El Correo de Burgos

TROTABURGOS/ Cernégula y Páramo de Masa

Lagos, lagunas y aquelarres de leyenda

Son lugares de misterio y espacios en los que se cruzan las fuerzas telúricas que los convierten en legendarios

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Burgos

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J. C. R. / BurgosAlgunos podrían llamarla tierra quemada, lugar maldito, embrujado… lleno de animales venenosos, míticos. Pura leyenda. O realidad, ¿quién sabe? Entre Cernégula y el Páramo de Masa hay varios lagos, pequeñas lagunas de origen kárstico. La de Cernégula no es la única laguna, pero sí la más conocida de la zona y la que más misterios guarda. La charca de Pila Vieja y la de la Venta Parra son otras que se encuentran muy cerca de la citada de este pueblo. Son algunas de las pocas unidades lacustres de la provincia de Burgos.Que las brujas existen parece que sí es cierto; y si no que se lo pregunten a los vecinos de Cernégula que tienen a gala ser el ‘pueblo de las brujas’. Así reza la leyenda: «Todos los sábados las brujas de Cantabria... tras churrar (uuuuyyyy!)... en las cenizas del hogar y al grito de... ‘¡Sin Dios y sin Santa María, por la chimenea arriba!’... parten volando en escobas o transformadas en cárabos... rumbo a Cernégula... donde celebran sus reuniones brujeriles alrededor de un espino... para... luego del bailoteo, chapuzarse en una charca de agua helada».Cernégula abre las puertas de la estepa burgalesa;: el arido Páramo de Masa en su zona este y cuna de la leyenda de las brujas del Norte de España. Por eso es un lugar de misterio, un espacio en el que se cruzan esas fuerzas internas, telúricas que en otro tiempo fueron lugares de poder. Hoy la vorágine de los tiempos, la prisa y la tecnología han dejado de lado el misterio.Hoy siguen existiendo brujas, quizá de otro talante, con otros poderes, pero en el fondo, las de siempre. Y está demostrado por la ciencia. Hoy no se reúnen en las charcas como hace diez siglos, ni viajan en las míticas escobas, pero sus conjuros siguen haciendo efecto.Para llegar a la famosa charca hay que atravesar el pueblo y llegar a la  misteriosa laguna. En las orillas de este lago realizaban sus danzas y ritos diabólicos las brujas de la montaña cántabra y asturiana. Cuentan las crónicas del Santo Oficio, la Inquisición para los no iniciados, que el mismo Satanás presidía sus ritos y bendecía (en el caso de Belzebú los maldeciría) sus pócimas, brebajes alucinógenos y bailes satánicos hasta el canto del gallo.Hoy como recuerdo de aquel pasado, real o ficticio qué más da, muchas de las escasas casas de la villa lucen en su tejado una veleta con la figura de una vieja montada en su escoba camino, esta vez, de no se sabe donde.El mismo lago tiene en su centro geométrico la misma figura que hoy, lejos de brujas y hechizos, sólo se ve rodeada de sapos, culebras de agua e insectos de todo tipo. Vamos, que de la realidad -o de la leyenda- aún quedan algunos vestigios en forma de especie de anfibios anuros y reptiles de agua dulce.

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