LA MADRE SEXAGENARIA DEFIENDE SUS DERECHOS EN LOS TRIBUNALES
Mauricia confía en recuperar la custodia de su primogénita y mantener a los mellizos
La madre sexagenaria de Palacios asegura que de seguir con su pequeña «quizá» hubiese optado por no tener más hijos
Entró y salió del Palacio de Justicia con el gesto serio pero aparentemente tranquila. Dos horas duró ayer la vista a puerta cerrada en la que Mauricia Ibáñez reclamó de nuevo que su hija Blanca, de seis años, «vuelva al entorno familiar porque jamás debió salir» de España. En principio, la mujer que hace un mes saltó a la palestra mediática por dar luz a mellizos con 64 años se conforma con que regrese de Canadá, tal y como dictaminó hace casi dos años la Audiencia Provincial después de perder su custodia por una situación de «desamparo» que siempre ha negado. A partir de ahí, luchará por recuperar su tutela y demostrar que está plenamente capacitada para hacerse cargo de los tres menores.La primogénita deMauricia reside en el país norteamericano con la hija de una de sus hermanas que aceptó la propuesta de acogimiento planteada por la Gerencia Territorial de Servicios Sociales «ante los indicadores de desprotección y los intentos fallidos de intervención con la madre» que presuntamente detectaron los técnicos del Programa de Intervención Familiar.Nada más salir de la vista, reconoció que «probablemente» la pequeña «esté bien» con su sobrina, pero «la resolución es la resolución». Acto seguido, lamentaba que su hija se encuentre «a miles de kilómetros» y revivió el duro trance que para ambas supuso la estancia de la menor en Mensajeros por la Paz durante «10 meses» en los que solo se veían «una hora los viernes».Fuentes consultadas por este periódico indicaron que el contacto con Blanca también se reduce ahora a un día por semana. La diferencia es que dada la distancia, madre e hija se comunican por la plataforma de videollamada Skype. Es la única opción que le queda por el momento mientras aguarda con «paciencia» el cumplimiento de la resolución.El gesto de la sexagenaria residente en Palacios de la Sierra se torcía al recordar el momento en que le «arrebataron» a la niña y «no tenía nada que hacer». Fue entonces cuando tomó la decisión, «sin ninguna intervención de nadie», de volver a quedarse embarazada de nuevo por fecundación in vitro. De no ser por lo de Blanca «quizá no hubiera podido ser», pero después de este revés emocional ya no había marcha atrás.Su abogado, Juan Carlos Saiz, aseguró que la decisión adoptada por la Audiencia Provincial fue «razonablemente motivada y en beneficio del menor» dentro de un procedimiento «ajustado a derecho» que, según su criterio, se basó en «hechos objetivos».Sin entrar a rebatir los argumentos esgrimidos por los Servicios Sociales para sugerir un traslado que a su juicio resulta «perjudicial» para Blanca, el letrado manifestó que «hay que confiar en las instituciones», máxime cuando «está en el orden del día de un Estado de Derecho que se cumplan las resoluciones judiciales». De no ser así, «que lo justifique quien lo tenga que justificar».El viaje y la sorpresaMauricia probó suerte en Barcelona, donde «hay un tope de edad bueno». Sin embargo, «en el momento en que mencionas los 60 años no hay nada qué hacer». Pero estaba decidida a intentarlo a pesar de los riesgos y cruzó el charco hasta desembarcar en Estados Unidos, donde la normativa a este respecto no entiende de edades. Además, ya estaba «acostumbrada a viajar» al ejercer durante años como funcionaria en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Pese a la oposición de algunos de sus familiares, se sometió a un tratamiento «complicado», cuyo seguimiento acabó dando sus frutos. Y por partida doble, algo que en absoluto se esperaba.Ese regalo «caído del cielo» gracias a los avances de la ciencia médica llegó al Hospital Recoletas el pasado 14 de febrero. Gabriel y María de la Cruz nacieron sin complicaciones y «sanos», aunque de momento permanecen en el centro porque «están cogiendo peso». Aún con todo, Mauricia subrayó que «son preciosos y normales».Los tres alargarán su estancia en Recoletas «unos días» y fijarán su residencia en Burgos durante los próximos meses hasta que la madre se adapte a la nueva situación. El hecho de tener dos bebés a su cargo implica un relevo constante de biberones que a buen seguro le provocarán muchas noches en vela. Por ahora, confesó que la asistencia de las enfermeras le está ayudando a sobrellevar lo que le espera.