De la Rosa recuerda al «paracaidista» Maroto sus pactos con Bildu: «No tiene vergüenza»

Consciente de que el PP está utilizando la inclusión de antiguos integrantes de la extinta banda terrorista ETA en las listas de EH Bildu de cara a las elecciones municipales, el alcalde y candidato del PSOE en Burgos, Daniel de la Rosa, no ha querido desaprovechar la ocasión de cargar contra Javier Maroto, que ayer respaldó públicamente a la 'popular' Cristina Ayala, por sus pactos con la formación independentista cuando era regidor de Vitoria. 

«No tiene vergüenza», manifestaba De la Rosa mientras volvía a desmarcarse del PSOE de Pedro Sánchez al ser partidario de «no llegar a ningún acuerdo» con la agrupación abertzale y «dejarles de lado». No en vano, ha insistido en que «las reglas de la democracia deben respetarse». Ayer, cuando Maroto «pactaba con los independentistas»; y hoy, máxime tras el rechazo de los siete candidatos de Bildu con delitos de sangre a sus espaldas a ocupar su escaño en caso de resultar elegidos. 

Tampoco pasa por alto el regidor burgalés el hecho de que Maroto sea un «paracaidista», a raíz de su empadronamiento en la provincia de Segovia para acceder al Senado, al igual que la cabeza de lista del PP, Cristina Ayala, y de su número 2, Borja Suárez. Sea como fuere, De la Rosa está convencido de que «se le acabó la campaña al Partido Popular en esta ciudad». 

«¿Qué va a decir ahora la señora Ayala? ¿Cuál va a ser su proyecto? ¿ETA, Bildu, Sánchez o Burgos?», se preguntaba el primer edil convencido de que «poco tiene que ofrecer» salvo seguir «intentando faltar al respeto» y «confundir a los vecinos de nuestra ciudad hablando de todo menos de la ciudad».

Volviendo a Maroto, De la Rosa ha recordado que, nada más acceder a la Alcaldía tras la abstención de Vox que impidió el pacto entre el PP y Ciudadanos, el senador vasco empadronado en Castilla y León «se atrevió a decir que iba a durar 24 horas porque anunció una moción de censura desde Génova». Ahora, a punto de culminar la legislatura y en medio de una campaña marcada por la crispación entre los dos principales partidos, el candidato socialista confía en «seguir otros cuatro años como mínimo».