El Correo de Burgos

Rubén Sáenz, candidato a Mejor Docente de España: «Etiquetas como ‘generación de cristal’ simplifican una realidad compleja»

Más de 2.000 candidaturas, 10 finalistas y solo uno de Castilla y León en los Premios Abanca Educa. Burgalés de nacimiento y arandino de corazón, trabaja actualmente en el instituto Sierra de Ayllón (Segovia)

Rubén Sáenz del Amo, candidato a Mejor Docente de España 2024.

Rubén Sáenz del Amo, candidato a Mejor Docente de España 2024.CRISTINA VETIA TUDANCA

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Cuando se enteró de la noticia, de aquella «sorpresa absoluta», Rubén Sáenz del Amo sintió una «mezcla de responsabilidad y profunda gratificación» hacia sus alumnos del instituto Cardenal Sandoval y Rojas de Aranda de Duero. También se acordó de las familias, igualmente cómplices de la nominación. Puede que no perciba la educación como «una labor hecha a base de reconocimientos», aunque agradece este espaldarazo. Gane o no, llegar a la final ya es un reconocimiento en sí mismo y se lo dedica especialmente a Carmen, Raquel, Gloria, Susana, Iris, Bea y Lourdes: las «amigas, compañeras y mentoras que me impulsan y me impulsaron desde el inicio». El 15 de marzo, en A Coruña, sabrá si se lleva el galardón.

Pregunta. Algo haría bien para que le nominasen.

Respuesta. Tenemos dos orejas y una sola boca, algo nos indica que a veces, primero, debemos escuchar el doble de lo que hablamos. Si algo intento cada día es mostrar voluntad en que los alumnos se sientan escuchados y comprendidos. Solo de esa manera se puede conectar con ellos de una forma auténtica. La orientación educativa no es solo guiar en el ámbito académico, sino acompañar en lo emocional, dar herramientas para la vida y hacerles sentir que tienen un potencial enorme, aunque en ocasiones ni ellos mismos lo vean. Pero seamos honestos, son ellos los que me han enseñado a mí más de lo que yo les he podido enseñar.

Me considero como un trampolín que ayuda a impulsar a los chicos a ser libres, creativos, auténticos y a explorar su identidad sin miedo al juicio. El objetivo no es destacar, sino vivir de acuerdo a quien realmente somos. Tenemos que soñar más en grande.

P. ¿Qué huella le ha dejado su paso por el Cardenal Sandoval y Rojas?

R. Ha sido una experiencia transformadora, partiendo sobre todo de que ha sido mi primer año trabajando en la educación pública como profesor y orientador educativo. Allí tuve la oportunidad de crecer, de aprender, de conectar con un alumnado diverso, con muchas inquietudes y con historias personales muy potentes; así como de comprender la importancia de ver cada situación desde una perspectiva integral en la que la salud mental, las relaciones familiares y el entorno juegan un papel fundamental.

A nivel profesional, consolidé la importancia de la orientación en los institutos, algo que desafortunadamente, a veces, no se valora lo suficiente. A nivel humano, me quedo con cada conversación, cada logro, cada alumno que superó sus miedos y siguió adelante, y también con aquellos que siguen en el proceso de conseguirlo.

P. Es el único finalista de Castilla y León, ¿qué se siente?

R. Un honor inmenso, mucha responsabilidad y, sobre todo, mucho orgullo de representar a mi tierra. Pero, más allá de eso, creo que lo bonito es que esto pone el foco en algo más grande: la importancia de la educación, del papel de los docentes en general y de la orientación educativa en particular. Ojalá sirva para reivindicar el enorme trabajo que hacen mis compañeros cada día en sus aulas.

P. ¿Qué supondría erigirse como el Mejor Docente de España 2024?

R. El mayor premio ya lo tengo: ver que mis alumnos avanzan, que confían en sí mismos, que las familias encuentran apoyo en nosotros. Si ganar ayuda a dar más visibilidad a la educación en Castilla y León, especialmente en el medio rural, a la figura del orientador -muchas veces injustamente devaluada- y a la importancia de la salud mental en las aulas, entonces tendrá aún más sentido.

Acompañar y orientar a nuestros estudiantes es valioso y necesario, debemos seguir apostando como profesionales por una educación integral y humana. Por ello es necesario disponer de más recursos personales en los centros para poder llegar a atender bien a todo el alumnado que lo necesite. Y hay que reformular las ratios. A menudo, el volumen de casos supera la capacidad de atención que podemos ofrecer y sería de gran ayuda disponer de más personal.

«Seguimos midiendo el talento con los mismos parámetros de hace décadas y la sociedad ha cambiado muchísimo»

P. ¿Qué características debe atesorar un buen docente?

R. Un buen docente debe ser orientador, empático, humilde, buen comunicador, flexible. Debe saber escuchar y entender que cada alumno es único. Es relevante que esté abierto a un continuo aprendizaje, a reconocer sus errores y aprender de ellos, y a coordinarse y colaborar con otros agentes educativos y comunitarios. La pasión y la vocación por la enseñanza son clave, pero también la capacidad de emocionarse y de adaptarse a los cambios y de generar un ambiente de confianza.

Todo se resume en: enséñales, háblales, cuídales, acompáñales y quiéreles como te gustaría que hubiesen hecho contigo. Somos escultores de su mentalidad, de su identidad y de su sistema de valores. Todo lo que hacemos tiene una repercusión directa en su personalidad y en su bienestar emocional.

P. ¿Cómo valora la educación tradicional y qué aspectos cree que tendrían que cambiar?

R. De la educación tradicional valoro la disciplina y el respeto, pero creo que debemos avanzar hacia un modelo más centrado en la individualidad del alumnado, en la inteligencia emocional y en la personalización del aprendizaje. La innovación y la adaptabilidad deben ir de la mano con el respeto a la esencia humana. Seguimos midiendo el talento con los mismos parámetros de hace décadas y la sociedad ha cambiado muchísimo.

P. ¿Comparte las críticas que reciben a menudo las nuevas generaciones?

R. Tienen un potencial extraordinario, pero muchas veces se las infravalora y se enfrentan a estereotipos injustos. Se les acusa de ser frágiles, cuando en realidad han crecido en un mundo más complejo y con muchas más exigencias que generaciones anteriores. Son más conscientes de su bienestar emocional, más críticos y con una gran capacidad de adaptación a los desafíos contemporáneos. Las etiquetas como ‘generación de cristal’ simplifican en exceso una realidad compleja.

Es cierto que la inmediatez de la información y el desafío por la sobreexposición a las pantallas pueden afectar a la atención y la motivación, pero en lugar de demonizarlo, deberíamos enseñarles a gestionar estos recursos de manera adecuada. Con las herramientas adecuadas, los jóvenes pueden transformar los retos en oportunidades de aprendizaje y crecimiento.

De acuerdo con Erik Erikson, en su teoría del desarrollo psicosocial, la adolescencia es la etapa clave para la exploración y consolidación de la identidad personal. Si limitamos la capacidad de expresarse libremente, pueden sentir inseguridad, represión o sensación de no encajar, lo que impacta en su bienestar emocional y motivación para aprender.

«Los jóvenes necesitan sentir que pueden hablar sin miedo a ser juzgados»

P. De Aranda a Ayllón (Segovia). ¿Qué diferencias, ventajas y desventajas brinda trabajar en el medio rural?

R. Tiene un valor inmenso y es un motor de cambio social. Hay una cercanía entre alumnos, familias y docentes que no siempre se da en centros más grandes. Se crean lazos de confianza y de colaboración más fuertes y un sentido de comunidad que es difícil de replicar en otros entornos.

La desventaja principal es la falta de recursos y de oportunidades. Muchos alumnos sienten que tienen que irse para poder avanzar, y eso genera una fuga de talento. Debemos apostar más por el medio rural, por dotarlo de las mismas oportunidades que los entornos urbanos.

P. Como orientador educativo, ¿qué herramientas deben manejar docentes y familias para garantizar el bienestar de los jóvenes?

R. La escucha activa y el diálogo empático. Los jóvenes necesitan sentir que pueden hablar sin miedo a ser juzgados. Otra herramienta es la resiliencia y el manejo de la frustración. Vivimos en una sociedad que exige éxito inmediato y es crucial enseñarles que equivocarse es parte del proceso. Si un adolescente aprende a identificar sus emociones, podrá gestionarlas mejor.

Herramientas como la mediación, el refuerzo positivo y técnicas de relajación son esenciales para crear un ambiente donde los jóvenes se sientan comprendidos y apoyados. Recordar siempre que la mente es como un paracaídas, porque solo funciona cuando se abre, nos ayuda a ver la importancia de compartir y aprender juntos.

Existe también un desafío diario. Es fundamental que aprendamos a cuidar de nosotros mismos para poder ayudar a otros. Tenemos que practicar el autocuidado a través de actividades que nos permitan desconectar. En esta línea, debemos aprender a hablarnos de una manera menos dañina, ya que si desde que somos pequeños continuamente nos llamasen la atención por cada vez que nos caímos aprendiendo a andar, y no nos alentaran por las veces que fuimos capaces de levantarnos, hoy nadie andaría.

«Hablar del suicidio no lo provoca, el silencio sí. La prevención empieza por normalizar el diálogo»

P. ¿Cómo se puede abordar la prevención del suicidio y de las conductas autolesivas? ¿Corren mayor riesgo los jóvenes y adolescentes de hoy en día por la presión que ejercen las redes sociales?

R. Hablar del suicidio no lo provoca, el silencio sí. La prevención empieza por normalizar el diálogo, por enseñar a los jóvenes que pedir ayuda no es un signo de debilidad. Especialmente en los chicos, ya que nos encontramos en una época en la que la masculinidad está tan cuestionada.

Me impacta profundamente ver a jóvenes que, a pesar de su enorme potencial, se sienten abandonados o incomprendidos, especialmente cuando la falta de apoyo familiar agrava su situación. Resulta doloroso percibir que algunos estudiantes llegan a extremos, como la ideación suicida, por la presión y la soledad.

Las redes sociales pueden aumentar la presión, ya que proyectan vidas irreales y generan comparaciones constantes. Es necesario educar en un uso responsable y crítico de estas plataformas.

También importantísimo trabajar en red, involucrando tanto a docentes como a familias para actuar desde un enfoque preventivo detectando señales de alerta y factores de riesgo y fomentando factores de protección y la construcción de espacios seguros de comunicación y apoyo.

Para desestigmatizar este tema, debemos integrarlo en la educación emocional, en los programas de salud mental de los centros y en la formación docente. Un joven que sabe que no está solo, que encuentra apoyo en su entorno, tiene más herramientas para aferrarse a la vida. Además, en la etapa juvenil se forman muchas de las habilidades y actitudes que guiarán su vida adulta. Si no se abordan problemas de salud mental, pueden surgir dificultades más graves en el futuro, como la ansiedad, la depresión o el estrés crónico, que pueden afectar a su calidad de vida a largo plazo. Por eso, es clave ofrecerles el apoyo necesario para que puedan desarrollar una mente fuerte, resiliente y capaz de adaptarse a los cambios.

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