El Correo de Burgos

Turismofilia aventurera: de Francia a Rusia por amor al arte

Más de 600 horas de planificación para nueve circuitos a bordo de una Volkswagen T2 y en bicicleta. La gran aventura de Fernando Esteban y José Manuel Vázquez está a punto de comenzar. Será la primera de muchas por el mundo

Fernando Esteban y José Manuel Vázquez, junto a la Volkswagen T2 y una bicicleta Brompton con la que recorrerán Eurasia.ÓSCAR CORCUERA

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Un viaje, dos bigotes, tres mundos. Nueve circuitos del tirón, desde el 24 de abril hasta el 7 de agosto, con salida en Burdeos y la línea de meta en Vladivostok. Cuatro acompañantes en cada ruta. Una Volkswagen Combi T2 de finales de la década de los 70 y seis bicicletas Brompton. Más de 600 horas de trabajo para tenerlo todo a punto.

Cualquiera pensaría que Fernando Esteban y José Manuel Vázquez se conocen de toda la vida. El uno acaba las frases del otro y viceversa. Pero resulta que se conocieron el pasado mes de septiembre, en una ruta de Burgos con Bici que culminó en Revilla del Campo con paellada y una interesante sobremesa. Como quien no quiere la cosa, José Manuel comentó que estaba reparando una Van T2 -idéntica a la de sus años mozos, cuando estudiaba en Salamanca- para ir hasta Vladivostok. Entonces Fernando le explicó, entusiasmado, lo mucho que ansiaba «hacer la línea del Transiberiano en bicicleta». En ese mismo instante, ambos supieron que tenían «un sueño conjunto por realizar». Dicho y hecho, manos a la obra sin tiempo que perder.

La emoción les delata al desvelar los entresijos de la gran aventura que han planeado por Eurasia. De Francia a Rusia pasando por Bélgica, Alemania, Polonia, Lituania, Letonia y Estonia. «Vamos a conocer comunidades locales que están relacionadas con el ciclismo, con la cultura musical, escénica y dancística», detalla Fernando, «hombre de teatro», dispuesto a entregarse al placer de la lectura durante el viaje. Literatura rusa, por supuesto, con El jardín de los cerezos de Chéjov como obra de cabecera por lo bien que refleja «la resistencia al cambio, la nostalgia por el pasado y lo inevitable que es el paso del tiempo».

«Nosotros elegimos quién viene porque es un viaje especial, vital, en el que vamos a estar juntos durante un tiempo»

A bordo de la furgoneta o montando en bici, la «belleza de lo efímero» estará presente de principio a fin. También les interesa la arquitectura. Y qué mejor guía que José Manuel, licenciado en Bellas Artes y aparejador. La idea, por lo tanto, es «ver lo que no se suele ver». Por ejemplo, un «impresionante» complejo de viviendas sociales que «parecen palacios», firmado por Ricardo Bofill, en el área metropolitana de París. O explorar Kazán, donde «conviven más de 100 culturas diferentes perfectamente en paz».

«Vamos a la aventura, pero hemos hecho un estudio bastante detallado», aclara Fernando pese a ser consciente de que, casi seguro, «nos equivocaremos en alguna autopista de entrada o de salida». Sea como fuere, se pondrán en marcha con los pertinentes seguros, los visados en regla y el respaldo de una agencia de viajes. Además, cuentan con dos contactos, en Moscú y San Petersburgo, que «son guías turísticos y hablan castellano».

Aventura sí, pero no a lo loco. Ahí entra en juego la mítica Volkswagen que José Manuel localizó en Lorquí (Murcia) a través de un amigo. Era un «cascarón» cuando la compró y se ha afanado en arreglarla durante los últimos meses. Como es lógico, lleva unas cuantas piezas de repuesto por lo que pueda pasar. Aparte, «el motor es sencillo y cualquier mecánico te lo puede arreglar».

A la hora de escoger a sus compañeros de travesía, los promotores de este singular periplo habilitaron un formulario en la web de Cyclingvan. Cuatro personas por circuito y el cupo completo en un abrir y cerrar de ojos. Con unos cuantos candidatos en reserva, Fernando precisa que «nosotros elegimos quién viene porque es un viaje especial, vital, en el que vamos a estar juntos durante un tiempo». Los requisitos indispensables, más allá de la afinidad cultural y social que entraña la experiencia en sí, son «espíritu de aventura, tiempo y algo de dinero».

«No vamos a ir a los típicos sitios turísticos, aunque vamos a poder pasar por ellos»

Hay un concepto en esta bendita odisea que los dos amigos defienden a capa y espada: turismofilia. «La idea es integrarnos. Y la forma más fácil de hacerlo es siendo un grupo pequeño». De esta forma, resulta mucho más factible -y respetuoso- acceder a lugares recónditos y fascinantes. Alejarse del mundanal ruido y «buscar la belleza tanto exterior como interior», esa es la clave. Partiendo de esta base, Fernando señala que «no vamos a ir a los típicos sitios turísticos, aunque vamos a poder pasar por ellos».

Parte del trayecto se mostrará a través de las redes gracias a una aplicación con GPS, para «que nuestras familias vean por dónde vamos en todo momento», que incluye un cuaderno de bitácora en el que los participantes podrán compartir su experiencia por escrito, con vídeos o fotografías. No en vano, Fernando deja claro que «este viaje es tan público como íntimo. Y vamos a cuidar mucho de lo íntimo porque lo importante es el disfrute personal». Y aunque no les va la vida «en tener 30.000 o 40.000 seguidores», mimarán a sus patrocinadores para agradecer el apoyo prestado.

¿Y después? El tiempo pasará volando, no les cabe duda. Así que lo suyo es planificar otra aventura. O cuatro, porque Fernando y José Manuel saben que el tiempo es oro. El siguiente reto, en principio, será recorrer Canadá, Estados Unidos y México. Después Corea del Sur y Japón. O África, desde Sudáfrica hasta Marruecos. Sin obviar Oceanía, que también les tienta. Siempre con la Van T2 y las bicicletas en su interior. Y con la misma pasión de esta primera andadura que ellos mismos bautizaron, con total acierto, como Un viaje, dos bigotes, tres mundos. Lo del bigote, por cierto, es algo simbólico. Salvo sorpresa de última hora, Fernando no tiene intención alguna de dejarse mostacho para la ocasión.

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