Burgos ronda los cincuenta divorcios al mes y más del 60% se consensúan
Si bien el total de rupturas oficiales hasta septiembre caía respecto al 2023, el dato reciente supone un 25% más que el de hace dos años. Los abogados tratan de facilitar acuerdos que eviten un litigio
Más de cincuenta matrimonios sellaron cada mes de 2024 su ruptura de manera oficial: 18 cada semana, más de uno al día. Bien vía divorcio, bien por separación (suspensión), de forma consensuada o litigio mediante, esa es la llamativa media que arroja la estadística trimestral difundida por el Consejo General del Poder Judicial.
La suma de las demandas de disolución presentadas en los juzgados de la provincia eleva a 462 el total de los primeros nueve meses del año pasado (el registro de octubre a diciembre está aún por publicar) y refleja una apuesta mayoritaria por el acuerdo. En seis de cada diez casos el punto y final -con todo lo que implica en estas circunstancias- se alcanzaba por consenso. Coinciden los datos fríos con la percepción subjetiva de los profesionales especializados en la materia. Tania Simón, abogada de Familia, confirma no solo la tendencia al alza general de estos procedimientos, sino también la propensión a pactar las condiciones para evitar un pleito que prolongue el desenlace sin contentar a nadie.
«Suele pasar que cuando uno cede y llega a un consenso tiene sensación de conformidad, de haber ganado, que, en caso contrario, si un tercero te lo impone, no existe», detalla. «Todos los implicados -letrados, jueces, fiscales...- preferimos el acuerdo y son muchas parejas las que llegan con esa idea. Otras, comienzan el contencioso y durante la tramitación acaban llegando a un pacto», explica Simón, convencida de que es lo más recomendable para todas las partes.
Así ocurría, de hecho, en 293 casos (277 divorcios y 16 separaciones) de los acumulados entre enero y septiembre. Por trimestres, el año arrancaba con 99 divorcios consensuados hasta marzo y repetían los sucesivos con 89. Los 162 no pactados se reparten en 62, 50 y 50, respectivamente, mientras que las separaciones de mutuo acuerdo, apenas 16, eran 4, 3 y 9 y las dictadas por resolución judicial 0, 5 y 2.
Este total implica un leve descenso respecto al mismo periodo del año anterior, pues en 2023 se alcanzaron las 499 disoluciones hasta septiembre: 484 divorcios (302 consensuados) y 15 separaciones, pero supone un importante aumento, superior al 25%, en relación con los datos de 2022, que sumaba en sus primeros nueve meses 397 casos, 377 divorcios (246 con acuerdo) y 20 separaciones.
Simón considera que respecto a tiempos pasados el auge es claro y, ya como opinión personal, subraya, puede deberse a varios factores. «La mentalidad ha cambiado en muchos sentidos, el valor del compromiso es diferente y hoy en día el proceso es más fácil», indica, para añadir como elemento relevante la emancipación de la mujer. «Tenemos nuestros propios medios y no dependemos de nadie, por lo que si la situación no nos gusta estamos más capacitadas para poner fin», afirma.
Con todo, según su experiencia, convendría facilitar el acceso a apoyo psicológico a las parejas que se enfrentan a estas crisis. «A veces no se acude a terapia por falta de recursos y estoy segura de que, de hacerlo, hay parejas que finalmente no se divorciarían», sugiere, partidaria de implementar una mediación de carácter intrajudicial (que es el mecanismo de resolución de conflictos que se lleva a cabo en el marco de un proceso judicial, frente a la extrajudicial, independiente y previa al mismo, que ya existe en Familia) para ayudar en estos casos que, a la postre, implican «descalabrar» la vida de los implicados y es mucho más que una desavenencia sentimental, pues afecta a «aspectos sensibles, como la vivienda, los hijos o el dinero».
De hecho, preguntada por los pasos a dar en caso de intuir -o concluir- que el matrimonio no tiene futuro recomienda acudir en primer lugar a un psicólogo en caso de que existan dudas y, una vez esté claro, si se opta por romper, «hay que ir a un abogado y asesorarse legalmente» para conocer el camino que han de recorrer, «qué medidas hay que adoptar y a quiénes van a afectar».
Celebra la abogada que entre su colectivo exista gran conciencia de acuerdo y resalta que, cuando hay niños de por medio, el enfoque ha de primar su protección, por ser la parte más vulnerable, «de ahí que nuestro papel sea clave para que el resultado final sea lo mejor para ellos».