«Acompañamiento, escucha y mano tendida a las necesidades que puedan surgir»

Música de fondo, expectación, alegría y, por encima de todo, orgullo de barrio. El 21 de enero de 2024 ya forma parte de la historia de San Cristóbal. La gigantesca bufanda multicolor de 75 metros tejida por medio centenar de vecinos en poco más de una semana pone de relieve que la importancia del trabajo comunitario. Una simple imagen, la de esta prenda enrollada entre los postes de la entrada del centro municipal, vale más que mil palabras. 

Llegaban en procesión decenas de personas al punto de encuentro custodiando esa bufanda que «pretende abrazarnos y dar calor». Dos vecinas se encargarían, al inicio del acto, de ensalzar los valores que configuran la identidad del barrio: «acompañamiento, escucha y mano tendida a las necesidades que puedan surgir». Y proclamaron, aunque todo el mundo lo sepa, que «nuestras diferencias nos enriquecen». 

Se hizo mención al trabajo desempeñado desde la parroquia de San Juan de Ortega, que a través a la campaña Vecineando logró recaudar 1.850 euros tras la rifa de una cesta de Navidad con productos donados por establecimientos del barrio. De esta forma, Cáritas ayudará a familias burgalesas en situación de pobreza energética. 

Aparte de visibilizar el potencial de San Cristóbal desde la calle Alcalde Martín Cobos, gracias a la bufanda «se han tejido nuevas relaciones». La bufanda, en definitiva, permite «simbolizar los lazos que cada uno de nosotros vamos tejiendo con nuestros vecinos». Distintas piezas, con multitud de colores, que encajan en este largo puzle cooperativo que viene a demostrar lo mucho que «nos necesitamos». 

«Que ni el individualismo ni la indiferencia nos puedan», concluía un comunicado que los asistentes aplaudieron a rabiar. Pero no se limitaría el acto tan solo a instalar la bufanda en lo alto de los postes. También se quiso rendir un cálido homenaje a todos aquellos «vecinos que impulsaron y lucharon por este barrio». Para ello, se habilitaron unas mesas con tarjetas donde escribir sus nombres y apellidos. 

La iniciativa caló hondo en muchos de los vecinos y se les ofreció el micrófono para compartir con el resto a quiénes iban dirigidas sus dedicatorias. Se apreciaban lágrimas corriendo por más de una mejilla y no era para menos. San Cristóbal afronta su presente y mira hacia el futuro, pero jamás olvidará su pasado ni a quienes lo construyeron. 

El aperitivo -con moscatel- ya estaba en marcha cuando Mikel y David terminaron de colocar y afianzar la bufanda con bridas. A continuación, tocaba clavar las tarjetas en recuerdo a todas esas personas que «siguen arropando y dando luz al barrio». Se las llevará el viento, la lluvia o una mezcla de ambas. Sin embargo, sus nombres permanecerán para siempre en este punto de encuentro que  representa, sin el más mínimo atisbo de duda, el corazón de San Cristóbal.