El Correo de Burgos

Los siete guardianes de los tesoros del Mendoza, un legado educativo único

Décadas de esfuerzos académicos se conservan en las paredes del Instituto Cardenal López de Mendoza que el Grupo de Patrimonio trata de mantener, recuperar y difundir

Equipo de Patrimonio del Instituto Cardenal López de Mendoza: Sentados Jesús Rodríguez, María Luz García Parra, Ana Mayoral Canalejas; Detrás, Marisa Amor Tapia, Tere Lastra Palacios, Guiomar González Hernández y Daniel Domínguez. TOMÁS ALONSO

Equipo de Patrimonio del Instituto Cardenal López de Mendoza: Sentados Jesús Rodríguez, María Luz García Parra, Ana Mayoral Canalejas; Detrás, Marisa Amor Tapia, Tere Lastra Palacios, Guiomar González Hernández y Daniel Domínguez. TOMÁS ALONSO

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Los profesores del Instituto Cardenal López de Mendoza son conscientes de la historia evidente, que incluso acerca a más de un turista despistado, y la que esconde el centro educativo. El esfuerzo de cientos de profesores que desde que fue Colegio San Nicolás hasta que se convirtió en el Instituto de Secundaria de referencia en la provincia en el siglo XIX y que afrontó  la transformación educativa del siglo XX y de la época actual. Del sillar del renacimiento al aula virtual el foco siempre está en el alumnado. Pero conservar el pasado, hacerlo visible a la comunidad educativa y a la sociedad burgalesa, es una asignatura más a la que dar contenido. «Es un legado que tenemos la obligación de cuidar, nuestra intención es potenciar que el Mendoza no es solo un lugar histórico y patrimonial sino que, en su interior, se conserva mucho patrimonio», explica el profesor de Filosofía y Miembro del Grupo de Patrimonio, Jesús Rodríguez. 

«Es un legado que tenemos la obligación de cuidar, nuestra intención es potenciar que el Mendoza no es solo un lugar histórico y patrimonial sino que, en su interior, se conserva mucho patrimonio»

Ese ingente patrimonio va más allá del edificio de la parte noble del centro. Se centra en la biblioteca histórica, de mas de 1.500 volúmenes, una colección de mapas, auténticos tesoros cartográficos que esperan su momento para lucir más lustrosos. También un Museo de Historia Natural con maquetas singulares, algunas que llegaron a la Exposición Universal de Philadelphia en Estados Unidos en el siglo XIX. Auténticos tesoros en papel maché para explicar cuestiones de flora y fauna conviven con piezas de bibliografía histórica. El centro ofrecía enseñanzas del ámbito agrícola y de educación religiosa en el pasado. Además se nutren esos fondos históricos con donaciones anónimas o de antiguos profesores como fue la ingente biblioteca de Eloy García de Quevedo. Ver la lista de directores y catedráticos ilustres del centro es darse una vuelta por el callejero burgalés.

Ver la lista de directores y catedráticos ilustres del centro es darse una vuelta por el callejero burgalés.

El grupo de patrimonio es un equipo multidisciplinar que a las clases une este trabajo de coordinación para «reconocer el valor de tantos y tantos profesores que, desde siempre, han considerado que este legado tenía una importancia y han dedicado muchas horas personales a su cuidado», explica la directora del centro, María Luz García Parra.  El equipo,  García Parra y Jesús Rodríguez también está  integrado por Marisa Amor Tapia (Geografía e Historia), Ana Mayoral Canalejas (Biología y Geología) Tere Lastra Palacios (Lengua y Literatura), Guiomar González Hernández (Física y Química) y Daniel Domínguez (Matemáticas). 

Todos ellos se reúnen cada miércoles para definir el trabajo en el cuidado del Museo de Historia Natural, de la Biblioteca Histórica, la colección de mapas y la de fotografías. Sobre los últimos versarán sendos nuevos proyectos en los que ya se está  trabajando. «Tenemos unas láminas de mapas históricos que son bastante interesantes y a ver si tenemos capacidad para poderlos restaurar y exponer», explica la directora del López de Mendoza. Añade, también, que la próxima exposición será de fotografías históricas. «Son imágenes de un fotógrafo burgalés residente en Madrid que queremos mostrar en una exposición a ver si puede ser en este curso», explica Jesús Rodríguez. 

Ser custodios de tanto material que hay que identificar, siglar, archivar, documentar y conservar no les da tiempo a algunas labores que podrían avanzar. «No nos da tiempo para hacer investigación, pero cada libro daría para una investigación en si misma y es una lastima pero no lo podemos asumir», añade Marisa Amor. Están abiertos a la consulta científica de investigadores, a que alguno de estos tesoros formen parte de una tesis. Interés hay. «Si que llaman de vez en cuando investigadores, es algo poco común en un instituto, pero nos pasa», explica Tere Lastra. 

Este grupo de trabajo cuenta con el reconocimiento del Centro de Formación del Profesorado pero «el grupo hace más horas de las que se reconoce porque siempre hay cosas que tratar y trabajo por hacer», explica García Parra. Es la vocación de custodiar aquella otra manera de enseñar que esperan cale en la sociedad burgalesa para que no se olvide.

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