El Correo de Burgos

FRÍAS Y SUS TRADICIONES

El Capitán mantiene vivo el espíritu y orgullo fredenses

La cita tuvo una multitudinaria asistencia de espectadores

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Burgos

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G. GONZÁLEZ / Briviesca

Los fredenses celebraron, como cada año desde 1481, la Fiesta del Capitán, que cuenta con la declaración de interés turístico regional aunque existen indicios de un origen y una celebración muy anterior, anclado en los propios orígenes de la ciudad y el castillo. Las calles y principales elementos históricos acogen así, las diferentes partes en las que se divide la fiesta del Capitán que se desarrolla durante tres jornadas.

Esta edición contó con una masiva presencia de espectadores, que siguieron bien de forma continuada el evento o apostados en los lugares más estratégicos del recorrido. La jornada arrancó como es tradición con la Misa de El Capitán en la parroquia de San Vicente Mártir y, una vez concluida, la recogida de la bandera que ondea en la Casa Consistorial por parte del Capitán. Tras ser alabado por los danzantes con la tradicional fórmula «A la salud del Capitán y su acompañamiento, que Dios le guarde por muchos años, Que viva», comienza el recorrido que ya pone a prueba a los danzantes.

Sin perder el ritmo descienden por la empinada calle empedrada al son de la música seguidos por las autoridades y vecinos que se suman al festejo. La salida del casco urbano marca el inicio de la prueba de fidelidad a sus antepasados, ya que pese a no ser una distancia excesiva -tres kilómetros entre ida y vuelta-, durante todo el trayecto los danzarines repiten de forma continuada el peculiar baile de la fiesta haciendo sonar las castañuelas de manera ininterrumpida.

La ausencia casi total de sombra en la antigua calzada medieval que une Frías con su puente medieval de portazgo, con una temperatura que rondaba los 40 grados, muestra la dureza del recorrido.

Todos los protagonistas lucen los ropajes de la fiesta lo que añade un plus al esfuerzo a realizar, el uniforme que luce están inspirado en las ropas militares del siglo XIX y los danzantes traje completo tradicional, pese a lo cual todo se desarrollo según la costumbre. Así el Capitán tras cruzar el puente medieval ejecutó el primer revoloteo de la bandera siendo premiado por los entusiastas aplausos de los asistentes que lanzaron flores al término como felicitación por la destreza mostrada.

Sin perder el tiempo de la fiesta se retornó a la ciudad con la parada en la era de San Juan donde se lleva a cabo el segundo revoloteo con dos series de movimientos.

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