El Correo de Burgos

El adiós de Dom Clemente Serna, el benedictino que abrió Silos a la sociedad

El burgalés de Montorio ha sido el abad más mediático de todos los tiempos y se despidió ayer de un servicio en el que ha estado 24 años al frente de su comunidad

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LIDIA SIERRA - ICAL / SilosSonriente y emocionado, don Clemente Serna, el abad más mediático de todos los tiempos, se despidió en una rueda de prensa de un cargo que ha ocupado en los últimos 24 años «pasar a ser un monje más» después de haber abierto la comunidad benedictina que hasta ahora dirige a la sociedad y haber hecho del Monasterio de Silos un espacio «moderno y abierto a las nuevas tecnologías».Sin tiempo para mirar la vista atrás, porque reconoce que es un hombre de futuro, el abad declaróque la idea de dejar el cargo llega después de horas de pensamientos en las que se dio cuenta de que los viajes y el cargo le «causaban un cansancio psicológico» que ya no se veía dispuesto a asumir, pese al amor y el cariño que le profesa a todos los monjes de este monasterio de la provincia de Burgos.Ese, ha sido uno de los principales motivos que le han llevaron ayer a sentarse ante los medios de comunicación para despedirse del cargo tras 24 años de «muchas alegrías y pocos momentos malos», que apenas recuerda «porque todo han sido alegrías». «No me he cansado de ser monje, pero tengo un gran cansancio psicológico», apostilló.Acompañado por el padre Alfredo, quien le ha acompañado en sus comparecencias ante los medios durante todo este tiempo, Dom Clemente explicó que «ha visto necesario retirarse a tiempo antes de que hubiera un cortocircuito». En este sentido, dijo que «es necesario dar el relevo a los que siguen».Consciente de la labor que ha desempeñado durante el tiempo que ha permanecido al frente del monasterio, recalco que se han realizado «muchas cosas» pero que «se puede hacer mucho de ahora en adelante». De esa tarea, se queda con una. La obra de rehabilitación del Convento de San Francisco «con el que vi cumplido uno de los deseos que tuve desde que era un niño cuando me iba a pasear por las ruinas del convento».

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