El Correo de Burgos

Coculina recupera la televisión tras ser ‘castigada’ por el apagón digital

La localidad albergaba la distribución de la señal de televisión del norte de España y hoy sus vecinos no pueden ver la televisión al estar en zona de sombra

Burgos

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J. C. R. / BurgosEl pasado se da de bruces con el presente en más ocasiones de las que la población piensa. Uno de los casos más sangrantes de este siglo XXI es el de la recepción de la Televisión Digital Terrestre (TDT) y el momento por el que atraviesa Coculina, una pequeña pedanía de Villadiego que lleva desde el pasado mes de febrero sin ver ni un solo canal de televisión. Pero esto no es lo más sorprendente.No es el único pueblo que sufre estas carencias. En la provincia, hasta 274 localidades pasan por este mismo problema. Pero es que este caso, el de Coculina, es especial por su particular historia.Este pueblo de apenas treinta habitantes soportó durante varias décadas, casi tantas como la vida de la propia televisión, unas enormes torretas en las que se anclaban los repetidores que daban señal a todo el norte de España, fundamentalmente País Vasco y Cantabria más en norte de la provincia. Allí han estado, semiagazapadas tras una cerrada curva en la carretera que une el Páramo de Masa con Villadiego, a una altitud de 930 metros sobre el nivel del mar.Las antenas miraban desafiantes desde ese punto a la llanura, de un lado el mismo pueblo de Coculina y al otro la carretera semi eterna que jalonaba centenares de hectáreas de cereal. Hoy el cereal se ha mudado de hogar y ahora son molinos de viento los que se enraízan en la tierra heladora de la parte más baja del páramo.Durante años, Coculina ha sido solidaria con las administraciones y ha servido la señal de televisión. Ahora, las administraciones más fuertes han dado la espalda al pueblo. Las administraciones encargadas de que todo esto se solucione, fundamentalmente el Gobierno central y la Junta de Castilla y León no han hecho nada para solucionar el problema. La Junta de Castilla y León, tras pactar con el Ejecutivo central la solución de dotar de antenas parabólicas a los pueblos en sombra, «nos ha dejado olvidados», denunciaba la alcaldesa pedánea de Coculina, María Teresa Gómez.Y es que la Administración central, la única solución que ofrece es que cada uno se arregle las cosas individualmente. La conciencia colectiva cada vez es menos valorada por los gobiernos y acaban por hacer bueno aquello de que cada uno arrime el ascua a su sardina. La única salida para que estos pueblos accedan a la señal es hacerlo vía satélite, comprando la parabólica y los equipos, al margen del coste de la instalación, pagar 170 euros, si están empadronados o 475, si no lo están, además de un extra de 280 por un segundo televisor y sucesivos.Sólo la Diputación Provincial de Burgos ha tenido un mínimo de sensibilidad y, no podía ser de otra manera, ha cedido una caseta del repetidor para permitir alojar los equipos y ubicar allí un repetidor de señal que tomará del de Olmillos de Sasamón los canales de televisión. Pero claro, todo eso cuesta un dinero del que los pueblos apenas disponen. Para que la solución salga más económica, Coculina y Acedillo compartirán gastos. Diez mil euros les costará la broma a las dos pedanías. Más problemas  La solución para Coculina llegará. Pero no sin más trabas. El principal problema es el suministro eléctrico. Para intentar solucionarlo, Gómez se puso en contacto con la empresa que explota un parque eólico cercano y cuya subestación está en suelo de Coculina. Pero también le pusieron trabas administrativas. Ahora ya se han comprometido, unos a dar energía y la Junta Administrativa a usarla sólo para mover la instalación. Olvidados  Gómez pone de manifiesto que esta situación, aparte de ser un agravio comparativo para estos pueblos, supone un gran problema para sus vecinos que, en muchas ocasiones, quedan aislados en invierno, sin más compañía que la televisión.Critica a instituciones como la Diputación o la Junta por promover un discurso sobre la fijación de población rural y la promoción e igualdad de sus habitantes cuando la realidad es otra y ellas no hacen nada para evitarlo. Cueva de Juarros y Quintanilla Sobresierra también han tenido que buscar una solución similar a la de Coculina. Un atentado frustrado Las instalaciones de Coculina han pasado por vicisitudes, sino curiosas, sí al menos noticiables. Fue un 27 de julio de 1983.Una tarde tranquila, de paseo, en pleno verano, en esa etapa en la que el sol pega fuerte y los paseantes buscan la sombra, fue cuando un vecino del pueblo contempla que en uno de los soportes de una ventana de la caseta del repetido había un paquete sospechoso. Y tanto. Era un explosivo compuesto por 15 kilos de ‘goma-2’ con un mecanismo de relojería, que horas más tarde fue desactivado por la Guardia Civil en el mismo repetidor.El vecino dio cuenta a la Guardia Civil en Villadiego y la Benemérita ordenaba el traslado a Coculina de un equipo de desactivación, que pudo comprobar que el paquete explosivo contenía un explosivo de gran tamaño, que procedió a desactivar. La voladura del repetidor hubiera dejado sin señal gran parte del norte de España, el País Vasco y Cantabria sobre todo.

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