Del Museo de la Evolución al espacio exterior

Don Carnal y doña Cuaresma tienen motivos de sobra para sentirse plenamente satisfechos. Volvieron a Burgos bien abrigados, con ganas de reencontrarse y temían que la climatología recluyese este sábado a la gente en sus casas. Pero sus dudas no tardaron en disiparse, porque el gran desfile de Carnaval se celebra por todo lo alto aunque caigan chuzos de punta. Con más de 4.000 personas disfrazadas y otras tantísimas como espectadoras, quedó claro que había ganas de fiesta.

Apuntaba maneras la tarde de antemano. Los hosteleros de Gamonal entregaron la Sardina a los del centro y el desfile en dirección al paseo Sierra de Atapuerca ya dejaba ver que se avecinaba una cita multitudinaria. De hecho, subirse al autobús para dirigirse al punto de encuentro se convertiría en toda una odisea porque nadie quería perdérselo. Por eso, muchos optaron por darse un paseo hasta el Fórum y alrededores.

La estampa frente al Museo de la Evolución (MEH), con todos los participantes en sus puestos antes de iniciar el desfile, era para enmarcar. Marcianos, astronautas, naves espaciales... De Burgos en dirección al espacio exterior. O por lo menos hasta la plaza del rey San Fernando y de ahí a la Llana de Afuera para degustar un asado popular de carne de vaca.

Había un poco de todo, desde casas holandesas hasta medusas eléctricas y toda clase de fauna. Quienes no iban disfrazados de animales, aunque desde lejos pareciesen la abeja Maya, eran los Blusas del Metal. En realidad iban de los Stryper, pero con el negro y amarillo es difícil confundirse si uno no controla demasiado de heavy.

Después del desfile y el asado popular, aún quedaba noche por delante para disfrutar con los amigos o en familia. Por ejemplo, con Los Fritos y su tributo a Fito y Fitipaldis en la Plaza Mayor o disfrutando de la comparsa de cabezudos y las chirigotas por las calles del casco histórico. El cuerpo pedía marcha pese al cansancio, pero también conviene reponer fuerzas porque el Carnaval todavía no ha acabado.