TROTABURGOS
Así es el pequeño pueblo de Burgos unido a un importante Monasterio
La localidad nació junto a la comunidad de monjes a la que se ha mantenido unida a lo largo de los siglos
En el sudeste de la provincia de Burgos, en el del valle del Tabladillo, a 1.000 m. de altitud, se encuentra la localidad de Santo Domingo de Silos. Rodeada de montes de rocas calizas, con una vegetación de encina, enebros, sabinas y pinos. Una localidad surcada por el arroyo Mataviejas y el río Peñacoba que se dirigen hacia el oeste buscando el Arlanza.
No se conoce con seguridad cuando se asentó en la zona la población, ya que se han recuperado restos de cerámicas de la Edad de Bronce, asentamientos que se unen a los restos celtibéricos, romanos y visigóticos recuperado en los altos de la cercaba Yecla.
La historia de la abadía y de la villa de Silos,han seguido la misma senda. Ya que todo parece indicar que antes de la existencia del pueblo estuvo el monasterio, heredero de la vida monástica que acogía el valle antes de su fundación en el siglo IX.
La primera referencia escrita del monasterio de Silos, es de 954, en un texto que relata cómo el Conde de Castilla, Fernán González, donó sus territorios y el dominio de la zona, para que allí se asentara la comunidad religiosa. Un lugar donde eran constantes las incursiones de Almanzor, en la frontera entre los territorios cristianos y los del Califato de Córdoba.
Debido a los estragos de Almanzor, el monasterio cae en gran decadencia. Hasta que en el año 1041, enviado por el rey Fernando I de Castilla, llegará el monje riojano Domingo Manso. Es nombrado abad y con su ímpetu restaurador y su santidad, levanta el monasterio silense. Muere el 20 de diciembre de 1073. Es canonizado en 1076 y, por la fama de sus milagros, su tumba se convierte en lugar de peregrinación.
La Baja Edad Media coincide con una etapa menos brillante de la abadía castellana. Pero, en 1512, el monasterio se adhiere a la Congregación Benedictina de Valladolid y se va formando el monasterio moderno junto al medieval: muralla, ala sur para las celdas de los monjes, capilla de Santo Domingo, iglesia neoclásico-barroca.
Su claustro es famoso en todo el mundo. Una de las mejores y más bellas manifestaciones del románico. Ha llegado hasta nuestros días casi por casualidad. La comunidad quiso tirarlo para modernizar las estancias en un estilo gótico, parecido al que luce el Cenobio de Oña. Pero se quedó sin dinero, después derribar y engrandecer su iglesia.
El pueblo de Silos
De forma paralel a la vida entre los muros del monasterio transcurre la vida de la villa de Silos. Se sabe que dependió del abad hasta el año 1440, fecha en que los monjes vendieron el lugar a la casa de los Velasco, Condestables de Castilla, así lo atestigua el escudo que puede verse en la puerta de la Fuente.
En la actualidad Silos ha perdido casi por completo su aspecto medieval de recinto amurallado. Solo quedan dos puertas, la de San Juan y de la Calderera. En este momento es un lugar abierto, con numerosas propuestas dispuestas para la acogida al visitante, con establecimientos, hoteles y restaurantes preparados para brindar un viaje inolvidable.
Como historia propia, la localidad guarda episodios importantes, como su fiesta de los Jefes. Un evento de Interés Turístico de Castilla y León que se celebra el último fin de semana de enero. Se trata de una de las fiestas más famosas de la provincia burgalesa, con un pasado que se remonta a 1880, y que se recuperó en 1999.
Rememora cómo el pueblo de Santo Domingo de Silos se liberó del ataque musulmán, simulando un incendio. Cuenta la leyenda que durante la invasión musulmana de la Península, el ejército musulmán sitió la villa de Silos, y ante la desigualdad de las fuerzas, a un vecino se le ocurrió la idea de simular un incendio, y con él la destrucción de todos los bienes que hubiera en el pueblo. De esta manera el enemigo daría por inútil cualquier intento de asalto.