El Correo de Burgos

FURTIVISMO

Los forestales de la Junta vigilaron diez jornadas al furtivo de Pinilla

Está ya en libertad tras declarar en el Juzgado de Salas de los Infantes

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Burgos

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J.F.C./BurgosLos agentes medioambientales de la Junta de Castilla y León vigilaron durante diez días con sus noches al hombre de 76 años que guardaba en su casa de Pinilla de los Barruecos más de cien cabezas de corzo y numerosos trofeos y objetos de caza furtiva. Pero son las 240 horas que más satisfacción han dado en mucho tiempo a los forestales que operan en la zona de Salas de los Infantes: llevaban varios años tras el septuagenario furtivo.Como se publicaba ayer, una operación conjunta de guardias civiles del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Comandancia de Burgos y agentes medioambientales de la Junta de Castilla y León, facilitaba la detención este jueves en Pinilla de los Barruecos de un hombre, cuyo nombre se corresponde con las iniciales C.C.F., y de 76 años, por un presunto delito de caza. El posterior registro de su casa confirmaba las sospechas y los indicios acumulados durante meses.La orden judicial que permití el registro en el domicilio de este furtivo facilitaba la acumulación de pruebas contundentes sobre sus actividades furtivas. Sin embargo, permaneció poco tiempo detenido: fue puesto en libertad tras prestar declaración en el Juzgado de Salas de los Infantes. El septuagenario cazador lo hizo asistido por un abogado de oficio, informaron fuentes relacionadas con el asunto consultadas por este periódico.La incautación de una cabeza de corzo todavía ensangrentada y que ocultaba en el habitáculo del motor en su vehículo -también encontraron dos tenazas para cortar los cables de acero con los que construía los lazos para la captura de animales- fue ‘la llave’ que facilitaba que el Juzgado emitiera la orden judicial para el registro domiciliario. De su petición se encargaba un oficial del Seprona. En la operación se le intervinieron 101 cabezas de corzo, 65 cuernas (no procedentes de desmogues) de corzo, 12 cabezas de ciervo, 6 cuernas de ciervo, tres sacos llenos de pieles y huesos de varios animales, dos trofeos de jabalí. Así como redes, focos, machetes y lanzas de fabricación casera y alrededor de 200 lazos de cable de acero que utilizaba para preparar sus trampas mortales.La intervención permitió que el furtivo, acompañado por los agentes medioambientales de la Junta hasta el monte donde se le había  controlado durante dos semanas. Allí reconocía haber sido quien colocó trampas. Con su ayuda se detectaron 17 lazos preparados para la captura de animales.Además, en la inspección se localizaron numerosos cadáveres de hembras y crías de corzo muertas y aún atrapadas en los lazos, ya que este furtivo, una vez cortada la cabeza al animal, dejaba el cadáver abandonado  en el monte hasta su descomposición, si la pieza no tenia ningún valor comercial.Los animales intervenidos podrían haber supuesto unos ingresos tanto para los  ayuntamientos como para propietarios de los derechos cinegéticos en los cotos privados afectados de más de 120.000 euros de haber  podido ser éstos comercializados de forma legal, informan las fuentes consultadas.El desarrollo de la operación, una de las más importantes de las acometidas en la provincia de Burgos, contó con una importante colaboración de unos cazadores de la zona que alertaron en primera instancia a los agentes medioambientales de la Junta de Castilla y León, de la presencia de numerosos lazos distribuidos por diferentes lugares de los montes. Esas informaciones, que corroboraban otras obtenidas a lo largo de los últimos años, se montó el dispositivo de seguimiento y vigilancia que se mantuvo durante diez días completos  hasta que, por fin, los hechos fueron comunicados a la Guardia Civil, que a través del Seprona consiguió que la juez de Salas de los Infantes autorizara el registro en el domicilio del presunto furtivo.Trece cabezas en La BurebaLa operación en la zona de Salas de los Infantes se une a la que dio como resultado la incautación de trece cabezas de trece cabezas de corzo congeladas. Era el resultado final de una investigación que arrancaba en 2008 para acabar con una presunta práctica de caza furtiva en el Valle de las Caderechas. La operación que permitió sorprender al furtivo comenzó a finales de julio cuando se detectó la presencia de un vehículo sospechoso en la zona.Dado que las informaciones previas con que contaba la Guardia Civil señalaban a un cazador andaluz como supuesto autor de caza furtiva en cotos, donde abatía a numerosos corzos, se organizó un dispositivo de control y seguimiento.  Con el fin de evitar su posible huida, efectivos del Seprona de Briviesca, miembros del destacamento de Oña y del cuartel de Quintana Martín Galíndez vigilaron en relevos continuados. Lo prolongado la investigación se debió al corto espacio de tiempo en el que se realizaba la caza furtiva además de tratarse de una persona no residente en la provincia.

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