El Correo de Burgos

La Muerte Negra se adueña de las calles de Frías

Más de un millar de personas acudieron a Terrorifrías acompañando a los cortejos. Asistieron a ejecuciones y fueron asaltadas por zombis

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Burgos

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GERARDO GONZÁLEZ / Briviesca

El Día de Todos los Santos tiene un significado bastante especial en la ciudad más pequeña de España desde hace unos años ya que durante la noche sus calles se pueblan de extrañas criaturas.

Todo parecía estar diseñado para que los más de un millar de personas que acudieron a Frías ‘disfrutaran’ de sobresaltos y escenas tétricas en una noche en la que la división entre este y el otro mundo se diluye.

Una noche sin luna y la aparición entre humo y fuego del Diablo en las murallas de castillo roquero dejaba claro desde el inicio que Frías daba un paso atrás en el tiempo a una época oscura y trágica donde la Peste Negra asolaba la ciudad.

Así como primer acto de esta noche singular la Muerte en persona con su inseparable guadaña descendió por una de las antiguas callejas empedradas acompañada de un largo cortejo de niños y jóvenes infectados de la mortal peste.

Con una puesta en escena muy realista y fúnebre música de fondo la Parca y sus víctimas danzaron ante los asistentes que se observaban a una prudente distancia las evoluciones del primer acto de la noche. Lógicamente si la muerte rondaba por las calles de Frías la siguiente cita no podía ser otra que el cementerio y así una tenebrosa procesión encabezada por el representante de la Inquisición en la ciudad se abrió paso entre el gentío.

En el intervalo un grupo de zombis logró escapar del camposanto y ocultos en los portales de la estrecha calle principal acosó a los que, pensando haber dejado atrás a los apestados del pasado, subían confiados.

La escena en el cementerio no dejó indiferente a la concurrencia, los más sensibles optaron por retirarse a zonas más alejadas, ya que la música de los violines reverberando en la cueva no era más que el principio.

Con los ropajes y las llamativas máscaras de pico de ave los antiguos médicos medievales que transportaban las camas con los apestados levantaron los cuerpos inanimados y los introdujeron en los féretros de las sepulturas mientras se entonaban responsos y cánticos. Más información en edición impresa

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