El Correo de Burgos
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La Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil en Burgos ha visto premiada la labor que desarrollan sus integrantes con la concesión de tres reconocimientos a dos agentes y al capitán de esta sección, José Cordero. El responsable de la Agrupación recibió ayer en la Subdelegación del Gobierno la Orden de Isabel la Católica, un reconocimiento que «es un poco de todos». Desde aquel general, ya fallecido, que le recomendó que cogiera Burgos como destino y dejará atrás su tierra, Asturias, pasando por los mandos que «me han dejado trabajar», así como la Subdelegación, personalizado en la subdelegada, Berta Tricio, quien  por «ser pesada, llamando a todos los sitios», ha logrado que la Agrupación sea un «referente en España en cuanto a dependencias y en cuanto a todo». También dijo que ese galardón es de su familia, porque a esta profesión «la tienes que dedicar todos los días del año».

El capitán de Tráfico recordaba ayer que en los seis años y medio que lleva al frente de la Agrupación de Burgos el peor día fue la primera gran nevada que dejó atrapados a más de 3.000 vehículos en la autopista. Acaba de llegar al mando y ese día él estaba allí, en Pancorbo. «Llevaba destinado meses y no estaba muy al corriente de protocolos y de cómo actuar», así que improvisando se fue superando el estado de frustración al «verme sin posibilidad de sacar a nadie y sin poder hacer nada». Esta situación extrema representa de alguna manera el día a día de la Agrupación en una provincia «dura para trabajar» por sus temperaturas extremas, que dificultan un trabajo que se hace a la intemperie.El reconocimiento a la Agrupación de Tráfico también se personalizó en los agentes Gustavo Fernández Suárez y Abraham Llamas Ramírez, que recibieron sendas medallas al Mérito de la Seguridad Vial. Según recordaban ayer ambos agentes, acudieron a un aviso de la central sobre un accidente en el kilómetro 6 de la BU-570, en el puerto de Estacas de Trueba. Era un día de febrero de 2008, con noche cerrada y lloviendo, lo que añadía más problemas a la localización.

Sin embargo, al llegar a la zona «buscamos y no vimos rastro del accidente en ningún lado». El propio accidentado había llamado afirmando que se había salido de la carretera y que se había precipitado por un barranco, pero al cortarse la comunicación, el aviso que recibieron los agentes desde la central era erróneo, ya que el accidente se había registrado en el kilómetro 9, no en el 6. Eso dificultó la búsqueda, «pasamos parte de Cantabria y decidimos dar la vuelta porque no le veíamos».

Fue la fortuna la que hizo que al regresar «paramos porque vimos algo, escuchamos como una voz en vacío». En vez de esperar a que llegaran los equipos de rescate, mientras uno de los agentes esperaba a pie de precipicio, el otro bajó para tratar de auxiliar al accidentado, decisión a la que ayer le quitaban importancia. «Hicimos lo que cualquier compañero hubiera hecho, porque ninguno hubiera dudado en hacer lo que hicimos nosotros», ya que, como añadía uno de los dos condecorados, «siendo guardia eso viene con el uniforme». Los bomberos tardaban y «decidimos subirlo entre mi compañero y yo y los sanitarios de Espinosa de los Monteros». El rescate se prolongó durante más de media hora, ya que el herido era de gran envergadura y había que subirlo con cuerdas. «Nos costó sacarlo, pero había que sacarlo».

Al día siguiente, cuando regresaron al lugar para recoger la documentación del vehículo se dieron cuenta de lo que habían hecho pensaron «uf, cómo nos hemos tirado por aquí».

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