El Correo de Burgos

BURGOS EN CAMINO / Neila

La princesa blanca de la Demanda burgalesa

El invierno es una de las épocas del año más interesantes para visitar Neila y el entorno del pueblo que ofrece unas maravillosas vistas desde lo alto del paraje de las Lagunas Altas

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Burgos

Creado:

Actualizado:

J. C. R. / Bugos

El pico de la Campiña vigila desde lo más alto del monte a toda la Sierra de Neila. En duermevela, bajo la cumbre, las lagunas glaciares esperan la llegada de una primavera cuasi inalcanzable. Las aguas semi heladas no alcanzan a desperezarse con la llegada del sol de la mañana, quiza porque las nieblas echan sus sábanas sobre ellas como queriéndo hacer prolongar su sueño.

En invierno se cubren de nieve y la noche hace el resto. Frío. Las lagunas son joyitas encerradas en el interior del circo glaciar.

El ascenso a las Lagunas es suave pero llegar a lo más alto reconforta por el extraordinario paisaje de agua y cielo. La Laguna Negra; la Larga; la Corta, que recoge las aguas sobrantes de la anterior y que queda unida a la Larga; la de la Cascada con un circo de rocas impresionante y con cientos de cascadas pequñas y riachuelos que la alimentan; la de Los Patos; la Brava o la Bonita y la de las Pardillas

El entorno de Neila posee un gran atractivo paisajístico, que reside en el interés y espectacularidad de las formas glaciares, los contrastes de color y textura ligados a los ecosistemas acuáticos y los paisajes propios de la alta montaña, así es Neila.

El casco urbano de Neila

La trama urbana del pueblo, 500 metros más bajo en altitud que las propias lagunas, es un ejemplo claro de la arquitectura de montaña burgalesa. Destacan la iglesia de Santa María, de estilo gótico con portada y torre románicas y su pila bautismal románica. Y la iglesia de San Miguel, con un interesante ábside y torre románicos donde hoy está ubicada la Casa del Parque de las Lagunas de Neila.

Pasear por las calles nelenses permite descubrir sus casas blasonadas. Entre ellas, el palacio de los Márquez, del siglo XVIII, que según la tradición, fue la residencia del cura Merino y la casa de los González de Prado, del siglo XVI. En el barrio de San Miguel hay que destacar la casa de los Cuesta, del siglo XVII.  Cruzar de un lado a otro de la villa supone adentrarse en la historia de Neila y en su pasado más remoto. Fueron los romanos quienes dejaron la primera huella en sus puentes, el del Orillar y el de las Puentes.

El entorno es para recorrerlo despacio y para degustarlo. Durante la visita, los caminantes pueden visitar un idílico Mirador de San Francisco que presenta una inigualable vista de todo el valle de Neila, de Riofrío y los Picos de Urbión, Cabezarrera o Muñalba, en el vértice de las provincias de Burgos, Soria y la comunidad de La Rioja.

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