El Correo de Burgos

El senderismo redescubre el patrimonio olvidado

Los Montes Obarenes conforman el punto neurálgico al que acceden los turistas

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Burgos

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GERARDO GONZÁLEZ / Briviesca

La creciente afición a recorrer antiguos senderos por zonas naturales tanto a pie como en bicicleta ha propiciado un turismo de interior que tiene en la comarca burebana un escenario ideal apto para principiantes y expertos.

Pero a los que simplemente buscan disfrutar de la naturaleza se le ha añadido de forma cada vez mayor un colectivo que une la práctica del senderismo con la visita al patrimonio cultural que habitualmente o es desconocido o pasa desapercibido en las rutas tradicionales.

Uno de los puntos neurálgicos de esta modalidad es el Espacio Natural de Montes Obarenes y su entorno ya que al tratarse de una de las zonas donde los asentamientos humanos se remontan miles de años atrás resulta más interesante.

Así al tiempo de disfrutar en las rutas de un entorno natural de gran belleza los senderistas descubren, en ocasiones literalmente, patrimonio escondido y casi olvidado pese a su valor a lo largo de la historia.

Un ejemplo palpable lo muestra la ermita de San Mamés que hasta hace menos de una década permanecía perdida en los antiguos legajos y hoy es visitada de forma regular con la llegada del buen tiempo por senderistas culturales.

Este singular rincón alberga los restos de uno de los primeros enclaves religiosos de la comarca que surgió en las turbulentos años de la Reconquista. Los historiadores sitúan como fecha probable de existencia de la ermita en el año 867 y lo particular de la misma es que en ella se pueden ver los primitivos orígenes de este tipo de recintos religiosos.

Su oculta ubicación en el profundo monte pancorbino ha facilitado la conservación de las primitivas cuevas de los eremitas, las tumbas de la necrópolis excavadas en la roca y parte de la ermita aún en pie.

No es el único caso en el que antiguos recintos religiosos resurgen gracias al senderismo en esta zona como son el eremitorio rupestre de la Gruta de San José así como la cercana ermita de Santo Toribio en Oña. Lógicamente los elementos patrimoniales vinculados a la religión son los más abundantes en las rutas senderistas ya que la mayoría de ellas son antiguos caminos recuperados para esta afición pero también se pueden hallar elementos aún más antiguos.

Tal es el caso del recientemente señalizado asentamiento autrigón de Miraveche cuya calidad de piezas recuperadas por los arqueólogos son referencia de esta antigua tribu prerromana.

Mucho más cercano en el tiempo lo constituyen los olvidados monasterios que tras la Desamortización de Mendizábal en el siglo XIX quedaron relegados al olvido, se demolieron o pasaron a manos privadas y que hoy vuelven, al recuperarse los antiguos caminos que los comunicaban con las poblaciones burebanas.

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