El Correo de Burgos

RIBERA / TOROS

El magisterio de Ponce y un infalible Fandi, puerta grande en Aranda

Dos orejas para el valenciano de un toro de vuelta al ruedo de Charro de Llen y cuatro trofeos para el granadino / La espada reduce a una oreja el botín para Morenito de Aranda

El Fandi galleando por chicuelinas frente a su primer toro.-ALBERTO CALVO

El Fandi galleando por chicuelinas frente a su primer toro.-ALBERTO CALVO

Publicado por
IÑIGO CRESPO
Burgos

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ARANDA

Una gran faena de Enrique Ponce a un toro de Charro de Llen premiado con la vuelta al ruedo y el arrollador compromiso de El Fandi, pusieron la nota triunfal del segundo festejo de abono en Aranda. Dos trofeos para el valenciano que puso en solfa su magisterio y cuatro para el granadino que firmó una actuación de radiante entrega. Los dos salieron a hombros. Dos personalidades, dos estilos. Dos toreros que no fallan. Completaba la terna Morenito de Aranda que cuajó una obra de entidad al tercero pero el mal uso del acero redujo el premio a un trofeo.

Con tres cuartos de entrada se lidió una corrida de Charro de Llen de desiguales hechuras y variado comportamiento. El de mejor nota fue el cuarto, premiado con la vuelta al ruedo. Se prestaron también el segundo y el tercero. En quinto lugar se corrió un buen toro de Fuente Ymbro que remendó la corrida.

Enrique Ponce cuajó un faenón al cuarto, un toro bravo de Charro de Llen, premiado con la vuelta al ruedo. Un toro encastado que empujó en el caballo y duró mucho en la muleta, siempre con la virtud de perseguir las telas con el morro por el suelo. Ponce se explayó con él, firmando obra mayúscula de estética y majestad. Bien planteada, la faena fue un muestrario de la naturalidad de Ponce, ligando los muletazos en un palmo, haciendo girar al toro sobre su figura. Extraordinarios los naturales que fueron largos. El toreo eterno. El toreo de compás. Magisterio. La ceremoniosa y cautivadora puesta en escena de Ponce en su máxima expresión. Los cambios de mano, el ritmo y la cadencia. Se gustó y se sintió el de Chiva que toreó relajado. Con el toro embistiendo por abajo, siempre metido en la mandona muleta de un Enrique Ponce tan señorial como acostumbra. Dos orejas como dos soles. Un triunfo con honores. Justo el premio para Ponce y justa la vuelta al ruedo al animal que fue bravo.

El valenciano pinchó al primero de su lote, un toro noble de Charro de Llen que pecó de falta de fuerza y raza, razón por la que se defendió en los embroques, nunca se entregó y acabó en tablas. La facilidad de Ponce y ese saber manejar al animal sin violentarle hizo que le tapase defectos. Escuchó una ovación.

Cuatro orejas paseó El Fandi. Botín mayor. Montó un taco al primero de su lote, un toro manejable al que cuajó en todos los tercios. Recibió al animal por verónicas de buen pulso, le galleó por chicuelinas para llevarlo al caballo y a la salida un quite vistoso y lucido por lopecinas. Con el toro en danza y el público volcado, cuatro pares de banderillas, jugando con las querencias y los terrenos. En pie la plaza arandina. La faena del granadino tuvo continuidad, ligazón y entrega. A toro parado, los recursos de El Fandi que exprimió al animal en su terreno. Una estocada y descabello. Dos orejas. Entrega del cónclave a la tauromaquia frenética del granadino. Al quinto, un excelente toro de Fuente Ymbro, El Fandi le volvió a formar un alboroto tras derrochar ambición y no dejarse nada atrás durante toda la lidia. El acelerador de El Fandi apretado. Bullidor y variado de capa, un gran tercio de banderillas y una faena de muleta tan luminosa y ligada como cargada de suficiencia y oficio. Un espadazo y otras dos orejas. Pleno de El Fandi.

Morenito de Aranda le cortó una oreja al tercero de la tarde, primero de su lote. Despaciosidad y templanza del burgalés que corrió con prestancia y gusto la mano frente a un animal noble que careció de empuje. Mientras el de Charro duró, Morenito le toreó con guapeza y ligazón. Bueno su toreo en redondo, con excelentes pases de pecho a la hombrera contraria. El toreo conjugado con las yemas. Y bellísimos algunos de sus naturales. Actitud radiante del arandino que buscó las vueltas al toro. Con el capote, lo bordó: larga de inicio y extraordinarios lances a la verónica. El único lunar fue la espada que redujo un premio importante a un trofeo. Con el sexto, un toro apagado que se movió con la cara alta y punteando los engaños, el arandino puso tesón y buena actitud pero marró reiteradamente con la espada primero y el descabello después.

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