PABLO LÓPEZ AGUADO Arquitecto de la capilla San Olav
«El contraste entre acero y madera hacen que sea un edificio potente»
N.E. / Burgos
Como Covarrubias y como la princesa Kristina, Pablo López Aguado y Jorge González también verán esta mañana cumplido un sueño. Cuando cursaban el último curso de Arquitectura en la Universidad de Valladolid, allá por 2003, su proyecto para diseñar la capilla de San Olav en Covarrubias ganó el primer premio tras competir, en una fase nacional, con alumnos de su centro y, en otra internacional, con universitarios de Oslo.
El diseño ha saltado del papel y está asentado en el paraje conocido como Valle de los Lobos. Conjugando acero y madera laminada es ya un nuevo referente para el turismo, la cultura y la religiosidad en la provincia burgalesa. Horas antes de la inauguración oficial, hoy, a las 12.00 horas, este periódico se ponía en contacto con Pablo López para conocer sus impresiones.
Pregunta.-¿Qué es lo que va a sorprender a los visitantes cuando se acerquen a la capilla?
Respuesta.-Pues lo primero que va a sorprender es que es un edificio nuevo porque hay quien cree todavía que es una rehabilitación de una antigua ermita. Es de nueva planta, es un edificio de nuestros días y sorprende por encontrar el campanario separado de la capilla y con tanta presencia. El material elegido también tiene sus razones de ser y eso también puede sorprender porque la gente desconoce esos motivos.
P.-En el exterior predomina el acero y en el interior la madera. ¿Cuáles son las razones para haber escogido esos materiales y esos colores?
R.-Queríamos el color y la textura de la piedra que hay en Covarrubias, como por ejemplo el torreón de Fernán González, cuya piedra tiene mucho hierro. Además, hay razones metafóricas porque el santo al que está dedicada la capilla, San Olav, era un rey de la Edad Media que murió con su armadura durante una batalla. Las ventanas tienen al lado los iconos de una espada, una lanza y un hacha que representan las heridas que causaron la muerte del santo.
Conjungando el acero y la madera hemos conseguido el contraste y que sea un edificio potente en un lugar tan aislado como en el que se encuentra.
P.-¿Cómo se acercaron al proyecto?
R.-Fue un golpe de suerte bastante grande. La Fundación Princesa Kristina quería un proyecto relevante y con carácter porque iba a ser la sede de una entidad internacional y, a la vez, una iglesia. Barajaron la posibilidad de tantear a algún arquitecto consolidado, pero por alguna razón decidieron que fueran nuevos arquitectos los que propusieran ideas. Acudieron a los estudiantes de arquitectura de las universidades de Valladolid y Oslo. Hicieron un concurso en cada escuela y después uno internacional entre las mejores ideas de los dos centros.
P.-Aquel concurso se promocionó en 2002 y en 2003 ganaron el premio. Durante estos años ¿cuál ha sido la relación con el proyecto y la obra?
R.-Pues básicamente hemos apoyado la obra, intentando ser fieles al proyecto con el que ganamos. No ha sido fácil, cuando se inició la obra nos pilló toda la crisis de la construcción. Hubo que reducir gastos, pero en el fondo se han cumplido los objetivos y podemos estar satisfechos.
P.-¿Cuáles son los objetivos que se han plasmado en esta capilla?
R.-La mayor dificultad era lograr la duplicidad del espacio ya que es una capilla y, a la vez, un sitio pensado para acoger actividades culturales y este es uno de los objetivos que hemos conseguido. El edificio es pequeño, poco más de 100 metros cuadrados, y la duplicidad de uso se basa en que hay dos ejes en su interior. En su eje más largo, en el uso religioso, se mira hacia el santo, pero cuando funciona como fundación se gira 90 grados y lo que era el coro de la iglesia pasa a ser el escenario y ese eje se prolonga en el auditorio exterior hasta llegar a la torre. No ha sido necesario compartimentar, ni cerrar espacios con una cortina, ni tener que quitar el santo, cambiando el eje se ha conseguido esta solución sin peder metros.
También creemos que se ha conseguido dar carácter al edificio aún con sus pequeñas dimensiones. Al entrar no da esa sensación de ser un espacio reducido, tiene la entidad suficiente.
P.-¿Se empaparon de la historia de la princesa Kristina para hacer el proyecto?
R.-Es una iglesia que se basa en una promesa medieval. Recuerda a las construcciones prerrománicas españolas, a mi personalmente una de las que más me impresiona es la de Quintanilla de las Viñas, también en Burgos. Hay mucha influencia de las pequeñas iglesias de antes del románico y en la parte noruega hemos visto muchas iglesias construidas en madera. Ambas influencias han constituido las piezas del puzzle