Morenito de Aranda e Iván Fandiño se retan el domingo en Las Ventas

Tarde crucial, un duelo al atardecer. En el final de una semana de pasión, fuego cruzado en la primera plaza de toros del mundo. Las Ventas acogerá el próximo domingo un mano a mano entre dos toreros con cuentas pendientes: Morenito de Aranda e Iván Fandiño, festejo que ha levantado expectación. En frente, una corrida de José Luis Martín Lorca, quien fuera empresario de El Plantío durante más de un lustro.Se juegan mucho los dos, todo. El de Orduña para remontar y no bajar la guardia de su estatus. El arandino para apuntalar su condición de torero de Madrid y sus condiciones de artista con sello y personalidad propia. No se reconocen amigos. Tampoco enemigos. En ese punto de ambición y de persecución de un triunfo en donde se encuentran ambos diestros.«Amigos no somos pero no nos llevamos mal», admite Morenito de Aranda con un aire interior de ambición y de ímpetu, como quien espera la hora del combate. «Hemos tenido carreras paralelas aunque los triunfos nos han llegado en distintas circunstancias, y las miradas siempre han estado ahí, muy presentes», reconoce. «Es un mano a mano bonito, de mucha rivalidad y de dos toreros distintos, que es un matiz que da imprevisibilidad a la tarde. No sabemos por dónde va a romper la tarde», subraya.El diestro arandino no oculta que su gran arma de cara al festejo del domingo es «mi pasión», y reflexiona sobre el momento artístico que atraviesa, sobre el estado de su concepto y de su puesta a punto: «Ahora estoy centrado y tengo mi toreo muy controlado, mis emociones también. Ese control emocional en la plaza se debe convertir en un desequilibrio artístico que es donde nace lo mejor de Morenito de Aranda», comenta. «No soy un torero de llevar las cosas pensadas, prefiero hacer en cada momento lo que me plazca y lo que sienta porque cada toro es una oportunidad única de creación artística».A falta de una semana para la gran cita, Morenito de Aranda e Iván Fandiño velan armas. Hace unos días se citaron en el campo, en la ganadería de Zacarías Moreno, en la ribera baja de la provincia de Madrid -en tierras de Tajuña- y muy cerca de Chinchón, localidad patrimonio de la humanidad y muy taurina. En ese encuentro sobrevolaron las ganas que se tienen, como ya sobrevolaron el mismo día que se presentó el cartel en la Sala Alcalá de Las Ventas.Son dos toreros de carreras muy paralelas. Siempre han perfilado muy unidos sus sueños. Muy distantes, muy alejados pero a la vez muy cercanos porque sin serlo son de la misma generación. Los dos conocen el sabor del triunfo y la amargura de ver como no salen las cosas. Cada uno llegó a ella en etapas distintas y por caminos diferentes. Dos toreros de personalidades tan opuestas como arrebatadoras.«Los toreros artistas quizás no tengamos ese sello de competitividad exterior como lo pueden tener toreros de otro estilo o de otro corte», recalca. «Pero tenemos un ego interior que nos obliga a no dejarnos ganar la pelea jamás».Afirma que el «espíritu de competitividad hay que tenerlo y además no podemos aparcar el amor propio o la raza de torero porque la responsabilidad te obliga a recurrir a ella», reconoce Morenito quien admite «estar responsabilizado y con muchas ganas de expresar cosas en la plaza que es donde debemos hablar los toreros».ÉXITOS Y FRACASOSDespués de un año soberbio del burgalés en Las Ventas, el pasado ejercicio, Morenito vuelve a una plaza que le comprende y le acepta posiblemente más y mejor que ninguna otra en todo el circuito. Los triunfos pasados no sirven. Incluso tampoco sirvieron hace ahora un año.El arandino no da vueltas a eso, prefiere mirar al presente y a un futuro que pasa irremediablemente por todo cuanto ocurra el domingo en Madrid. «El destino es así y la vida también», sostiene antes de explicar sus sentimientos: «Uno puede preocuparse de lo que puede controlar, de lo otro no. Soy muy consciente que esto es una vuelta a empezar por las razones que sean, y en ello me quiero centrar, en recuperar el tiempo perdido».El otro protagonista del festejo también se encuentra velando armas, aguarda el pulso. El combate de ilusiones y proyectos. Iván Fandiño sabe lo que significa Madrid en todas sus expresiones. En ese ruedo ha tocado el cielo y el suelo. La niebla. La sangre. Fandiño es Madrid. Su carrera se encuentra nítidamente ligada a esa plaza.El año pasado se decepcionó en esta plaza. Las apuestas conllevan riesgos. «Tenía que volver, era una necesidad interior, pues guardo un recuerdo agridulce del año pasado, y por lo tanto tengo que volver para cambiar las cosas, no se puede quedar esto así», admite el de Orduña. «Hice una apuesta el año pasado y salió mal. No me puedo lamentar de nada porque unas veces se gana y otras se aprende. He aprendido. He sufrido pero me he levantado y eso lo tengo que demostrar en la plaza», reconoce con un regusto de ilusión.Conocer el sabor del éxito y del fracaso ayuda a manejarse con ambas caras de la misma moneda, lo explica Fandiño: «Cuando se triunfa es todo muy bonito pero el otro lado de la moneda es cruel, aparecen fantasmas y se dudan de muchas cosas. Pero al final existe una cosa que se llama amor propio y fondo de figura que es lo que te obliga a renacer y volver a ser tú».Tarde de ilusiones. Todos al ring venteño. Se espera pasión en los tendidos y en el ruedo, al ser dos toreros con fieles y con partidarios desde mucho antes de ser quienes son. Ocho toros de Martín Lorca serán embarcados el miércoles en la finca sevillana de La Navarra de Castillo de las Guardas.Hasta Madrid llegarán muchos aficionados burgaleses, muchos. Hay excursión de la Peña ‘Morenito de Aranda’ de la capital ribereña y otros muchos aficionados de Burgos y diferentes puntos de la provincia viajarán hasta Las Ventas en coches particulares. Tarde crucial. Dos artistas que se la juegan.