El Correo de Burgos

ATENTADO DE ETA

Multitudinario adiós a Carlos Sáenz de Tejada

Cientos de burgaleses arropan a la familia del joven guardia civil asesinado por ETA. El arzobispo, Francisco Gil Hellín, oficiará mañana un funeral en la Catedral

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Burgos

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M.R. / BurgosLa familia del guardia civil Carlos Sáenz de Tejada, asesinado por ETA el pasado jueves junto a su compañero Diego Salvá en la localidad mallorquina de Calvià, estuvo arropada ayer por cientos de burgaleses que se acercaron a la capilla del tanatorio de la funeraria San José para mostrar su dolor y solidaridad. El acto contó también con la presencia de autoridades, entre ellas el delegado del Gobierno, Miguel Alejo, y el presidente de la Junta de Castilla y León.A las cuatro y media de la tarde, la capilla del tanatorio, donde se celebró una misa, se quedó pequeña para acoger la ceremonia religiosa que numerosas personas siguieron desde fuera. Era la muestra visible del efecto que ha causado la muerte del joven guardia civil burgalés, apenas un día después del brutal atentado perpetrado contra la Casa Cuartel de Burgos, cuando la ciudad todavía se recuperaba de los efectos de lo que pudo haber sido una masacre. El sacerdote que ofició la misa comenzó su homilía hablando del dolor que provoca la muerte. Un dolor que en el caso del agente burgalés se acrecienta. No sólo por ser la vida de un joven la que se ha segado, sino por haber sido una muerte «gratuita y premeditada». Un dolor que hizo extensivo a los miembros de la Comandancia de Mallorca y Burgos, compañeros de un Cuerpo como el de la Guardia Civil que en los últimos 20 años ha sufrido la muerte de cerca de 1.200 de sus miembros a causa del terrorismo o durante el cumplimiento de su servicio. Todo este dolor provocado lo calificó como la «oscuridad y el sinsentido» que, a pesar de todo, «no tendrán la última palabra».Una vida por los demásEl sacerdote habló de la figura de Jesús, del ejemplo que representó su muerte como la_«apariencia de un final estéril». Un asesinato, «como el de Carlos», una muerte que, al igual que la del joven agente de la Guardia Civil ha sido «algo más que perder la vida, fue darla por los demás».El religioso señaló que ahora «hay en el cielo un estrella brillante y luminosa, que es la estrella de Carlos», la de una vida «entregada por la seguridad del Estado». Emotivas también fueron las palabras de un compañero de_Carlos, que recordó que «no querías vernos tristes, no querías vernos llorar» y «vamos a ser fuertes para no decepcionarte». Su compañero recordó que «juraste dar tu vida por España y lo has cumplido».Tras la palabras de su compañero, se entonó ‘La muerte no es el final’ que se culminó con un fuerte aplauso de todos los presentes mientras el féretro salía de la capilla del tanatorio a hombros de seis miembros de la Guardia Civil, la Policía y el Ejército. Ya en la salida de la capilla, una formación de guardias civiles y militares esperaba en posición de firmes y los agentes cantaban el Himno de la Guardia Civil.Al acabar se escucharon los gritos de ¡Viva España! y ¡Viva la Guardia Civil!, culminados con los aplausos de los asistentes. A continuación, el féretro fue conducido a hombros por  compañeros, familiares y amigos hasta el cementerio de San José, donde recibió sepultura.El recuerdo por el joven guardia civil se volverá a hacer patente mañana lunes en un funeral que oficiará el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, en una ceremonia que se celebrará a las ocho de la tarde en la Catedral.

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