El Correo de Burgos

SAN ADRIÁN DE JUARROS

La olla ferroviaria se afianza con su «lleno absoluto» de comensales

El Ayuntamiento se plantea vender 300 tickets el año que viene ante la creciente demanda de solicitudes / Cantabria demuestra su dominio al hacerse con los tres primeros premios

Florencio Martínez (segundo por la izquierda), José María Gil (sexto por la izq.) y Miguel Cobo (centro) junto a los cocineros de San Adrián.-D.S.M.

Florencio Martínez (segundo por la izquierda), José María Gil (sexto por la izq.) y Miguel Cobo (centro) junto a los cocineros de San Adrián.-D.S.M.

Burgos

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Alubia roja, chorizo, panceta y morcilla. A partir de esos cuatro ingredientes básicos y obligatorios, la treintena de participantes del tercer Concurso de Ollas Ferroviarias de San Adrián de Juarros tenían vía libre para incorporar otros productos al puchero. Los de casa, cómo no, se decantaron por la ‘niña bonita’ de la comarca para llenar el buche de los 200 comensales que previamente habían adquirido su ticket. Se cumplieron las expectativas y el alcalde, Florencio Martínez, destacaba con orgullo el «lleno absoluto» de una convocatoria que «va en aumento».Junto al regidor, el teniente de Alcalde, José María Gil, no daba abasto para asegurarse de que todo saliera a pedir de boca. Martínez se restaba mérito en la organización al valorar el papel que juega el alma máter del evento, de un lado a otro a lo largo de la jornada para atender como es debido a todos los invitados. Entre ellos, un ‘amigo’ de la casa que no dudó en hacer una visita exprés antes de atender a sus compromisos profesionales. El chef Miguel Cobo se paseó por los puestos como mero espectador, no como jurado. «He venido a aprender», manifestaba el cocinero ensimismado con el «conjunto de elaboraciones tradicionales» que le recordaban a su niñez, a caballo entre Burgos y Cantabria.Cobo estaba en su salsa, entre «paisanos» de sus dos tierras, y le hubiese gustado permanecer más tiempo en una localidad «de referencia en la provincia» que apuesta por recuperar los olores y sabores clásicos de los antiguos ferroviarios que partían desde La Robla en dirección a Vizcaya en los años 30.La «tradición» que se respiraba en el ambiente forma parte del «concepto» del Cobo Vintage. Se ha convertido en la seña de identidad del restaurante porque, según sus propias palabras, «al final te das cuenta de que la cocina no es esa vanguardia que la gente te intenta vender hoy en día con los grandes chefs».Durante su recorrido, el cocinero visitó los fogones locales para saludar al equipo que se encargaba de preparar la comida. La actividad, aunque frenética, se desarrollaba en un clima festivo y dicharachero. El próximo año quizá deban incorporar más efectivos, ya que Martínez anunció su intención de aumentar el número de comensales a 300 porque «hemos tenido que decir a más de 50 que no».Intercambio de «trucos»Las ollas hervían a fuego lento mientras las peñas intercambiaban recetas y chascarrillos. «La competencia es dura», confesaba Pedro, de la Asociación Gastronómica Los Cachavas de Liérganes (Cantabria). En el buen sentido, eso sí, ya que «esto es una disculpa para salir y hacer amigos». De hecho, muchas cuadrillas cántabras coinciden habitualmente en este tipo de citas, que cuentan con un calendario anual que cubre casi todos los fines de semana, sobre todo a partir de mayo.Los Cachavas apostaron por la mezcla de alubias. Con algunas de Ibeas pero también con tolosanas y caricos, la legumbre por excelencia de la Comunidad vecina. También jugaron con productos de la «huerta de casa» Los Brasas Eslas, curtidos en mil batallas gastronómicas de olla ferroviaria y capaces de amoldarse a distintas propuestas como el cocido montañés o las patatas con bonito, un plato idóneo para el verano y «típico de Cantabria».Los competidores «acaban siendo como de la familia», corroboraba Fran de Los Brasas. Su peña acudía por tercera vez y esperaba revalidar el segundo puesto del año pasado. No pudo ser porque fueron sus compañeros de Los Cachavas quienes se llevaron el gato al agua. También la plata y el bronce viajaron hacia el norte al recaer sobre la Peña El Convento y José Luis García, de Rebolledo.«Los de Cantabria tienen más experiencia», apostillaba Pedro Alonso, del Club Campista Burgalés. Ninguna de sus ollas, con alubias de Ibeas y de Belorado, se coló en el podio. Pero ganar era lo de menos. «Más que competencia lo que hay es compañerismo». Además, «aprendemos de ellos y nos enseñan trucos», subrayaba en referencia a sus vecinos, con los que ha coincidido en más de una ocasión.«Verdaderas joyas»Como un «atractivo más de cara al concurso», el Ayuntamiento organizó de forma paralela una exposición de coches clásicos y antiguos a cargo del Club Burgalés de Vehículos Históricos. No era su primera visita a San Adrián y lo más seguro es que tampoco sea la última, ya que al igual que en todos los pueblos a los que van «nos miman», remarcaba Félix Dieste, socio de la entidad.Al filo de las 12 del mediodía, los vehículos comenzaron a desfilar por la plaza en dirección a una campa anexa bajo la atenta mirada de los transeúntes. La gran mayoría decidió seguir a la comitiva y la muestra arrancó sobre la marcha. Los propietarios, orgullosos de conducir «verdaderas joyas» que apenas se ven hoy en día por las carreteras, explicaban con todo lujo de detalles las características de sus vehículos.Aunque «cuesta mucho mantenerlos», lo cierto es que la pasión de sus propietarios les lleva a moverse dentro y fuera de la provincia. Les ocurre lo mismo que a los cocineros ferroviarios, pues tal y como indicaba su presidente, Ricardo Angulo, «estamos entre amigos y nos contamos nuestras alegrías y nuestras penas».

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