El Correo de Burgos

RIBERA

La inmigración se estanca a la espera de refugiados

La Comisión Arciprestal presenta su segundo estudio social sobre la realidad de la población inmigrante en la Ribera del Duero

José Luis Lastra junto a Guadalupe Cuadrado y Mihaela Lacusta.-L.V.

José Luis Lastra junto a Guadalupe Cuadrado y Mihaela Lacusta.-L.V.

Burgos

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En un tiempo en el que la inmigración se ha estancado tras años de continuo crecimiento, -se llegó a superar el 12% de la población arandina-, las cifras repuntarán con la previsible llegada de los refugiados que huyen en estos momentos de la guerra y del islamismo radical. «Hay que estar preparados», subraya el coordinador de la Comisión arciprestal de pastoral con inmigrantes, José Luis Lastra, consciente de que «donde hay una puerta abierta, la gente sigue entrando porque en muchos lugares del mundo se está mucho peor que en España».Y aunque el drama de los refugiados conmueve a todos por igual, el malestar comienza a ser palpable entre algunos inmigrantes que por no ser refugiados deben afrontar una legislación mucho más restrictiva y complicada. «No entienden por qué a ellos les cuesta tanto y a los refugiados se le abren todas las puertas», explica convencido de que aunque la legislación sea diferente, muchas veces las causas no son tan distintas. «Huyen de una guerra, por ser perseguidos o por no poder vivir económicamente, pero al final todos se sienten expulsados de su país y necesitan buscar un futuro», señala.Lastra pronunciaba estas palabras durante la presentación del II Informe sobre la Realidad Inmigrante en Aranda de Duero, un documento que parte de la investigación de 2008 y que repasa lo que ha cambiado en estos últimos años y cómo es la situación actual en una ciudad que cuenta con 3.366 personas extranjeras, 32 más que hace un año, lo que representa un 10,2% del padrón municipal. En función del origen, la colonia búlgara es la más numerosa con 679 vecinos, seguida por la rumana, con 622, y la marroquí, con 511. Honduras, Colombia, Ecuador, Portugal, China, Brasil y República Dominicana son otras nacionalidades que destacan en este ranking.Estudio comarcalEl estudio se extiende a toda la Ribera, donde destaca la amplia implantación de población inmigrante en casi todos los pueblos de la zona, a veces en cantidades muy significativas. Dicho esto, se observa una gran desproporción entre municipios como Hoyales de Roa, donde los vecinos extranjeros apenas llegan al 0,5%, y las localidades con mayor peso como Quemada y Caleruega -27,2%- o Tórtoles de Esgueva y Roa, con un 19,4%. «La procedencia, bastante similar a la de Aranda: muchos rumanos y búlgaros, y en tercer lugar marroquíes», afirman.Desde la comisión arciprestal de pastoral con inmigrantes resaltan la aportación que estas personas hacen en la vida de estas localidades, pues muchas veces ocupan los trabajos que los españoles han ido dejando por su dureza.PeriodosEl nuevo análisis diferencia dos periodos. Antes de la crisis, cuando la población extranjera empadronada en Aranda estaba en continuo ascenso y el origen era variado, sin ningún predominio claro. Y durante la crisis, cuando a partir de 2008 esta tendencia se estanca con inmigrantes principalmente europeos, hasta ahora, que comienza a descender.Aunque durante estos años la agricultura y la ganadería han amortiguado los efectos de la crisis, la inestabilidad comenzó a hacerse notar a finales de 2012 cuando se alcanzó el mayor número de parados extranjeros. Si bien es cierto que hay factores correctores que han provocado que estas cifras no aumenten más -como el hecho de que haya personas que se hayan marchado de España o que hayan obtenido la nacionalidad-, el desempleo es una realidad que afecta sobre todo a búlgaros, rumanos, marroquíes; pero también en menor medida, a colombianos, portugueses, ecuatorianos y hondureños. «La cifra tan baja de Honduras se debe posiblemente a la situación de estancia no regular que tienen bastantes de los originarios de ese país en Aranda, lo cual les impide inscribirse en las listas de demandantes de empleo», aclaran.Pese a la crisis, los contratos siguen formalizándose, pero son de peor calidad. «Las contrataciones son por tiempo demasiado limitado y con un salario cada vez más bajo», subrayan mientras recuerdan otros tiempos en los que trabajaban las familias completas hasta seis meses con salarios dignos, lo que les permitía vivir todo el año. «Influye también el tema de la subcontratación ilegal -a veces entre los propios inmigrantes-, que lleva a aceptar trabajos en las condiciones que sea y con sueldos más bajos, por ejemplo en la vendimia. Y aunque en bastantes ocasiones los propietarios no sean responsables directamente, sí conocen estas situaciones y no hacen nada por evitarlas», lamentan a sabiendas de que tampoco hay igualdad, pues «en la Ribera del Duero, hay muchos más contratos hechos a hombres extranjeros que a mujeres».El documento extrae además una última conclusión: la inmigración en Aranda se ha normalizado en un proceso que empieza a madurar. Aún así, advierten, queda mucho por hacer para alcanzar una integración total.

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