El Correo de Burgos

La producción ecológica agrícola y ganadera, nuevo motor de desarrollo

Actualmente, en la comarca de La Bureba sólo se contabilizan oficialmente tres productores

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Recuperar las técnicas tradicionales de producción agrícola y ganadera, actualmente definidas como ecológicas, en la comarca burebana se considera por los especialistas del tema como de gran importancia para el futuro.

El valor añadido con que cuentan los productos, amparados bajo el etiquetado ecológico, permite rentabilizar las explotaciones agroganaderas. A ello, se añade que existe una oferta turística muy escasamente desarrollada en España vinculada de forma directa a este tipo de explotaciones.

Según se afirma en amplias zonas de Italia, el agroturismo es uno de los sectores que va ganando peso en especial en zonas donde existen pequeños núcleos de población.

Lógicamente, el incremento del turismo ha llevado a una recuperación de muchos de ellos en el aspecto urbanístico al rehabilitarse las antiguas viviendas como alojamientos rurales.

De igual forma, la fijación de población también ha sido un efecto añadido tanto por el aumento de los productores ecológicos como de los sectores vinculados.

Los conocedores de este singular recurso turístico afirman que es creciente la elaboración de paquetes turísticos en los que las estancias en granjas ecológicas conforman el grueso de las mismas. Incluso en algunos de ellos se oferta el ‘patrocinio’ de cultivos y ganado incluyéndose estancias fechadas durante el año y participación en los momentos principales de la producción agraria y ganadera.

Esta fórmula permite a los productores radicados en los pequeños núcleos el contar con una renta fija que complementa los ingresos directos de venta de sus productos. Igualmente, abre un canal de comercialización directo a los consumidores al ser promocionados por los propios turistas.

El modelo más usual de este tipo turístico es el de una granja tradicional en la que se ofrece la posibilidad bien de implicarse de forma directa en las labores o conocer de principio a fin los productos ‘patrocinados’.

Actualmente, aún se conserva en algunos pueblos la costumbre de adquirir ejemplares porcinos para su crianza tradicional y posterior consumo por no residentes.

En los lugares donde este turismo rural está plenamente instalado se ha llegado a ofrecer la posibilidad de seguir vía Internet el día a día del animal ‘patrocinado’ especialmente ovino.

Así, los consumidores pueden ver desde el ordeño del animal hasta el proceso de elaboración del queso y recibirlo en sus domicilios como si residieran en el lugar.

Los más emprendedores, especialmente hortelanos, han llegado a crear un canal de venta presencial en el que el comprador puede adquirir las hortalizas escogiendo directamente en la huerta el producto visionado por una webcam.

Esta fusión entre la producción tradicional, las modernas tecnologías y el turismo rural augura, según los expertos, la aparición de oportunidades de negocio multisectoriales.

Uno de estos sectores, la artesanía ecológica, pese a no estar directamente relacionada con la agricultura y la ganadería sostenible, sí ha despertado ya un creciente interés en el mercado.

La elaboración de productos con técnicas naturales en una oportunidad para las microeconomías rurales ya que cada vez se demandan más esta clase de productos.

Con mínimas inversiones, se puede obtener un elevado número de productos no alimentarios que tienen un gran valor añadido.

Así, una vez calculados los costes de producción, donde la mano de obra artesana es la mayor inversión, los productos artesanos resultan competitivos al dirigirse a un nicho muy concreto donde la competencia es poco agresiva.

Cabe recordar que la producción ecológica, en todos sus aspectos, está regulada por una estricta normativa de la Unión Europea que recoge exigencias en materia de producción certificación y etiquetado. Estas normas obligan a que los alimentos o productos ecológicos estén sometidos a unos controles adicionales que garantizan su autenticidad por lo que los consumidores están especialmente protegidos.

Por esta rigurosa normativa estos productos tienen su precio de comercialización más elevado tanto para el productor como para el consumidor final. Diluir el efecto económico de este sobrecoste entre los consumidores pasa, según los expertos, por mostrar de la forma más visual posible su fundamento al margen de las bondades para la salud.

 

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