El Correo de Burgos

Aroma de esperanza: el banco que guarda el rastro para encontrarte

El proyecto ‘Cada minuto es vida’ de UCAS de Arrate, Unidad Canina de Rescate y Salvamento ubicada en Burgos, atesora 1.700 olores que permiten una reacción inmediata en caso de desaparición. La asociación amplía ahora su ámbito de acción al rastreo de huesos

Valeriano de la Calle con Tenesse.ECB

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Valeriano de la Calle acumulaba ya un vasto bagaje en el sector cuando fundó, allá por 2011, la Unidad Canina de Rescate y Salvamento (UCAS) de Arrate, ubicada en el pequeño municipio de Cubo de Bureba desde 2015. Desde entonces, junto a su pareja y socia, Judith Rasines, mantiene el empeño, a veces en contra de los elementos, de brindar esperanza a quien transita la angustia de buscar a un ser querido. Porque esa es la misión de la asociación: adiestrar perros y formar voluntarios para dar con personas desaparecidas.

En esta labor, cada segundo cuenta y ‘Cada minuto es vida’. De ahí el nombre del singular proyecto que surgía hace una década «de la manera más tonta», cuando, dadas las bajas temperaturas, un grupo de alumnos se resistió a quitarse prenda alguna para que los perros practicaran. «Necesitamos ropa con un olor específico de referencia para seguir la pista», señala Rasines. Al no obtenerla, repartieron unas gasas que los voluntarios impregnaron con su olor y con este material entrenaron.

«Cuando llegó el buen tiempo, las guardamos en unos botes de muestra y nos olvidamos de ellas. Ya en 2018, ordenando el ático, nos topamos de nuevo con ellas y probamos si aún servían para buscar. Efectivamente, Lola, la primera sabuesa de San Humberto que tuvimos, dio con el voluntario que tenía que dar gracias a ese olor, pese a que tratamos de engañarla», relata Rasines.

Era aquel el germen de una iniciativa que, de modo preventivo, alberga ya 1.700 olores. Un nutrido banco en el que, voluntariamente, las personas interesadas depositan su aroma para facilitar una reacción inmediata en caso de pérdida. Y no, no se recomienda a ningún grupo específico de población de riesgo, porque sencillamente no existe: «Estamos hartos de ir a buscar a gente que no se iba a perder», afirma, rotundo, De la Calle, para destacar que entre las muestras almacenadas hay perfiles muy diversos, «desde bebés hasta ancianos».

La dinámica que alimenta esta ‘bolsa’ de olores pionera en España es sencilla. Suele comenzar con una llamada, normalmente de agrupaciones o entidades públicas o privadas interesadas en la seguridad de sus miembros. El último en hacerlo era el Ayuntamiento de Tarazona, municipio zaragozano que había asistido recientemente a la desaparición de un vecino de un pueblo próximo. «Nos brindaron la ocasión de explicar el proyecto y se sumó todo el que quiso», explica el fundador de UCAS de Arrate.

En todo este tiempo, solo una vez han tenido ocasión de poner a prueba este particular banco, en un pueblo de los alrededores del que los acoge, Santa Olalla de Bureba. No se precisó rastreo porque dieron con el extraviado antes de que el equipo de rescate llegara, pero la experiencia sirvió para evidenciar la eficacia del proyecto: «Contactaron con nosotros apenas 20 minutos después de la desaparición y, de manera inmediata, estábamos en el coche, listos para iniciar la búsqueda. Ese es el objetivo, activar a los perros lo antes posible y no tener que esperar a localizar en el domicilio una prenda que les sirva de pista», añade, convencido de que, de esta forma, «tenemos todas las de ganar».

Siempre, claro, que quien tiene que trasladar el aviso lo haga. Porque en ocasiones -y no pocas- la llamada se demora inexplicablemente o ni siquiera sucede. «En una ocasión, por ejemplo, nos avisaron 40 días después, cuando los perros ya no pintan nada», lamenta De la Calle, para aportar, contrariado, un dato demoledor: «El año pasado en Castilla y León hubo 173 desaparecidos y solo nos activaron dos veces».

Aclara que la situación no es excepcional, pues la comparten la decena de unidades distribuidas por la región. «Esto no solo reduce las posibilidades de éxito, sino que también desanima a los que dedicamos nuestro tiempo y esfuerzo a esta labor», subraya.

Dada la situación, a su juicio incomprensible, y lejos de tirar la toalla, los integrantes de UCAS de Arrate optaban por ampliar su campo de acción y explorar nuevos ámbitos en los que su papel pueda ser de utilidad. Con tal misión llegaba Lenteja a su equipo hace apenas un mes, una cachorra de sabueso de San Humberto entrenada, en colaboración con el profesor de Antropología Forense del Grado de Criminología de la Universidad Isabel I, Ricardo Ortega, para el rastreo de restos óseos.

Una dolorosa realidad inspiraba este nuevo proyecto: 14.000 personas permanecen desaparecidas en España, algunas desde hace décadas. «Queremos dar esperanza a sus familias», asevera Valeriano de la Calle.

Es una especialidad de rescate totalmente diferente a la búsqueda de desaparecidos con un olor de referencia, por lo que el método de entrenamiento también cambia. «No es lo mismo buscar entre escombros, encontrar un cadáver en descomposición, cuyo olor varía en cada momento del proceso, que localizar huesos humanos», recuerda Rasines. Para cumplir esta última misión -con rigor y todas las garantías legales, gracias a Ortega- se prepara Lenteja.

Amplía el fichaje una familia siempre abierta a crecer, aunque consciente de la exigencia que supone este singular voluntariado, una aventura que requiere elevado «compromiso» y supone notable «desgaste emocional». Valeriano y Judith se mantienen firmes como corazón y núcleo duro de la agrupación, dispuestos siempre a acoger nuevas colaboraciones: como la de Cris, la joven dueña de Iru, que realiza con su perro cinco horas de viaje para formarse con UCAS de Arrate: «Nos halaga que nos haya elegido y los resultados están siendo muy buenos».

Más allá de su labor sobre el terreno, el colectivo burgalés tiene siempre presente a quién se deben. Empeñados como están en mantener siempre prendida la llama de la esperanza y, por extensión, la memoria de quienes no han regresado, ideaban un evento casi terapéutico en el que congregan a parientes de desaparecidos en torno al denominado ‘Árbol de los desaparecidos’, un ejemplar que arraiga en el jardín de sus instalaciones en el que los asistentes colocan placas conmemorativas con los nombres de los que faltan.

La tercera edición se celebrará en septiembre y coincidirá con una nueva entrega de los premios UCAS de Arrate a ciudadanos que destaquen por hechos heroicos o iniciativas sociales de ayuda. De la Calle valora el punto de encuentro que genera este evento, en el que familias con un doloroso denominador común encuentran un respiro, un hombro en el que depositar su pena y, sobre todo, un foro en el que compartir sus sentimientos y sentirse comprendidos.

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