy bien pero siempre quedan pequeñas trasferencias».En el pasillo también se encontró el impacto de una bala en la pared así como botes de disolvente usado para cortar sustancias y bolsas de plástico, elementos que se suelen encontrar en los espacios que en el argot policial denominan guarderías o lugar de ocultación de estupefacientes. Días después se producía la inspección ocular de la vivienda del principal acusado, donde los agentes se percataban de una pequeña obra de yesería en una de las paredes de la vivienda. «Nos llamó la atención porque parecía reciente, pero no estaba fresca y no estaba muy bien acabada».Al picar en el lugar, los policías encontraron «el doble fondo donde D.D.J. guardaba diversa munición, entre ella balas que se correspondían con la que mató al fallecido». En cualquier caso, los agentes encargados de la investigación recordaron que «nunca se llegó a encontrar ni el arma del crimen, ni la bala que produjo la muerte de Fernando».Precisamente sobre la muerte del escayolista, uno de los agentes que participó en la autopsia certificó que «la bala había entrado por la espalda y salido por el estómago».Una relación normalEsta mañana también declaraba en el Palacio de Justicia el hijo del fallecido, quien aseguraba tener con su padre «un buena relación». Añadía que a pesar de contar con llaves de la vivienda de su padre y tener habitación propia en el inmueble nunca vio nada que le hiciera sospechar de un posible consumo de drogas por parte de su progenitor o de que allí se guardan estupefacientes.

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