AccuShoot presenta 'en casa' su sistema digital para entrenar con armas de fuego
La empresa derivada de BigML, con sede en Oregon, organiza en sus instalaciones de Burgos, en el polígono Villalonquéjar, una demostración de las capacidades y ventajas del sistema LFX ideado por Víctor Fuente y Jorge Carazo. Los expertos probaron y aprobaron su eficacia

José Ramón, instructor profesional, consideró de gran utilidad el sistema de AccuShot para entrenamiento. En la imagen, en un momento de su prueba.
José Ramón fue el primero en llegar y en desenfundar el arma. Sus gestos lo delataban. Sabía cómo manejarse en las escenas que discurrían frente a él. Salía, de hecho, airoso de la sucesión de pruebas que le lanzaba la pantalla, mientras Víctor, a los mandos, le proponía nuevos retos. Experto a todas luces en la materia, este instructor de tiro del ejército probó y aprobó, con nota, el innovador equipo que AccuShoot presentaba en Burgos. Jugaba en casa, pues esta empresa derivada de BigML tiene sus instalaciones en el polígono industrial de Villalonquéjar.
La nave en cuestión es el territorio de Jorge Carazo, responsable junto a Víctor Fuente de alumbrar el puesto de digitalización de la puntería que acercaban por primera vez, emocionados, a sus principales proveedores, involucrados en la producción de los soportes y pantallas para este sistema LFX (Live Fire Experience), elaboradas íntegramente en Burgos, así como representantes de distintas fuerzas de seguridad, colaboradoras también en el desarrollo de la iniciativa pionera.
AccuShoot propone, en esencia, un completo sistema de entrenamiento en el uso de armas de fuego de última generación que incluye prácticas de tiro con objetivos dinámicos y puntuación en tiempo real. Combina para ello una serie de dispositivos tecnológicos -que caben en una pequeña maleta- y un panel físico preparado para recibir fuego real, cuyos impactos recoge una cámara térmica capaz de poner a disposición del equipo los datos de cada disparo, de manera que puedan evaluarse, acumularse y conocer la evolución de la persona en formación.
La puesta de largo comenzaba bien. Eso sí, dadas las restricciones que existen en España para el manejo de armas, se empleaba para ella la versión láser del sistema, que sustituye el calor por la luz para recabar información, permite conocer a fondo su funcionamiento sin riesgo alguno y, de paso, será la que se demande con más facilidad en el mercado nacional.
José Ramón, encargado de estrenarla, lo tiene claro: "Es un complemento estupendo para la instrucción. Te permite entrenar la técnica, la táctica, incluso la psicología, porque las situaciones reales que te presenta exigen actuar de manera muy concreta y dominar la adrenalina. Como preparación previa, sin peligro, al manejo del arma de fuego real o para crear hábitos de seguridad... Es un método perfecto", aseveraba convencido de los múltiples interesados que tendrá, más allá de cuerpos oficiales, pues podría servir para practicar a profesionales del ámbito de la seguridad privada o a cazadores.
Las posibilidades existen, porque la tecnología lo permite y Víctor Fuente, jefe de ingeniería de la empresa, lo ve más que factible. "Los escenarios pueden crearse a demanda y ajustarse a las necesidades del entrenamiento", explica, mientras desliza las opciones que ya ofrecen por la pantalla, "todo un Netflix de la simulación de tiro" en el que no falta, para amantes de los retos complicados, el examen que pasan los aspirantes a formar parte del FBI.
El soporte que, frente al tirador, recibe los disparos (virtuales ayer, pero también reales cuando toca) ha requerido un arduo trabajo técnico, principalmente de búsqueda de materiales que faciliten recoger la bala al tiempo que la cámara térmica hace su labor "en milisegundos" y rastrea cada impacto para indicar al usuario las mejoras a efectuar. Tres capas lo hacen posible: una fina lámina plástica blanca, sobre la que se proyecta la imagen, una segunda de espuma técnica para amortiguar, y la tercera, de PVC, que reduce la velocidad del proyectil y anula los rebotes.
Tras ponerlas a prueba con éxito en Estados Unidos y en Madrid -en la Academia de la Guardia Civil de Valdemoro-, Jorge Carazo se encarga de su fabricación y ya ha comenzado a enviarlas "desde Burgos, al mundo".