El Correo de Burgos

La tribu de Atapuerca

Los preneandertales de la Sima, la especie con miles de fósiles que sigue sin nombre

Es el grupo humano mejor conocido de las poblaciones arcaicas. Más de 6.000 restos completan el esqueleto. Han obtenido hasta 17 cráneos. No hay especie extinta con mayor colección de fósiles pero, desde 2014, no tienen nombre. 

La reproducción hiperrealista del Miguelón de Atapuerca que se puede ver en el Museo de la Evolución

La reproducción hiperrealista del Miguelón de Atapuerca que se puede ver en el Museo de la Evolución

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En la Sima de los Huesos, uno de los 11 yacimientos abiertos en Atapuerca, se produjo, hace 430.000 años, una deposición intencionada de los cadáveres de hasta 28 individuos y una única herramienta de piedra de bella factura y singularmente grande. Desde el año 1983 hasta hoy se han extraído más de 6.000 fósiles humanos que conforman, prácticamente, un esqueleto compelto con fósiles tan singulares como las falanges de los dedos del pie, los huesecillos del oído o el hioides pieza de la que existen unos cinco ejemplares de los homínidos del pasado en el mundo y dos se han obtenido en Atapuerca. Otra singularidad es que se han recuperado piezas de 17 cráneos, muy fragmentados, que poco a poco se componen en el laboratorio. 

A pesar de la gran muestra de fósiles que ostentan los homínidos de la Sima de los Huesos, esta especie no tiene nombre. No se ha adscrito a especie alguna. Una indefinición en la que se mueven desde que en el año 2014 uno sestudios genéticos acercaron a estas poblaciones un poco más a los neandertales, la morfología de los huesos ya había dado unas pistas, y alejándolos de la especie descrita en Europa con una sola mandíbula aparecida en Alemania. 

La genética en el estudio de poblaciones extintas ha sido clave para conocer mejor esta especie. Aparecieron sorpresas. En el ADN mitocondrial, el heredado de la madre, y en el ADN nuclear, obtenido de 2016, ofrecía una nueva vía de conexión familiar. Además de estar relacionados con los neandertales, también son familia de los denisovanos de Siberia. 

Hasta que los estudios genéticos hablaron, esta tribu era conocida como Homo heidelbergensis. una población netamente europea de la que se despojó tras los estudios genéticos del Premio Nobel Svante Päävo. Así se quedó con el apelativo de preneandertal por el momento. «Creemos que tendrá nombre propio, especie propia, pero necesitamos más información genética, lo que si está vacío de contenido es lo de heidelbergensis», asumió hace unos años el codirector de las excavaciones de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga. 

Cráneo 5 expuesto en el Museo de la Evolución. SANTI OTERO

Cráneo 5 expuesto en el Museo de la Evolución. SANTI OTERO

Los sin nombre son la especie sobre la que sus restos más información ha dado. Incluso han permitido definir pautas de comportamiento. Se han obtenido 560 piezas que conforman 17 cráneos pertenedientes a cinco niños, tres adolescentes y nueve adultos. Presentan fracturas, la mayoría se cree qe por la caída de 13 metros hasta el fondo de la Sima. Pero en uno de los casos, el Cráneo 17, no fue un accidente. Se considera el primer caso de asesinato con herida muy profunda hecha antes de morir y posible causa de muerte. También se sospecha la misma causa de muerte de los cráneos 5 y 11. 

Estos cráneos presentan importantes rasgos neandertales (arco superciliar, prognatismo, hueso temporal y occipital), pero hay ausencia de otros (aspecto dolicocefáleo, moño occipita o estructura del oído interno por una base craneal más ancha). La conclusión no es una especie netamente neandertal, pero es el gran candidato a ser su ancestro inmediato. 

Las 533 piezas dentales recuperadas, entre ellas ocho dientes de leche, determinan una relación de parentesco con los neandertales, un patrón de crecimiento similar al nuestro con una larga infancia. 

Al contar con tal cantidad de restos también se han podido establecer patrones de comportamiento. Por ejemplo eran poblaciones diestras, puesto que utilizaban la boca como una tercera mano. Con la boca sujetaban el material que cortaban con herramientas de piedra que manejaban con la mano derecha. Esa acción ha dejado rastro en marcas de abrasión en los dientes. 

Conservar piezas tan singulares como los huesecillos del oído o el hioides de la laringe permite inferir que eran capaces de emitir sonidos y podían escucharlos. El estudio del origen del habla y el lenguaje que permitiía comunicar cierto pensamiento abstracto y hacer vida en comunidad. 

Por los restos postcraneales se sabe que medían en torno a los 163 centímetros y eran más robustos. Algunos eran grandes. La pelvis Elvis habla de un varón que falleció a los 75 años con una estatura de 1,70 metros y llegaban a pesar 90 kilos. Un gran hombre que presentaba graves problemas de movilidad a juzgar por las tres lesiones graves que presentan sus restos: espondolistasis, cifosis lumbar y el síndrome de Baastrup. Estas patologías, que le generarían fuertes dolores de espalda, poca movilidad y el impedimento de cazar o transportar peso a grandes distancias, hace que el resto del grupo le tuviera que cuidar. 

Una conciencia social, de cuidado del otro, de altruismo que se aleja de homínidos a los que se cree que tienen un fuerte instito animal pero ya contaban, hace 430.000 años, con una importante característica humana del cuidado de los demás. Algo que también realizó el grupo con Benjamina, una pequeña de diez años afectada por craneosinostosis. Se trata de uan enfermedad rara que afecta, hoy, a uno entre 200.000 personas. Tiene un cráneo asimétrico, una cara irregular y tendría dificultades psicomotoras. Pero a esta niña la cuidaron durante diez años. Sus fósiles aparecieron en 30 fragmentos que, inicialmente, pensaron que era d eun chico pero la gracilidad de sus huesos, característica femenina de los fósiles, permitió identificarla como niña. 

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